Israel

En distintas páginas de periódicos, revistas y sitios web, historiadores e investigadores israelíes se han trenzado en profundas discusiones en las últimas semanas sobre la guerra en la Franja de Gaza. Algunos argumentan que Israel es una potencia responsable de matar civiles inocentes, mientras que sus oponentes se quejan de «compasión
selectiva» hacia los palestinos y dicen: «Ideológicamente, hay una conexión nazi con Hamas».

En su primera entrevista desde el comienzo de la guerra, el ex jefe del Shin Bet, Ami Ayalon, pide la liberación de todos los secuestrados a cambio de prisioneros palestinos, incluido Marwan Barghouti, el único que puede liderar a los palestinos «El día después».

Nosotros, los abajo firmantes, ciudadanos israelíes, nos comprometemos a luchar contra la deshumanización de los habitantes de Gaza, palestinos y musulmanes, y la deshumanización de los israelíes y judíos en general.

En una decisión tomada por 8 de los 15 jueces que componen el tribunal, la enmienda aprobada por el Parlamento israelí el pasado julio, que apuntaba a anular el poder de la Corte de rechazar decisiones gubernamentales consideradas irracionales, fue declarada inválida. De los 15 jueces, 12 determinaron además que la Corte Suprema tiene como competencia ejercer el rol de control constitucional de las leyes fundamentales.

El profesor Moshe Zimmermann es un intelectual israelí muy destacado que no teme manifestarse públicamente acerca de los acontecimientos del presente, basándose en sus aprendizajes como historiador. A raíz de ello, en el summum de su carrera, se vio varias veces implicado en demandas judiciales a raíz de sus expresiones públicas. «El historiador que se preserva neutral, que se limita a hacer acotaciones al margen, y no es un provocador, malversa su profesión», sentenció este mes en el congreso que organizó en su honor el Instituto Leo Baeck, en Jerusalén. En Nueva Sion, compartimos con nuestros lectores la polémica y a la vez muy profunda entrevista que le hiciera el diario Haaretz, el pasado 28 de diciembre.

El concepto de «conflicto asimétrico» se instaló definitivamente después del mega-atentado del 11 de septiembre de 2001 y es estudiado por analistas y académicos para conocer, especialmente, algunas estrategias de combate de ciertas organizaciones terroristas no estatales. Sin embargo, la lucha asimétrica es tan antigua como el legendario episodio bíblico de David, que enfrentó con una honda al gigante Goliat.

La unificación de Cisjordania y la Franja de Gaza bajo una Autoridad Palestina revitalizada es la visión propugnada por Occidente y los Estados árabes pragmáticos para el “día después”, pero no está en línea con la visión de Israel. En lugar de simplemente oponerse a esta medida, Israel haría bien en adoptar un enfoque positivo que se centre en las condiciones necesarias para una Autoridad Palestina en un nuevo formato.

Un fenómeno que se repite desde la Segunda Guerra Mundial es el fracaso de los países poderosos en guerras asimétricas frente a fuerzas más débiles. La determinación del lado débil logró imponerse en muchos casos a la capacidad del lado fuerte, sobre todo cuando los objetivos de la guerra fueron vanos, como, por ejemplo, el aniquilamiento total del enemigo, objetivo que es por definición inasible, de hecho, interminable. En esta ocasión, vemos como, luego del ataque de Hamás del 7 de octubre, las elites de occidente aplaudieron su enfermiza perversidad; quedó demostrado nuevamente que el apoyo norteamericano es crucial para la existencia del Estado Judío, lo cual crea una dependencia política; y que si se persiste en el camino de Netanyahu –total falta de estrategia de salida– la victoria, si se da, no se diferenciará mucho de la derrota.

Desde los ataques demoledores a la infraestructura civil en Gaza que causaron la muerte de miles de civiles (más de la mitad, niños), en sectores de la sociedad civil israelí y también entre judíos de la diáspora se escuchan críticas por la invasión letal de Tzahal en ese territorio. Pero el consenso en Israel de medios y redes sociales que apoyan la guerra aún sigue alto, pese a que todos los días crecen las protestas de familiares de los rehenes exigiendo el alto el fuego para negociar la liberación de sus seres queridos. En Estados Unidos, rabinos y grupos de judíos pacifistas no afiliados a instituciones comunitarias van más allá, exigiendo no solo un alto el fuego en Gaza: también demandan que Israel termine la guerra y se retire de los territorios palestinos en Cisjordania.