Raquel Liberman, la mujer que hizo caer a la red de trata y prostitución Zwi Migdal

Tzavta y Nueva Sion organizaron un homenaje a Raquel Liberman, el pasado martes 6 de abril, en el cual participaron la escritora Myrtha Schalom, activista feminista y autora de libro "La Polaca"; José Luis Scarsi, investigador, autor del libro "TMEIIM: Los Judíos Impuros"; y Silvina Chemen, rabina, Licenciada en Ciencias de la Comunicación, y graduada en Lengua Hebrea y Biblia. Horacio Ferber, nieto de Raquel Liberman, también ofreció su testimonio.
Por Dario Brenman

La primera en hablar en esta actividad, coordinada por Mariano Szkolnik, fue Myrtha Schalom, quien afirmó que Raquel Liberman fue la primera mujer que, con voz propia, se atrevió a denunciar frente a la justicia argentina a una poderosa organización como Zwid Migdal: “(…) su actividad al ser pública (porque todos los diarios de Buenos Aires contaban el hecho de esa denuncia) de alguna manera visibilizó los estragos que durante 62 años se cometieron por la regulación de los prostíbulos en nuestro país: desde 1875 a 1936. Y, no solamente eso, sino que, a través de ella vamos a conocer, de alguna manera, las condiciones infrahumanas de las pupilas sometidas a la explotación sexual, porque lo importante en estos casos se oculta al prostituyente, al mal llamado cliente”.

Mas de 400 socios de la Zwi Migdal traficaron mujeres trayéndolas a la Argentina desde Rusia, Polonia y Rumania. Raquel Liberman, desde 1924, fue prostituida en el burdel de la calle Valentin Gomez 2888.

“(…) en ese lugar, en esa vereda, pudimos colocar desde el 23 de septiembre del año pasado, con la ayuda de la comuna 3 de Balvanera y otra organización, dos placas conmemorativas”.

Al no convivir con su primer explotador, Jaime Sisinger, después de 3 largos años en los que pudo ahorrar, Raquel compró su propia libertad; fue a la comisaria 7, del barrio de once, y solicitó ser borrada del registro de prostitutas. ”(…) ese pedido fue el inicio de lo que va ser después, al final, la acusación de ella”.

Meses más tarde, Raquel volvió a la comisaria para reinscribirse, alegando que no se podía mantener con un negocio de compraventa que había puesto en la calle Callao 515. Esto intrigó al comisario Julio Alsogaray, quien les va a recibir las distintas denuncias.  “El 31 de diciembre de 1929, el último día del año, Raquel llega a la comisaria para denunciar a José Salomón Korn, que por un engaño fraguo, un casamiento religioso, robó su dinero y pertenencia y la devolvió al prostíbulo. Salomon Korn era un socio solapado de la Migdal. Así, esta organización castigó su rebeldía volviéndola al prostíbulo”.

Raquel Liberman

El último paso que ella va a dar, es justamente en mayo de 1930, cuando se presentó ante el juez de primera instancia en lo penal, el Juez Rodriguez Ocampo, para denunciar no solamente a Jose Salomón Korn, sino también a la Zwid Migdal. “Hay que pensar en la década del 30, una mujer con escaso idioma, que se presenta ante la justicia para denunciar. Esa es la mayor expresión de pedir la libertad y no ser nuevamente tratada como una cosa”.

El juez comienza con su expediente, va comprobando que durante 4 meses va a tener 4000 folios, y va a presentar la acusación y la prisión preventiva para 108 proxenetas en septiembre de 1930. “(…) también pensemos que el 6 o 7 de septiembre de ese año es el primer golpe de Estado, y en esa multitud de acciones alrededor va a sobrevivir este acto de valentía. Los pone presos a 108 proxenetas y además va a ordenar la persecución a 34 prófugos, pero el poderío de esos procesados lo va a conseguir a través de sus abogados, que lo van a retrasar hasta llegar a la feria judicial. Y, en este contexto, los tres jueces de la Cámara de Apelaciones, en Enero del año siguiente (1931), van absolver a 105 de ellos diciendo que no se pudo comprobar, que no hubo suficientes pruebas para comprobar la asociación ilícita los socios de la Migdal, y que tampoco hubo suficientes víctimas.  “Raquel fue una mujer que se atrevió a todo en un contexto muy machista en tribunales al igual que en este momento”.

