En vísperas de los Iamim Noraim, Moria Casán sorprendió al pronunciar algunas palabras en hebreo en el prime time televisivo de la Argentina bajo cuarentena. Es que, como una manera de inyectarle un poco de dinamismo al reality de Tinelli que este año no conduce Tinelli, la bastonera del jurado del Cantando 2020 introdujo devoluciones parciales en otros idiomas. Y no lo hizo en inglés, francés o portugués sino en lenguas más desconocidas para las grandes audiencias. En el comienzo fue chino mandarín, luego siguió el ruso y en tercer lugar vino el hebreo.
“Hoy estoy más protegida que nunca, porque mi nombre es sagrado y viene del lugar más sagrado de Jerusalén, que es el monte Moriah” (Ver aquí), dijo Moria Casán el 10 de septiembre en la pantalla de Canal 13, a días del comienzo de Rosh Hashaná. “Cuando estuve en Israel me emocioné porque lo único que queda de ese gran templo es el Muro de los Lamentos, así que estoy super honrada”, continuó con su locuacidad a la que estamos acostumbrados.
La idea de hablar en hebreo e introducir algunas cuestiones de la identidad judía en el mainstream televisivo le llegó a Casán a partir de un tuit del autor de esta nota (ver aquí) y de una conversación con una amiga judía, sionista y uruguaya que trabaja como maga e ilusionista. Judy del Bosque, tal su nombre artístico, fue la morá de Moria para la semana entera en que les habló a los participantes del concurso mitad en español y mitad en hebreo.
Si Moria tradujo su tradicional “Hola a todos, bienvenidos a la pista” por “Shalom lekulam, brujim habaim” fue porque Judy le armó un glosario en hebreo a partir de lo que sabe que dice en el programa. Moria Casán tuvo a su disposición una serie de vocablos y expresiones para juzgar a los cantantes del reality y puso cada uno de los puntajes también en hebreo. Así, el nueve fue tesha y el ocho fue shmone. “Ella me mandaba audios de Whatsapp para chequear si la pronunciación era correcta y le salía todo impecable, menos el shmone que le costaba un poquito”, le cuenta Judy del Bosque a Nueva Sion en la víspera de Yom Kippur.
Nacida en la década del 70 en el seno de una familia judía “muy muy religiosa” de Montevideo, Judy aprendió hebreo desde muy pequeña y recuerda sus Kippur pasados casi enteramente en el templo con su familia. Hoy, dice, elige celebrar Kippur de otra manera y con el respeto de siempre. “Yo hago mi propio Kippur, para mí Kippur es todos los días. Trato de estar al día y pedir disculpas en el mismo momento en que siento que me porté mal con alguien. Es cuestión de estar liviana y tener la paz emocional del que tiene la tarea al día”. Judy agrega que está “reseteada con el mundo” y es inevitable pensar en la similitud de esa frase con la máxima casanesca que es carne de memes en Twitter y de imitaciones en TikTok: “Estoy reseteada contra la huevada”.
Hija de un padre ingeniero y profesor de matemáticas y de una madre chef que trabajó mucho tiempo en televisión, Judy tomó cosas de los dos. Durante 25 años fue profesora de física, química y matemática en escuelas secundarias (o liceos, como les dicen en Uruguay) y de manera particular, antes de pasar a dedicarse full time a hacer shows de magia en estudios de TV, hoteles, embajadas y salones. Fue cuando tenía 20 años que se fue del hogar familiar en busca de nuevos rumbos y empezó a estudiar teatro y magia. Allí se enamoró de la poesía, de los textos de Carlos Castaneda, de la voz radial de Alejandro Dolina y conoció a personas con las que nunca se había topado. En ese momento de exploración, en que probó la marihuana por primera vez y se abrió al universo de las artes, su vida tomó un rumbo artístico alejado de los pizarrones y cerca de las tablas.
En 2010, de visita en Buenos Aires, el productor Daniel Fernández, conocido por haber hecho los musicales de Susana Giménez, le presentó a Moria Casán: “Tenés que conocer a Mo”., le dijo sin vueltas. Poco después la rubia y la morocha tomaron un café en el hotel Four Seasons y la conexión fue instantánea, se volvieron amigas enseguida. A ese café le siguió una cena y luego otra y otra, al punto de que antes de la pandemia han llegado a compartir tardes enteras en Punta del Este. “Hemos visto atardeceres con ella camuflada, para que no la vinieran a interrumpir para sacarse fotos. Es una persona muy culta y alguien hermoso para conversar”, detalla Judy. En esas conversaciones en las que no hace falta mirar el reloj porque el tiempo fluye, Moria y Judy hablan sobre sus vidas, sus familias, autores que están leyendo. Y sobre judaísmo. “A Moria le encantan la cultura y la religión judía. Fue a Israel ya dos veces y quedamos en que la tercera va a ir conmigo. Yo cada vez que voy le traigo cremas del Mar Muerto o regalos que le compro en el Shuk HaCarmel de Tel Aviv”.
En lo que va de su vida, Judy viajó a Israel… ¡54 veces! Es que sus padres hicieron aliá hace once años y antes se habían ido su hermana, que vive en Jerusalén, y su hermano, que es un rabino estudioso de la Kábala que vive en un kibbutz al norte del país.
Cuando se presenta para hacer shows de magia en Israel, a veces lo hace como Judy del Bosque y otras como Iudy Men Ya´ar. Consultada acerca de si cree que existe una relación entre el judaísmo y la magia, dado que hay muchos magos famosos que son o han sido judíos, como Harry Houdini, David Copperfield o Uri Gueller, Judy responde: “Cuando voy a una cena de shabat con mis padres y al prender las velas hacemos la abrajá con mi madre, hay magia en ese instante. La Kábala es magia pura. Y de hecho la palabra Abracadabra viene de sabios hebreos; es una palabra compuesta por palabras arameas que significan ´Crearé a partir de lo que hablaré´. Yo me hice maga para recordarles a todos que los milagros existen”.
Ahora, mientras echa de menos el leicaj de miel que hace su madre y piensa en cuándo podrá volver a viajar a Israel, Judy se prepara para vivir su propia versión de Kippur junto a su pareja, el médico Alberto Elbaum.
Y en esta época de balances y buenos deseos, nosotros podemos pensar acerca de lo que hizo Moria junto a su morá hace pocos días en uno de los programas más vistos de Argentina. Durante muchos años, a la tele la llamaron despectivamente “la caja boba”, como si nada valioso pudiera salir de allí. Y ahora, con demasiada prisa, se la da por muerta por el aluvión de las plataformas de streaming que supuestamente vendría a enterrarla de una vez por todas. Lo cierto es que la tele es una caja viva, que goza de buena salud y que sigue siendo el medio de comunicación más policlasista de todos. Con un dispositivo y una papa, ya nos puede trasladar a otros mundos. Y en este año de tanto encierro y tanto aislamiento, lo que hizo Moria Casán en el Cantando fue un brindis de amor y respeto al pueblo judío en uno de los lugares más inesperados. La magia puede aparecer en todas partes; es bueno tenerlo presente. ¡Lejaim!