Afirmación eurocentrista de Macri en Davos

De nuestros orígenes y descendencias

La afirmación “todos somos descendientes de europeos”, realizada por el presidente Mauricio Macri recrea una antigua marca de origen con que la actual gestión expresa una visión del mundo donde emerge una particular manera en que se pretende construir una nueva “argentinización”, y si no pasa, al menos un remozado espejo donde reflejarnos para insertarnos “en ese mundo”.
Por Osvaldo Cipolloni *

La afirmación del presidente sobre el origen de los sudamericanos, en el foro de Davos, ha sido motivo de múltiples críticas, comentarios y análisis desde diversos puntos de vista ante la obviedad del equívoco, la ausencia de mejores argumentos y la dudosa imagen que deja de la elite local, frente a la admirada mirada europea, ante la cual, deberíamos dejar de ser quienes somos para ser.
Tanto esfuerzo puesto en la construcción de una imagen característica de este imaginario pareciera suponer que la mera asimilación y pertenencia atraería inversiones; ese “todos somos como ustedes”, suele encontrarse con un “Ustedes” que consideran como relevante otras cuestiones a la hora de invertir, como se escuchó decir a otra delegación de la Unión Europea en una instancia similar: “Cuando los argentinos inviertan en Argentina, nosotros también”.
Nosotros, los datos:
El Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina, presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o UNICEF en 2009 -que contiene información de 21 países-, realiza un recorrido de sur a norte desde la Patagonia hasta México, con un registro de 522 pueblos indígenas y describe la situación de 420 lenguas -con distinto grado de vitalidad- que se hablan en la actualidad. Hablamos de 50.000.000 de personas que no tienen la misma ascendencia que se imagina y promociona.
Este “todos nosotros” (los descendientes de europeos) excluye a “todos los otros”, las implicancias de esta afirmación pueden verificarse en el perfil de las políticas que caracterizan la actual gestión de gobierno, que vienen tensionando el mandato de la Constitución nacional, que en este punto contó con un grado absoluto de consenso entre todas las fuerzas políticas democráticas representadas en la Asamblea Constituyente de 1994, que, en su artículo 75 inciso 15 afirma: “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos y sus derechos…”.
Entre estos derechos constitucionalmente reconocidos por la sociedad argentina en su ley fundamental se encuentran los derechos al territorio, a la reproducción y fortalecimiento de identidades y pautas culturales, así como a la salud y a la educación bilingüe e intercultural; ésta última, lamentablemente desarticulada a nivel nacional a principios de 2016, y actualmente limitada a acciones socioeducativas sostenidas con fondos mínimos del Banco Mundial.

La buena educación
Desde nuestro punto de vista, si la buena educación es de todos, con todos y para todos/as, ha de ser una educación intercultural que sólo puede darse en un marco democrático y de diálogo intercultural, lo que a su vez implica el conocimiento y reconocimiento de la existencia del otro, y no sólo de su existencia, sino de su carácter de interlocutor, respetando su identidad, origen y descendencia, así como sus diferencias, distintividad y, a su vez, hacerlo en paridad de condiciones.
Para ello, la educación intercultural requiere ser comprendida no sólo para las comunidades de pueblos originarios sino para el conjunto de la sociedad, y con mayor énfasis, dirigida hacia los sectores dirigenciales y de las élites locales, que es donde se verifica -a partir de las afirmaciones gubernamentales- su mayor necesidad y urgencia.
“Con la recuperación democrática, la Argentina adscribe a la tendencia mundial de reconocimiento de la diversidad”. Con esta afirmación se inicia la fundamentación del documento que da origen a la educación intercultural bilingüe en la normativa educativa nacional. El estado de derecho ha sido el principal aliado de una educación atenta a la diversidad de tradiciones culturales ricas y variadas que nos constituyen como sociedad. La atención a esta diversidad es un tema de la agenda democrática regional e internacional, no sólo en el campo de la educación.
Expresiones de negación de la diversidad van en sentido opuesto a los convenios internacionales suscriptos por nuestra joven democracia, y representan un retroceso en la profundización de las políticas y lenguajes que con tanto esfuerzo hemos construido en los últimos 35 años.

Estas líneas han sido escritas en el día de la identidad, en homenaje al natalicio de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

* Perito en Antropología Aplicada. Ex Coordinador de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación de la Nación.