A tres años de los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001, y con una cierta perspectiva, podemos comenzar a divisar sus consecuencias en lo político, económico y social, al igual que tener en cuenta el futuro cercano de acuerdo a la actual coyuntura.
Si bien el ‘argentinazo’ constituyó una poderosa confluencia entre sectores medios y bajos de la ciudadanía y de la población argentina, ello no fue casual y mucho tiene que ver con las apetencias del Partido Justicialista.
Sin embargo, dicha confluencia reconoció diversas causales económicas que comenzaron con la recesión, luego devenida en depresión económica, iniciada en 1998, que se agudizó a partir de mediados del año 2000 y estalló en diciembre de 2001.
Cacerolazos permanentes, incremento de las actividades de los movimientos piqueteros y un final anunciado: luego de violentos incidentes debido a la áspera protesta social, renunciaba Fernando De la Rúa…
Esta situación caótica provocó una gran deslegitimación de la clase política que se resumió en una frase: ¡qué se vayan todos!