Diario Critica 1930

“(…) me preguntaba por qué no hubo libros ni periódicos que se interesaran por la vida de esa mujer. Porque no sabíamos absolutamente nada de ella salvo que en esa denuncia dijo ser soltera y sin familia en el país”. Recuerden esto, que pasó en 1930/1931.

Luego de 70 años invitan a Myrtha a un programa de televisión “Siglo XX Cambalache”, para que hable sobre la prostitución y la trata en la década del 30. Se proyectaron imágenes de ese momento y la única y conocida foto de Raquel Liberman fue mostrada ahí. “(…) del juez, del comisario, algunas partecitas de películas que trataron el tema, pero la única foto era del registro municipal de prostitutas, y esa borrosa imagen en un televisor vista por Raquel Ferber, su nieta, será la revelación de un secreto familiar”

“Ella y su hermano Horacio buscaron y hallaron documentación, cartas en idish que fueron traducidas, fotos. Les relaté que, en la declaración ante el juez, ella había dicho que era soltera y sin familia. Ahí apareció toda la generosidad de esta familia Ferber, que son los herederos del primer hijo de Raquel Liberman. Quiero nombrarlos, Horacio y Raquel. Inclusive Raquel, a su vez, tuvo dos hijas…”

Raquel Liberman nació el 10 de julio de 1900. En 1919, a sus 18 años se casó con Yacov Ferber. Después del nacimiento de su primer hijo en 1921, Yacov Ferber se vino a Buenos Aires, en calidad de inmigrante, porque tenía a una hermana casada en Tapalque. Se llamaba Elke Ferber y estaba casada con un tal Mauricio Minrot, “(…) lógicamente en esos momentos era una gran alegría, pero cuando Yacov se va, desconoce que Raquel quedó embarazada del segundo niño, se fue sin saberlo. Lo supo cuando ya estaba acá. En la circuncisión de su segundo hijo hay una carta maravillosa donde él lamenta no poder estar en ese momento tan importante para los judíos. Les voy a compartir un fragmento de una carta de Raquel a su esposo, al recibir los pasajes para viajar: ‘Varsovia, 20 de abril de 1922’. En la parte superior dice ‘último día de Pesaj’. ‘Mi querido esposo Yacov: la felicidad es enorme, la correspondencia se terminará y nos veremos cara a cara. Nuestros dos pequeños y yo somos pacientes porque un espléndido futuro nos espera en Buenos Aires. Veo cómo se acerca nuestra salvación’”.

Raquel embarcó ilusionada con sus dos hijos, y entonces pensó que construirían una vida pintada a nuevo con su marido. Pero ese día no llegó, porque Yacov murió a los pocos meses de su arribo.

“(…) Para continuar la escritura de mi libro ‘la polaca’, necesitaba ir tras los pasos de la joven viuda, para buscar indicios que me ayuden a descubrir el eslabón que me faltaba. Los periódicos a veces ayudan a resolver enigmas. Entonces voy a buscar en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, y veo en el diario “Ultima Hora” del domingo 25 de mayo, justo a los pocos días que ella denuncia, una nota en la sección policiales que decía que Elke Ferber había sido detenida. Era la hermana de Yacov y era socia de la Migdal”

Para devolverle identidad, después del juicio a los impuros, Raquel pretendió volverse a Polonia, porque estaba amenazada por los rufianes absueltos. Pidió la Visa, pero por su exposición pública se le demoró, y murió el 7 de abril de 1935. Tenía 35 años.

Cementerio de Avellaneda

Por otro lado, José Luis Scarsi tocó el tema del cementerio, porque es un tema que atraviesa toda la historia de la Migdal desde su organización y, evidentemente, en la actualidad, también la de Raquel Liberman. “La Swig Migdal nos queda en el inconsciente colectivo. Se llamó por muy pocos meses con ese nombre, porque en el año 1929 fue cuando termina de cambiar. Anteriormente se llamaba ‘Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia’. Y, en realidad, fue una institución de este tipo, pero hay gente que piensa que era como una pantalla que los rufianes usaban para protegerse. Sin embargo, como decía Myrtha, la prostitución tolerada por el Estado estaba permitida. O sea que no hacía falta ninguna pantalla”. Cambia ese nombre porque justamente el embajador de Polonia, en esa época, estaba pensando hacer una queja a las autoridades argentinas, porque no podía ser que una organización de rufianes llevara el nombre de la capital del país polaco. Sin embargo, esto encierra cierta dosis de hipocresía, porque solamente en esa capital, en ese mismo año, había 26.000 prostitutas registradas por la policía. “(…) Esto también hay que tenerlo en cuenta, como también hay que tener en cuenta que muchas mujeres que llegaban a la Argentina lo hacían engañadas, pero muchas también llegaban sabiendo el destino que les ocurriría, y esto también es hipócrita.  Cuando admitimos que estaban engañadas centramos la responsabilidad en un pequeño grupo de personas que hacían eso, pero si admitimos que muchas sabían de qué se trataba, estamos abriendo mucho más el abanico a la cantidad de actores que sostenían este tipo de organizaciones y este tipo de tráfico; desde gobiernos hasta organizaciones y particulares”.

