Frente al panorama desolador de los, hasta ahora, 200 muertos y más de 1.400 heridos, el cuadro político español está ocupado por varios interrogantes. Uno es develar la autoría del mayor atentado que asolara las tierras españolas, y, el otro, a dos días de los comicios, definir a quién se apunta mientras no se tenga a los responsables.
Mientras los intereses políticos corren por estas cuerdas, una vez más, el pueblo -en este caso el español- asume sangrientas consecuencias de las acciones de la dirigencia que, por acción u omisión y sin pruebas certeras -aún a la vista- ya especula si conviene endilgar el atentado a la ETA o al grupo terrorista Al Qaeda frente a las elecciones del próximo domingo 14 de marzo.