La prohibición del BDS: ¿Resulta un daño para Israel?

Organizaciones judías estadounidenses critican al parlamento israelí por prohibir la entrada de aquellos que se expresan a favor del Boicot, Despojo y Sanción (BDS).
Por Akiva Eldar *

Si hubiera sido un ciudadano americano, incluso un judío que respeta de forma estricta el régimen de Kashrut, no me hubieran recibido en el Estado de Israel. Resulta que bajo la nueva legislación aprobada el 6 de marzo por la Kneset, a aquellos ciudadanos no israelíes y residentes no permanentes (o nacionales extranjeros) que se han comprometido a formar parte del Boicot, Despojo y Sanción (BDS) no se les garantizará la entrada al país.
Su antecedente resulta una ley sancionada en 2011 que establecía las penas para aquellos que llamasen a realizar un boicot a Israel, siendo que el “Boicot en contra del Estado de Israel” se aplica a “aquellas áreas bajo el control del Estado de Israel”. Cinco años atrás, publiqué un artículo con título en hebreo cuya traducción sería “Razones de más para no comprar productos provenientes de los asentamientos”. En toda mi vida, ni una hoja de lechuga entrará a mi cocina.

Pocas cuestiones dividen a la sociedad israelí y alteran la estabilidad política de la manera en que lo hace la ocupación y la máquina de asentamientos. Sólo basta con observar los entredichos verbales intercambiados el 2 de abril entre el primer ministro Benjamin Netanyahu y el líder de HaBayit HaYehudi Naftali Bennett acerca de la decisión del gabinete de frenar la construcción en los asentamientos bajo presión estadounidense.
No hay cuestión que cause más daño a la posición internacional de Israel. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel y la Unión Europea se enfrentaron en enero a partir de la resolución europea que aclaraba que los acuerdos celebrados con Israel sólo serían pertinentes en el territorio delimitado por la frontera previa a 1967, restricción que “no constituye un boicot a Israel”.

A través del tiempo, los asentamientos se han convertido en una verdadera disputa entre Israel y grupos de judíos liberales alrededor del mundo, especialmente en Estados Unidos. A pesar de las actividades previas de estos grupos, parece que el trauma de la derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales sumado al romance incipiente de su rival, el presidente Donald Trump con Netanyahu, ha desplazado las protestas en contra de la expansión de los asentamientos a la voz de organizaciones relativamente pequeñas, como J Street, Americanos para Shalom Ajshav y el Nuevo Fondo de Israel. Tanto la derecha política israelí como los participantes de la reciente Convención Anual del Comité de Relaciones Públicas Americano Israelí (AIPAC por sus siglas en inglés) celebrada en Washington, no pudieron ocultar su regocijo en cuanto a la crítica del Embajador de la administración Trump en las Naciones Unidas, Nikki Haley, a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad, la cual condena los asentamientos.

A pesar de que Trump expresó en la entrevista publicada en febrero en el periódico pro-Netanyahu Israel Hayom, que la construcción de asentamientos no resulta útil para el proceso de paz, y que llamaba a Israel a que “actúe razonablemente”, su enviado prometió negarse a apoyar cualquier resolución de las Naciones Unidas que se opusiera a los asentamientos israelíes.

Pero mientras la derecha israelí y los afines a AIPAC se regodeaban en el esplendor de las afirmaciones de Haley, el gobierno israelí frenaba las construcciones de hogares judíos en los territorios ocupados. El 31 de marzo, el gobierno más derechista en la historia del Estado estableció que hay una diferencia existente entre los territorios que se encuentran bajo la soberanía israelí y aquellos que se encuentran bajo su ocupación, y su construcción limitada de asentamientos en sus fronteras existentes.

¿Esto significa que boicotear los productos de los asentamientos es diferente que boicotear a Israel? Sí. Una clara respuesta a este dilema provino de un sector que aquellos promotores de la prohibición del activismo del BDS (siendo en la Knesset los miembros del partido centro Yesh Atid) no esperaban.

Como reacción a la legislación del 6 de marzo, el Comité Judío Americano expresó en un comunicado: “Como ha demostrado ampliamente la historia del mundo democrático, limitar la entrada de visitantes determinados por sus perspectivas políticas no amenazará por sí al BDS”. El presidente del Comité, David Harris, advirtió que la nueva ley “no contribuiría a la imagen de Israel como faro de la democracia en Medio Oriente”, sino que generará más dificultades en defender su legitimidad.

La Liga Anti-Difamación, otra organización central para la comunidad judía americana, expresó que la nueva ley daña a Israel y que sus mejores defensores ante el movimiento BDS son la democracia israelí, el pluralismo y la apertura de su sociedad.

La cuestión de los asentamientos ha logrado llevar su controversia al corazón de las comunidades judías más importantes fuera de las fronteras israelíes. No hay certeza alguna de que esta vez los colonos y políticos afines a la cuestión encuentren su apoyo. La encuesta a judíos estadounidenses llevada a cabo en 2013 por el Centro de Investigaciones Pew, indicó que el 17% apoyaba la ocupación con los asentamientos y que el 44% creía que ellos eran dañinos para la seguridad de Israel. Sólo el 38% de los encuestados respondieron que creían que Israel estaba haciendo un verdadero esfuerzo para alcanzar la paz con los palestinos. Cabe resaltar que los líderes judíos siempre fueron prominentes en la Unión Americana de Libertades Civiles. Al día de hoy, los judíos americanos orgullosamente aclaman al Rabino Abraham Joshua Heschel, quien caminó junto a Martin Luther King en la famosa Marcha Selma de 1965.

Resulta interesante que el miembro árabe del parlamento israelí Ayman Odeh, líder de la lista de la Junta Árabe, dijo durante el debate de la ley que durante su última visita a los Estados Unidos, conoció miles de judíos que apoyaban el boicot a los asentamientos. “Estas personas no se oponen al Estado, se oponen a la ocupación”, dijo Odeh. “La ocupación convertirá a Israel algún día en el leproso del mundo”.
David Amsalem, representante de Likud en el Comité de Asuntos Internos del parlamento israelí, expresó en el mismo debate que quienes apoyan el boicot no diferencian entre el Estado y los asentamientos. “Creo que estas personas son realmente antisemitas”, opinó.

Gracias a mis padres, que inmigraron a Israel debido al antisemitismo en Europa, como ciudadano israelí me permito apoyar el boicot en contra de la ocupación sin arriesgarme al exilio de mi país.

Gracias al Fiscal General Avichai Mandelblit, no veré mi nombre en la propuesta base de datos de aquellos ciudadanos israelíes que apoyan el boicot a los productos provenientes de los asentamientos israelíes y la sanción a los mismos.
Mandelblit forzó al Ministro de Seguridad Pública Gilad Erdan -quien resultaba impulsor de dicha base de datos- a que delegue la vigilancia de los ciudadanos Israelíes a la Shin Bet.

Fuente: Israel Pulse de Al-Monitor 

* Akiva Eldar es columnista del periódico Israel Pulse de Al-Monitor. Fue columnista especializado y editor de Haaretz así como también estuvo al frente de la Agencia Estadounidense de Noticias Hebreas y de los asuntos de correspondencia diplomática. Su libro más reciente (con Idith Zertal), ‘Amos de la Tierra, en los asentamientos judíos’, estuvo en la lista de best-sellers de Israel y fue traducido al inglés, francés, alemán y árabe.

Traducción al inglés: Ruti Sinai
Traducción al español: Maia Czarny