Martha Nussbaum y Saul Levmore

La discriminación por razón de edad es la nueva frontera en la lucha por la igualdad de derechos

Desde Estados Unidos, la filósofa Martha Nussbaum y el abogado y economista Saul Levmore dialogan con Nueva Sión acerca de su libro Envejecer con sentido: Conversaciones sobre el amor, las arrugas y otros pesares. Por Ines Dunstan

La revista norteamericana Pacific Standard la definió como “una de las filósofas principales de los Estados Unidos… una leyenda viviente que ha contribuido a debates contemporáneos en torno a todo tipo de temas, desde los puntos más finos de la teoría política liberal y el feminismo, hasta el drama griego antiguo y la racionalidad de las emociones”. Martha Nussbaum es, sin dudas, una de las intelectuales más influyentes a nivel mundial en la actualidad. En Envejecer con Sentido, coescrito con Saul Levmore, exdecano de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chicago, Martha se muestra enojada con Simone De Beauvoir. En 1970, De Beauvoir argumentó que los individuos, y especialmente las mujeres, experimentan el proceso de envejecimiento como algo negativo. “¿Cómo se atreve a decirme cómo debo sentirme?”, se pregunta Martha, indignada, en el primer ensayo de Envejecer. Según la filósofa, las narrativas sociales y culturales sobre la tercera edad están llenas de estereotipos, la mayoría de los cuales denigran a las personas mayores al imputarles falta de atractivo físico, incompetencia e inutilidad, y el trabajo de Beauvoir valida estas imágenes contingentes y derogatorias, y priva de agencia a las personas mayores.
Martha se queja, y con razón. Se niega a ser definida por lo que considera un discurso cultural que homogeneiza el envejecimiento como pérdida. Como nos recuerda, el progreso del envejecimiento es sumamente variable de persona a persona. Siempre y cuando uno goce de salud, la experiencia no tiene por qué ser triste ni miserable. Por el contrario: a los 71 años, Martha se siente saludable y vigorosa, disfrutando a pleno de su vida, de su actividad intelectual, y del respeto y la admiración que despierta en sus lectores y estudiantes. En este sentido, gran parte de Envejecer con Sentido busca desafiar la estigmatización social de la tercera edad y recordarnos que la vida no tiene por qué ser terrible durante este período; por el contrario, el envejecimiento puede ser una etapa de enriquecimiento, de autorrealización, de compromiso social, de entendimiento, de redescubrimiento, de aprendizaje, de enseñanza a otros, y de perdón.
Más aun, para Martha, la idea de que el proceso de envejecimiento está fuera de nuestro control es errada. Hoy por hoy, con todo lo que sabemos sobre el valor de la actividad física, de una buena dieta y de las amistades, gran parte de nuestro destino está en cierta medida dentro de nuestro control. Como escribe en el libro: ‘Inclusive el estado del cuerpo que envejece no es un hecho: es una serie de posibilidades… A medida que la gente envejece, tal vez tenga que hacer actividad física con mayor frecuencia para mantener el mismo nivel de aptitud muscular… obviamente uno no puede volverse inmortal, pero uno puede hacer muchísimo para sentirse más feliz y para permanecer fuerte y activo”. Nuestra actividad física, nuestra dieta, nuestras prácticas de lectura y de conversación, nuestras amistades, la crianza de nuestros nietos, el cuidado del planeta y de los animales, y todo tipo de actividades, incluyendo el trabajo voluntario, le dan sentido a nuestras vidas y tienen un enorme efecto sobre nuestra salud física y mental.
Tanto Martha como Saul ven el envejecimiento como una etapa de la vida tal y como la niñez, la adultez temprana, y la mediana edad. Es una etapa con sus propios desafíos y problemas, pero también con sus placeres y felicidades únicas.
En este libro riquísimo y variado compuesto de diversos ensayos, Martha y Saul investigan algunos de las preguntas más complicadas y fascinantes que emergen en esta época de la vida; preguntas que, como explican ambos, atañen más a la vida que a la muerte, y que tienen que ver con temas tales como el romance y la actividad sexual en la tercera edad, los amigos y la familia, las cirugías estéticas, las políticas de jubilación, y las decisiones financieras, entre otros. Estos dos colegas y amigos en los umbrales de la tercera edad han descubierto que es placentero hablar sobre esta etapa: mientras que la humanista Martha encara sus ensayos desde una óptica predominantemente filosófica, el economista y abogado Saul se focaliza más en cuestiones prácticas, legales, estadísticas, y fiscales.
La diferencia de perspectivas y personalidades desemboca por momentos en riñas intelectuales apasionadas, y le da al libro un tono íntimo, y por momentos, gracioso. Catedráticos en la Universidad de Chicago y autores prolíficos e internacionalmente influyentes -Martha es mundialmente famosa por su Enfoque de las capacidades, en el que defiende la existencia de valores universales planteando una lista de diez oportunidades básicas como umbral mínimo de justicia social-  accedieron a una entrevista exclusiva con Nueva Sión.

