Ley polaca que limita modos de referir a la Shoá

Ignorante e inmoral traición de Israel a la verdad sobre la participación polaca en el Holocausto *

Aceptamos la mentirosa narrativa polaca oficial, y la tragamos. Y legitimamos la campaña del gobierno (polaco) de hostigar, multar y empobrecer a los liberales, académicos, periodistas polacos y a personas simplemente honestas que desenmascaran la participación de los polacos en los crímenes del Holocausto.
Por Yehuda Bauer

Los gobiernos de Polonia e Israel han llegado a un acuerdo sobre una enmienda a la ley polaca que establece que reclamar que Polonia como país, o el pueblo polaco, fueron responsables de crímenes cometidos por los nazis es un delito castigado con hasta tres años de prisión. Basándose en este acuerdo, la pena criminal fue eliminada.
El gobierno polaco aprobó la ley para defender su buen nombre contra las acusaciones de que muchos polacos tomaron parte en el asesinato de judíos durante el Holocausto. ¿Y quién será el que decida sobre la veracidad de los hechos históricos? Según los polacos, será el Instituto de Recuerdo Nacional, que está dirigido por los políticos que controlan el país en la actualidad.
De ese modo, de acuerdo a la ley, incluso después del acuerdo con Israel, será el gobierno polaco el que determine, por intermedio de los historiadores a su servicio, que fue lo que sucedió en el pasado y esta narrativa no podrá ser criticada por historiadores, investigadores independientes u otros. ¿Es esto aceptable para el gobierno israelí?
En el anuncio conjunto de Israel y Polonia, también se afirma que muchos segmentos de la sociedad polaca ayudaron a los judíos. Esta posición minimiza el heroísmo de los Justos de las Naciones de Polonia, dado que los salvadores polacos de espíritu noble tuvieron que esconderse no sólo de los alemanes, sino también, y tal vez principalmente, de sus vecinos polacos.
Yad Vashem ha reconocido a unos 6.750 polacos justos entre las naciones. Son una minoría pequeña y valiente. Desafortunadamente, la norma social que fue aceptada en la Polonia ocupada era completamente diferente (a la versión oficial del actual gobierno polaco): la conducta habitual no fue ayudar a los judíos, sino dañarlos, y muchos polacos estuvieron involucrados en la persecución de los judíos. La cooperación de los europeos con la máquina de la muerte nazi fue generalizada, por supuesto, no sólo en Polonia. Pero en otros países, los académicos que destapan (esta verdad) no pueden ser penalizados.
En cuanto a la abrogación del aspecto criminal de la ley, no olvidemos que esto también significa eliminar la excepción (de la que gozan) los historiadores y figuras literarias cuya profesión es escribir sobre este tema. A partir de ahora ellos también, y por supuesto también periodistas, educadores, políticos y otros, podrán ser demandados por revelar verdades históricas. Al suprimir el aspecto criminal se elimina la amenaza de prisión y multas en los procesos penales, pero no el castigo en los procesos civiles.
De hecho, la enmienda de la ley alienta las demandas civiles contra los polacos que afirman que fueron muchos los polacos que participaron en la persecución de judíos. Naturalmente, esta afirmación es correcta. Hubo polacos que entregaron a los judíos a la policía polaca, que a su vez los entregó a los alemanes. Hubo quienes entregaron a los judíos directamente a los alemanes, y hubo quienes directamente asesinaron a los judíos.
Las cláusulas de la ley (enmendada) pueden, al parecer, imponerse mediante procedimientos civiles contra cualquier persona que alegue que los principales motivos para perseguir a los judíos fueron el antisemitismo de muchos polacos y la avaricia de los polacos que a gran escala en toda Polonia robaron las posesiones de aquellos que fueron deportados y asesinados.
Hoy en día, el partido Ley y Justicia gobierna Polonia, con una mayoría decisiva en el parlamento. De hecho, el gobierno está en manos del presidente del partido, Jaroslaw Kaczynski, que imita a Stalin, quien controlaba la Unión Soviética desde su posición como jefe del partido bolchevique. Kaczynski y su partido son, por supuesto, anticomunistas, por lo que su gobierno se puede definir como un anticomunismo bolchevique.
Kaczynski anunció hace unos días que ya se están haciendo los preparativos en los tribunales civiles para demandar a los infractores de la ley. Se podría exigir que estas personas paguen altas multas.
Los polacos liberales, académicos, periodistas y simplemente personas honestas que quieren exponer los actos de hostigamiento de los polacos contra los judíos durante el Holocausto podrían correr el riesgo de empobrecimiento y pérdida de sus medios de subsistencia. Es más que probable que sus fondos de investigación se vean reducidos o sean eliminados, y las personas honestas serán eliminadas de sus puestos de trabajo. Polonia se convertirá rápidamente en una democracia no-liberal, el término preferido por el primer ministro húngaro, Viktor Orban, que apoya esta revuelta nacionalista-populista, y el cual recibirá una regia bienvenida por parte del gobierno israelí en su próxima visita aquí a Israel.
La declaración conjunta de Varsovia y Jerusalén legitima esta traición por parte del gobierno israelí a la verdad histórica, al recuerdo del Holocausto y a la maravillosa gente que en la Polonia actual está investigando los hechos en los que basamos nuestra crítica. ¿Y para qué sacrificó el gobierno israelí la verdad y la justicia? Por sus intereses económicos, de seguridad y políticos actuales, que son más importantes que algún Holocausto que pasó hace 70 u 80 años.
Aceptamos la mentirosa narrativa polaca oficial, y la tragamos. Si nos dirigimos ahora a los estadounidenses o los europeos con quejas contra lo que esto genera en Polonia, nos responderán, y con razón, que el gobierno israelí aceptó la versión polaca. No sé bien lo que pasó aquí: ignorancia, estupidez o la clara victoria amoral de los intereses transitorios que permanecerán con nosotros como una eterna desgracia. Y tal vez fue simplemente una traición.

* Publicado en Haaretz el 4/7/2018.

  Traducción de Roberto Faur.