Cuando comenzaron a llegar los primeros inmigrantes judíos y se comenzaban a nuclear, empezaron a vivenciar algo muy diferente que lo que venían viendo en Europa. Vinieron a buscar un futuro diferente y realmente lo encontraron. Principalmente la libertad para moverse. En el Imperio Ruso estaba prohibido trasladarse, la mayoría de los judíos estaban restringidos a una zona que podía ser una parte de Polonia o Ucrania, y no se podían mover de ahí. La cantidad de varones que podían acceder a la educación no sobrepasaba el 10%, y de las mujeres ninguna.

En la Argentina, una de las primeras cosas que consiguieron fue trabajar y estudiar en lo que deseaban. Ya la primera y segunda generación de esos inmigrantes comenzaron acceder a la facultad, empezaron a mirar el mundo desde otro lugar; la posibilidad de hacer una crítica de cómo se iban a plantar ante la mirada de los demás. “(…) y esto también tuvo que ver con la mirada de los impuros, los tratantes de blancas, en este caso los prostituyentes. A este grupo lo tenemos que apartar, esa gente no puede ser parte de la comunidad como pasaba en Europa. Aquí tiene que ser distinto, es comenzar de cero. Y esa otra concepción del mundo fue la que impulsó a esa exclusión de rufianes, lo que dio como resultado que solamente en Argentina y Brasil (y Estados Unidos apenas), los rufianes se tuvieran que organizar y reproducir aquellas instituciones de las que habían sido apartados en aquel entonces. Por eso, tuvieron que promover sus sitios de reuniones, lugares sociales y hasta el cementerio, desde el aspecto religioso y constitutivo de lo que es el judaísmo. Un lugar que no tenían ni para caerse muertos, porque no eran aceptados. No es casual entonces que una organización de rufianes tenga que tener un cementerio”

Una de las cosas que promovía este nucleamiento justamente era poder administrar un cementerio, y para poder hacerlo había que cumplir pasos legales. Había que tener reuniones societarias, listas de socios, asambleas “(…) y esto lo que nos permite es estudiar a la Migdal , a diferencia de otras organizaciones de tratantes que se manejaron en forma clandestina. (…) No es como a veces se piensa. No es que los judíos manejaban la prostitución en Argentina, los judíos quedaron expuestos justamente por esa situación de tener que llevar adelante estas sociedades de tratantes, que se llamaban ‘Sociedad de Socorros Mutuos’ y, para poder tener el cementerio, todo eso los expuso desde lo legal y desde lo material. Con el cementerio y la sede que tuvieron en la calle Córdoba viene esta cosa del inconsciente colectivo de pensar que eran los únicos que manejaban la prostitución en Buenos Aires. Cuando no llegaban al 20 o al 25% del negocio después estaban los franceses, los italianos, había otra cantidad de rufianes que trabajaban en Argentina que no quedaron expuestos”.

Para Scarsi, otro tema que es muy importante es el paradigma que está cambiando que era el de “de aquello no se habla”, “que no se exponga”, que “es una mancha para la comunidad judía”. “(…) porque justamente el hecho de que exista un cementerio de rufianes lo que nos está demostrando es el éxito de la campaña que tuvo la comunidad judía para perseguirlos, para excluirlos, para exponerlos y para visibilizarlos, que tiene que ver y va muy de la mano con lo de Raquel Liberman. Si no hubiese estado apoyando la comunidad judía a esa denuncia presentada, si desde la sociedad de protección de mujeres y niñas no hubieren estado apoyando con documentación como lo hicieron la denuncia, no hubiese prosperado de la forma que prosperó”.

