Críticas al informe y al Estado de Israel

“Contra el show de la comisión”

A modo de continuidad del tema central de nuestra edición anterior, la publicación del Informe y Conclusiones de la Comisión Israelí por los desaparecidos judíos en la Argentina, presentamos las reflexiones de María Gutman, integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. El debate continúa abierto y las páginas del periódico son receptivas de toda opinión y sentimiento al respecto.

Por María Gutman (Integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo)

He leído con atención este escrito aberrante que es el “Informe Oficial de Israel sobre los desaparecidos judíos en la Argentina”.
No me sorprende el descaro y la desfachatez de las autoridades israelíes, que no dicen absolutamente nada de su nefasto papel en esa época.
Israel, al igual que sus patrones norteamericanos, le dieron a la dictadura apoyo económico, político, moral y armamentístico.
Nuestros queridos hijos sufrieron una doble persecución: por parte de los fascistas uniformados, que los torturaron e hicieron desaparecer. Y, también, por parte de los fascistas judíos, que armaron a los asesinos.
Con el agravante de que los fascistas judíos le reprochaban a nuestros hijos su militancia con el argumento terrible y sectario de que “no recibían educación sionista”.
¿Cuántas veces nos dijeron a las Madres semejantes tonterías? Infinidad de veces. Y nosotras, además de haber sufrido la tragedia de la desaparición de nuestros hijos, teníamos que soportar -encima- los reproches de los burócratas del aparato sionista.
¿Qué querían los señores de la DAIA y del gobierno de Israel? ¿Que nuestros hijos fueran corruptos y reaccionarios como ellos?
Nuestros hijos fueron generosos y abiertos. Y entregaron sus vidas luchando por una sociedad socialista. Nuestros hijos eran revolucionarios y nunca se hubieran prestado a someterse a los dictados de la derecha. Y menos de la derecha judía, que es tan putrefacta y antihistórica como la derecha no-judía. Yo no me olvido de la prédica espantosa de la revista “La luz” que dirigía el señor Elnecavé.
La Iglesia católica, que carga sobre sus espaldas con veinte siglos de genocidios y derramamientos de sangre -especialmente su abierto apoyo a la última dictadura militar argentina- tuvo el oportunismo de pedir perdón por su complicidad con los asesinos.
Los nuestros, los judíos, los de la DAIA, los del gobierno de Israel, no tomaron una iniciativa similar más que no fuere el oportunismo.
En realidad, a mí, sinceramente, no me interesa ni el perdón de la DAIA ni el perdón del gobierno de Israel, pero todos ellos son tan soberbios y omnipotentes que ni siquiera están dispuestos a hacer ese pequeño esfuerzo.
Cuando vino el señor Avivi a hacer su show para blanquear el papel sombrío de Israel en aquellos años de terrorismo de Estado, la mayoría de las madres y familiares de desaparecidos judíos no nos prestamos al juego. Quienes sí lo hicieron, allá ellos.
Tampoco lo hizo Herman Schiller, que tendrá -a lo mejor- muchos defectos pero es un luchador coherente que siempre estuvo al lado de las causas justas. Y hoy juega un papel muy importante en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
Me siento muy orgullosa de ser su amiga. Y lo que dice en su artículo del último número de Nueva Sión (“Autoblanqueo previsible”) es absolutamente cierto. Aunque por ahí considero que Schiller se quedó corto. Porque la realidad de los crímenes, y la realidad del desprecio de la burocracia judía, fue mucho más horrible.
Entiéndase bien para que no nos confundamos: yo no soy anti israelí por principio, como son anti israelíes algunos sectores imbéciles de la izquierda argentina.
Amo a Israel, tengo allí familiares y voy cuando puedo. Pero amo a la Israel de la clase obrera, de la izquierda, de los luchadores por la paz con los palestinos. No amo a la Israel de Sharón ni amo a la Israel derechista y reaccionaria. Y mucho menos a la Israel del señor Avivi.
Cuando en 1982 vino Shamir a Buenos Aires, no nos quería recibir. La delegación de madres era muy numerosa (había judías y no-judías) y después nos atendió unos pocos minutos por compromiso, cuando lo presionamos para que nos atendiera a todas y no a dos o tres como él pretendía.
Shamir es un fascista y yo soy antifascista. También lo era mi hijo. Y yo estoy profundamente orgullosa de los sueños revolucionarios y de las luchas de mi hijo. Que era judío y, a lo mejor, fue asesinado con armas israelíes.•