La estrategia del Likud de cara a la tercera ronda electoral le permitió a la derecha incrementar su representación en la Knesset. Con todo, más efectiva aún fue la manipulación de Netanyahu para politizar al coronavirus y así convencer a Gantz de asociarse en un “gobierno de emergencia nacional”. Los ardides del primer ministro acusado de soborno, fraude y abuso de confianza fueron más allá, al sumar al convite también a miembros de Avodá. De esta manera, el rey Bibi logró desarticular a la frágil alianza conformada únicamente con el fin de destronarlo. Del otro lado del espectro político, la izquierda sionista está huérfana de un discurso que pueda configurar una alternativa de gobernabilidad frente al gobierno derechista. No obstante, están surgiendo algunas iniciativas que se proponen unir fuerzas que puedan llenar el actual vacío político israelí. Una de ellas es la de Yosi Beilin, quien reclama crear una alternativa progresista de coalición política y social judeo-árabe cuyos objetivos se basarían en su concepción liberal republicana inclusiva de un Estado judío y democrático.