Los rufianes estaban todos marcados por la sociedad de protección de mujeres y niñas. El tema del cementerio es visibilizar la campaña, que fue el único grupo social de inmigrantes que combatió a los rufianes. Porque los franceses, los italianos, los españoles y los argentinos no tuvieron persecución, y estuvieron integrados a su propia sociedad. Los únicos que fueron excluidos fueron los judíos.

Sobre el cementerio, Scarsi estuvo trabajando hace muchos años por un camino similar al de Myrtha en relación, por ejemplo, a las escrituras del cementerio. Estas son seis, y se desarrollaron en las diferentes etapas en las que fueron comprando esa propiedad. Hablan también de las reuniones que tenían que hacerse para poder recibir la compra, y el grupo de socios. En general estaban divididos en dos sociedades: la Varsovia por un lado y la Ashkenzi por el otro. Unos eran los polacos y los otros eran de origen ruso. Ambas trabajaban y administraban el cementerio de manera conjunta.

“(…) después pude encontrar los expedientes municipales, y, es interesante tener conciencia de cómo actuaron los diferentes valores en ese momento. En los años 50 y 60 había una intención de la municipalidad para hacer del cementerio una playa de estacionamiento. Y si no se llegó a hacer fue por los recursos que interpusieron de parte de los administradores del cementerio, simplemente por un tema piadoso. Hay también recolectadas gran cantidad de fotografías del lugar. Myrtha pudo conseguir el libro de sepulturas del cementerio, que no está completo y es del año 1921, el cementerio es de 1904. Son 200 páginas que lo han cedido y lo hemos podido analizar. Junto con el libro y el trabajo de campo se pudieron identificar 550 sepulturas. El cementerio también es un espacio que homenajea a mujeres víctimas de violencia sexual, de trata de personas. No es un cementerio de prostitutas y rufianes, como se dijo muchas veces, sino que es un cementerio administrado por aquellos rufianes donde fueron a parar los mismos, sus esposas, hay registros de niños, y de comerciantes que estuvieron asociados, de alguna manera, a la Migdal o a la Varsovia, si se quiere, y hay casos específicos”.

Por último, la Rabina Silvina Chemen expresó: “Yo me crie en mi adolescencia creyendo que la comunidad judía tenía un cementerio que estaba cerrado por cuatro candados y que de eso no se podía hablar. Que ahí había algunas chicas que fueron vendidas, que eran judías, pero que no se podía hablar. También crecí entendiendo que algunas organizaciones de nuestra comunidad no querían hablar de algunos temas”

Chemen comenta que a través de los años estudió idish en la escuela secundaria y en un profesorado superior. En un momento dado, su profesor de idish le escribe desde Lituaña, y le comenta que la van a llamar por teléfono de parte de él.  “(…) y así estos lazos invisibles que tienen que ver con ser parte de una familia grande que es comunidad, hizo que un profesor de idish de una alumna sefaradí como yo, de abuelos que vinieron de Siria, se pongan en contacto con una artista alemana que consiguió fondos para hacer una obra particular sobre el cementerio de Avellaneda. Fue ahí donde conocí a Myrtha. La obra era la filmación de cómo se iba desmalezando. Y ahí estaba Myrtha, que sentía que se hacía justicia a su investigación, a su libro, a esa historia que ella fue haciendo propia y no solamente por Raquel sino por tantas otras mujeres de entonces y de ahora por las que lucha”.

En otra parte de su disertación, Chemen comenta que la artista le dice que no era justo que Raquel no haya tenido “la ceremonia de sepultura que se merece”. “(…) Por eso pusimos una placa y la inauguramos como si fuese el momento de su sepultura, e hicimos kadish por el descanso de su alma, y por el descanso de tantas otras. Porque una cosa que les paso, además de la tragedia de sus vidas, es que sus nombres fueron borrados. Sus historias fueron silenciadas, y entonces la comunidad las volvió a matar de nuevo. Y si estamos acá es para volver a darles nombre a cada una y a sus historias. Y no solamente a sus historias en el pasado, sino que pienso cuáles son sus enseñanzas de esto que nos está conmoviendo tanto, enseñanzas para nuestro presente y para la construcción de nuestra sociedad argentina. (…) José Luis hablaba de paisajes culturales y yo pensaba que, quizás, una manera de componer, en algún lado, el silencio a las que se las conminó a estas mujeres que sufrieron, a estas familias que vendieron sus cuerpos y se llenaron de dinero por ellas, es hacer de ese lugar de Avellaneda un espacio de memoria y educación. Nosotros tenemos que ir ahí para hablar de trata de personas.  La trata de personas es el sistema de esclavización más grande que tiene la humanidad”.

