Líder militar y político, amado y odiado como pocos

Murió Ariel Sharon

Tras permanecer en estado vegetativo durante ocho años, el militar y político israelí falleció a los 85 años. Tras su deceso, previsible debido al agravamiento de su deteriorada salud, se multiplicaron los elogios y las críticas a quien fuera uno de los líderes más cuestionados y rechazados de la historia del Estado hebreo, pero también respetado y admirado por amplios sectores de la derecha. Su trayectoria política no fue lineal, ya que en el cenit de su carrera ordenó la retirada unilateral de la Franja de Gaza y abandonó al Likud para girar hacia el centro con Kadima, ante la sorpresa e indignación de sus seguidores más extremistas.

A fines de 2013 los médicos que atendían al ex primer ministro Ariel Sharon certificaron el deterioro de su salud, debido a fallas renales y una infección sanguínea tras ocho años de permanecer en coma.
Al conocerse su deceso, el dirigente que fundara Kadima recibió elogios por parte de la clase política israelí. El primer ministro y antiguo rival Benjamín Netanyahu dijo que el recuerdo de Sharon “está grabado en el corazón de Israel” y lo calificó de “valiente luchador y gran militar”. No obstante, la retirada unánime de la franja de Gaza provocó notables desencuentros entre ambos líderes.
“Se entregó a la heroica batalla de salvar su vida con la misma actitud que tuvo estando activo, la de un soldado valiente, un hombre de Estado atrevido”, dijo por su parte el presidente Shimon Peres, en referencia a los ocho años que Sharon estuvo en coma. Y agregó: “Fue uno de los mayores defensores de Israel, que no conoció el miedo. Sabía cómo decidir y cómo actuar”.
El legado político de Sharon pervive con Tzipi Livni, a la que él nombró en varios cargos, hasta concederle el ministerio de Relaciones Exteriores. Con gran pesar, quien actualmente funge como responsable de Justicia y lidera el equipo israelí que negocia con los palestinos, recordó a Sharon como “un granjero, un soldado y un primer ministro que se convirtió en el padre de una gran nación”. “Pero sobre todo –añadió-, era un hombre al que quería”.

Lógicamente, entre los palestinos el recuerdo de Sharon es infausto. Muchos lo consideran responsable de la muerte de Yaser Arafat, y aún actualmente lo acusan de haber ordenado su envenenamiento con polonio, a pesar de que varios estudios rechazaron esa hipótesis.
Mahmud Labadi, jefe del Comité de Relaciones Exteriores y con los países árabes de Fatah, el partido del presidente palestino Mahmud Abbas, declaró que: “Estamos tristes porque el conflicto no se ha resuelto durante su período como primer ministro, pero no por su muerte ni por la de ningún otro israelí que ha cometido masacres contra los palestinos».

Tuvo una carrera militar brillante, que se vio finalmente empañada por la invasión a El Líbano de 1982, con Menájem Begin como primer ministro y Sharon como ministro de Defensa. Aparte de una falta clara de objetivos a largo plazo, que condujeron a una retirada desordenada, Sharon fue sindicado por la Comisión Kahan como responsable de no haber impedido la matanza de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Beirut, a manos de una milicia cristiana.

Hijo de padres bielorrusos, Sharon nació en Kfar Malal en 1928, durante el mandado británico. Con sólo 14 años se unió a la Haganá. Tras la Guerra de la Independencia, el Ejército le encomendó el liderazgo de la Unidad 101, encargada de tomar represalias después de infiltraciones y ataques palestinos. Fue así que ascendió entre los rangos militares, con fama de temerario y brillante, a pesar de una rebeldía que solía convertirse en desobediencia.
Lideró operaciones en la península del Sinaí en las sucesivas guerras de Israel, y en la guerra de Yom Kippur asumió el riesgo de cruzar el Canal de Suez para aislar al Tercer Ejército egipcio. Según escribió en un informe de operaciones, “ese cruce fue el punto de no retorno de la guerra… fue el cruce lo que nos dio la victoria”.

Luego se convirtió en líder del Likud. Antes y después de su traspié como ministro de Defensa durante el gobierno derechista de Begin, motorizó la controversial aprobación de más de 100 asentamientos de colonos en los territorios ocupados.
En el año 2000, como candidato al ejecutivo, visitó la explanada de las Mezquitas y encendió la mecha de la segunda Intifada, durante la que murieron en una década 1.000 israelíes y 6.300 palestinos. Al ser elegido primer ministro en el año 2001, con una de las mayores victorias de la historia política israelí, decidió que era la hora del pragmatismo. En su discurso inaugural empleó la palabra paz 22 veces.
Ocupó el cargo hasta que sufrió un infarto cerebral en enero de 2006, después de haber fundado el partido centrista Kadima, que, pese a su ausencia, ganó las elecciones de ese mismo año y catapultó a su delfín Ehud Olmert al puesto de primer ministro.

El segundo ataque cerebral que sufrió lo dejó en coma todos estos años, y a pesar de breves intervalos en los que los médicos detectaron leves incrementos de la actividad cerebral, nunca llegó a recobrar la conciencia. En 2010 fue trasladado a su granja de Havat Shikmin, en el desierto del Negev, donde pasó gran parte de los últimos años. El gasto de la atención médica a Sharon, según una estimación de la Knésset de 2010, era de unos 1,6 millones de shékels al año.

Su vida personal también fue intensa y bastante atormentada. Se casó con Margalit Zimmerman en 1953. Tuvo con ella a su primer hijo, Gur. En 1962 ella murió en un accidente de tránsito. Un año después, se casó con la hermana de su esposa fallecida, Lily, que le dio otros dos hijos, Omri y Gilad. En 1967 su hijo mayor falleció a los 11 años, cuando por accidente se disparó al jugar con un rifle antiguo en la residencia familiar. Sharon lo encontró en estado crítico, y lo vio morir entre sus brazos. Lily, su última esposa, falleció de cáncer en 2000.