-Martha, ¿cómo se envejece con sentido?
-Uno debe empezar de joven: pensando en todo el arco de nuestras vidas en forma flexible y abierta, y pensando en qué quieres lograr en cada etapa, asumiendo que uno tenga una esperanza de vida promedio. Cuando llegas a tu quinta década puedes empezar a planear en serio: ¿amas tu trabajo o quieres jubilarte temprano, asumiendo que no te obliguen a jubilarte. En caso de ser pudiente, ¿cuánto dinero debes dejarle a tus hijos y otros miembros de tu familia, y cuánto a causas de tu interés? ¿Y cuándo? ¿Adónde quieres vivir? ¿Qué actividades te van a hacer probablemente feliz desde los 60 a los 90 años, ya que es probable que al menos vivas una buena parte de estos años? Y para no terminar como el rey Lear de Shakespeare, necesitas cultivar, tanto temprano como tarde, hábitos de reciprocidad y lazos emocionales profundos, y nunca hacerte adicto al control sobre otras personas.
-¿Cómo difiere el envejecimiento, y el estigma asociado con el envejecimiento, para hombres y mujeres? ¿Hay una conexión entre la discriminación por género y la discriminación por edad?
-Esto varía de país a país, pero virtualmente en todos los países, los estereotipos asociados con la edad difieren para mujeres y hombres. Para hombres tenemos al ‘patriarca sabio’; para las mujeres, ‘la abuela bondadosa’. Ambos estereotipos denigran al envejecimiento, y ambos niegan que las personas que están envejeciendo puedan ser una fuente de nuevas ideas y desafíos; pero el estereotipo femenino niega cualquier contribución intelectual por completo. Esto está cambiando, afortunadamente. Es un vestigio de negaciones antiguas sobre la creatividad y la inteligencia de las mujeres. Más tercos son los estereotipos asociados con el sexo y el amor: si les concedemos algún sex appeal a mujeres que están envejeciendo, es sólo a aquellas mujeres que están muy en forma y que han sido extremadamente cuidadosas con su cara y su pelo: Meryl Streep, Helen Mirren. A los hombres se los encuentra atractivos de manera mucho más generosa, incluyendo una variedad mucho más amplia de tipos de cuerpos.
-¿Es buena o mala la popularidad de las cirugías cosméticas y de otros tratamientos antienvejecimiento? ¿No deberíamos simplemente aceptar el proceso de envejecimiento? ¿No es infructuoso y agotador pelear en contra del envejecimiento físico?
-Nadie diría que uno debería simplemente aceptar las caries dentales o la pérdida de los dientes. Hoy en día, la mayoría de las personas creen que la gente que envejece debe mantenerse móvil y físicamente fuerte a través de la actividad física, o de un reemplazo de rodilla o de cadera si los necesitan. La mayoría de las mujeres y muchos hombres que están envejeciendo se tiñen el pelo. Entonces ¿por qué son el Botox y las varias cirugías plásticas diferentes? Claro que plantean preguntas acerca de cómo debe uno gastar su dinero, pero eso es también cierto en lo que hace a ropa o vacaciones caras. Creo que es estúpido intentar corregir a través de una cirugía una falta de estado físico que podría ser corregida con ejercicio. A nivel personal, tampoco quiero una cirugía que me aleje de la actividad física por un tiempo significativo. Pero hoy por hoy, también existen muchas técnicas no quirúrgicas que no requieren descanso alguno.

-Saul, ¿cómo evitamos el conflicto interfamiliar cuando se trata de decisiones respecto a la distribución de la riqueza?
-Con una comunicación más abierta, más que con secretos. En nuestro libro hablamos de casos en los que un hijo tiene mayores necesidades y menos dinero que otros hijos. También hablamos de casos en los que un hijo ha ganado menos dinero porque ella o él han cuidado de uno de sus padres. En ambas situaciones, la gente razonable puede entender la decisión de un padre o de una madre de no dejarle lo mismo a todos sus hijos, pero el elemento de sorpresa es poco sano.
-¿Cuál es su posición respecto a la jubilación obligatoria? (NdR: en Estados Unidos la jubilación obligatoria es ilegal, una situación que Martha considera positiva).
-Creo que una jubilación voluntaria que fijara la edad límite mediante una negociación entre empleados y empleadores, de forma de que no sea forzada por el gobierno, pero sí permitida, ya que no lo es en los Estados Unidos, sería beneficiosa. Hay buenas razones para apoyar una jubilación de este tipo. Puede beneficiar al empleador, puede hacer que la opción de contratar a gente de mediana edad y mayor sea más atractiva, y puede también beneficiar a la gente joven.
-Simone de Beauvoir argumentó que las personas mayores se convierten en una carga para las arcas del estado. Saul, ¿vivimos en una cultura que descarta a la gente mayor cuando ya no son útiles a la economía?
-¡La gente mayor es muy útil a la economía! Compran cosas, contribuyen dinero y servicios a buenas causas, ofrecen consejos a la gente más joven, y dan regalos de distintos tipos. Algunas personas mayores inclusive trabajan y se destacan en las artes y en otras empresas. Creo que estamos entrando en una época en la que la gente mayor asumirá nuevas posiciones como maestros, ministros y guías. ¡No los dejemos fuera!