Opinión:

Medios: de esperanzas e ilusiones

A lo largo de los dos años, desde que asumió como presidente de la Argentina, Néstor Kirchner se encargó de dejar bien en claro, sobre todo a quienes no percibían la diferencia, que no es lo mismo esperanza que ilusión. Un ejemplo fue el discurso del inicio de su mandato, lleno de palabras que hacía mucho no se escuchaban, donde pareció reavivarse, para algunos, la concreción de utopías, pero que con el correr del tiempo las cosas no fueron como en lo discursivo se anunciaban que serían. En la larga lista de desesperanzas, o de desilusiones, está el Decreto 570 que prolongó por 10 años más, a quienes sustentan el poder mediático, las licencias de explotación de las ondas de radio y televisión que nos pertenecen a todos.

Por Héctor Corti (ANC / UTPBA)

Esta clara alianza, o concesión, con estos grupos de poder de la Argentina, en realidad no debería sorprender a nadie. La decisión no hace otra cosa que ratificar la línea trazada por este gobierno que, no es precisamente, el de la esperanza de un pueblo, o de su ilusión. Un pueblo que padece la más injusta distribución de la riqueza en muchos años. Que tiene a la mayor parte de sus integrantes por debajo de la línea de la pobreza. Que cotidianamente no puede resolver problemas básicos como la alimentación, la salud, la educación y la vivienda. Y que cada día ve más lejos la posibilidad de lograr una democratización de los medios de comunicación.
La política adoptada a partir del Decreto 570 no deja ningún tipo de dudas. Si hasta ahora los habitantes de este país somos bombardeados por el discurso único de los medios masivos de comunicación, que imponen temas a su antojo y conveniencia política, ideológica o económica, durante 10 años más todo seguirá igual o peor. Serán los grupos como Clarín o Telefónica, los personajes como Hadad, Moneta, Avila, Vila o Tinelli quienes seguirán decidiendo qué vemos o qué escuchamos.
Quienes desde hace muchos años luchamos por una democratización de la información, por el derecho de informar y ser informados, por la libertad de expresión, por la idea de que todo ser humano es un comunicador, tenemos el deber de profundizar la senda iniciada en el camino de la construcción de medios sustentados en la comunicación propia.
Cómo en una oportunidad definió el teólogo brasileño Frei Betto ‘la comunicación es una guerra y los medios alternativos ya no pueden seguir siendo artesanales si quieren ganarla’ (…) ‘el desafío es que los medios que defienden los intereses de los sectores sociales excluidos sean menos artesanales, menos improvisados y más científicos’.
Ahora, más que nunca, cada organización social, cultural, educativa, vecinal, estudiantil, sindical y de Derechos Humanos debe abocarse a la tarea de capacitar a sus integrantes para utilizar esta herramienta indispensable, que permita la construcción de una red de redes donde podamos expresarnos y hacer conocer esas ideas, nuestras ideas, que son las que luchan.