“Si me preguntaran por la Torá, la misma dice: ‘no profanes a tu hija para prostituirla’. Cualquier uso y abuso del cuerpo del otro es profanación para nuestra tradición. Y aunque después, en la vida social, seas un gran observante, una persona prueba que muestra a sus hijos limpios con grandes universidades, profanando el nombre de Dios.  Cuando tomas el cuerpo del otro y lo haces tuyo a tu antojo por tu propio beneficio”.

“Podemos entender todo, podemos comprender los contextos sociales, la situación comunitaria, podemos entender el machismo y el sistema patriarcal de aquel entonces, podemos entenderlo como algunos que hicieron la vista gorda, que entendían que esto era un trabajo digno, como otros que decían que ‘en otras sociedades hay putas, entonces por qué te sorprendes?’ , pero lo que hoy no podemos es seguir aceptándolo. Porque hoy la sociedad cambió, porque los derechos se ampliaron y porque cada una de las personas que habita esta tierra tiene derecho a vivir en libertad y hacer lo que quiere, porque le asiste el derecho humano de ser quienes quieren ser y que nadie gobierne su cuerpo, su mente, su espíritu”.

“(…) En ese sentido uno podría decir lo siguiente: en toda tragedia histórica humana están los victimarios, no hay duda de los perpetradores, los proxenetas, los rufianes , los impuros. Para la Torá todo lo que es ‘tame’ es aborrecido.

“Hay victimarios y hay un Estado que tiene que perseguirlos, porque hay una ley que dice que eso es delito. Hay víctimas que tenemos que visibilizar, pero hay un montón de silencios que tenemos que dejar de apañar. Silencio de todas esas microhistorias que sabemos de mujeres y niños vendidos, prostituidos, utilizados al antojo del poderoso de turno. Para eso necesitamos un Estado fuerte que no tema desbaratar sistemas de trata de personas que esconden también apellidos nobles. También pensaba: lo peor que podemos hacer con esta historia es volver a encerrarlas en el cementerio, porque esta historia no está muerta. Si las encerramos en ese lugar habremos dicho borrón y cuenta nueva, y el capítulo de la vida sigue adelante. Y solo quedará en un libro viejo que se venderá por Mercado Libre de nuestra querida Myrta Schalom.

“La mejor manera de conservar la santidad de nuestra ley, de nuestro llamado, es poder escandalizarnos ante el delito y poder ponerles palabras donde otros pretenden que haya silencio, escondidos bajo mil formas.  Pero quizás no lo podamos hacer de a uno. Los protectores también en la época de la Shoa, los protectores que protegieron vidas, memoria, no lo hicieron solos. No hay que inmolarse, tenemos que juntar a los buenos, que somos la mayoría, a los que nos preocupan los derechos humanos de todos, y hacerle frente a los silencios de algunos pocos que no quieren decir las verdades de esta época histórica que nos exige decir”.

Horacio Ferber: (Nieto de Raquel Liberman), habló también a los participantes: “Es una gran emoción, primero, lo de esta chica Zulema con su canto. La verdad me fascinó. Parecía que me transportaba a un estrella en una noche llena de estrellas, como si fuera la imagen de mi abuela, que desapareció enseguida. Yo también estuve en el cementerio. Un día fuimos con Myrtha. Es factible que Silvina también haya estado. Lo que puedo decir es que el 7 de abril de 1935 murió Raquel Liberman en Buenos Aires, llegó de otras latitudes con dos hijos (eran mi viejo y mi tío), y antes vino su esposo, mi abuelo, que era sastre. Con mucho sacrificio juntó un dinero para los pasajes de su familia, se los envió y se encontraron en esta bendita Argentina de futuro y bienestar en aquellos tiempos de guerra donde el dolor era infinito en la sangrienta Europa. El encuentro era toda una felicidad, pero la injusticia del destino dejó a Raquel en total desolación, con dos hijos y la muerte de su marido, y sin saber el castellano.

La contactaron con una sociedad, Zwid Migdal, de ayuda a los inmigrantes, que resultó ser una mafia de prostitución judía. Esta casta social de miserables es donde el vil metal era su única meta. Después de años de sometimiento, logró denunciar con ese temple de mujer libertaria a toda esa red de escoria humana. Otro aniversario donde te recordamos como bandera de luchas y convicciones, querida Raquel, presente”.