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Los heterodoxos sefaradíes – La herética trinidad

En la historiografía del pueblo hebreo, es común atribuir los cambios revolucionarios en la mentalidad judía a los correligionarios ashkenazíes del centro o del este de Europa. Si bien en la mayoría de los casos esta afirmación tiene un gran porcentaje de correlación, existen a grandes revolucionarios de la mentalidad judía moderna cuyo origen es puramente sefaradí.
Por Rabino Andy Faur

Los sefaradíes, descendientes de aquellos judíos expulsados o bien obligados a convertirse al cristianismo por la fuerza, a manos de las coronas española y portuguesa, se adelantan en por lo menos un siglo en sus lúcidas y progresivas ideas a sus colegas del Levante europeo.
Me refiero a tres figuras intelectuales descollantes del pueblo judío que vivieron en la Ámsterdam del siglo XVII, con enfoques filosóficos e ideas similares y que son poco conocidas para la mayor parte del público general.
Esta triada de librepensadores sefaradíes hispano-portugueses que sufrieron el Jérem/Anatema de su comunidad, esta formada por: Gabriel (Uriel) da Costa, Juan (Daniel) de Prado, y el más conocido de ellos, Baruj (Benito – Bento) Spinoza.

Vamos por orden cronológico:
Gabriel (Uriel) da Costa
Es el pionero y vanguardista del pensamiento heterodoxo sefaradí. Nació en Oporto, Portugal en 1580 y murió en Ámsterdam, Países Bajos en 1640 o 1645. Filósofo escéptico y racionalista de origen portugués, de familia de ricos comerciantes sefardíes que se habían convertido al catolicismo, fue bautizado como «cristiano nuevo» con el nombre de Gabriel da Costa.
Estudió religión y fue profesor en la Universidad de Coímbra y a medida que estudiaba y profundizaba en la teología cristiana, le fue encontrando defectos al catolicismo, lo que lo llevó a interesarse por las raíces judías ancestrales de su familia. A partir de estas disquisiciones teológicas, da Costa y su madre pasaron de ser conversos (judíos convertidos al catolicismo) a ser criptojudíos (judíos aparentemente conversos que practicaban en secreto el judaísmo). Ante la sombra de la Inquisición portuguesa que perseguía a los criptojudíos y del peligro que corrían, da Costa convenció a su familia de emigrar a los relativamente liberales Países Bajos en busca de una nueva vida, como tantas familias judías hispano-portuguesas lo habían hecho antes.
Tras instalarse en la comunidad sefaradí de Ámsterdam en 1618, adoptó el nombre de Uriel, la variante hebrea de su nombre portugués. Uriel da Costa se dedicó entonces a estudiar judaísmo y filosofía, encontrándole también defectos a las enseñanzas y las prácticas del judaísmo, que expuso por escrito y en público. La comunidad lo criticó y censuró por sus ideas filosóficas, naturalistas y racionalistas, tal y como le sucedería algunos años después a sus colegas continuadores.
A lo largo de las siguientes décadas, da Costa fue anatematizado, luego exonerado, y de nuevo vuelto a anatematizar. Por un tiempo encontró refugio en la comunidad judía de Hamburgo, pero también allí sufrió el Jérem de la misma. Las ideas de Da Costa se habían convertido en un asunto preocupante para las autoridades judías, no sólo porque las consideraban heréticas, sino también porque temían que las autoridades eclesiásticas holandesas tomaran represalias contra la comunidad judía, por considerar que sus ideas eran antirreligiosas y peligrosas también para los cristianos.
En 1640 o 1645 (no es clara la fecha) la situación de da Costa era sumamente complicada y, agotado física y mentalmente, llegó a un acuerdo con las autoridades judías de Ámsterdam para renegar públicamente de sus ideas y, de esta forma, recuperar su posición en la comunidad.
En sus memorias tituladas Exemplar humanae vitae narra con detalle todo el episodio y deja claro que, aunque aceptase el acuerdo, sus ideas no habían variado en absoluto, y que lo hacía para librarse de las humillaciones que sufría. El día del juicio, con la sinagoga llena, leyó una confesión de arrepentimiento redactada por los rabinos de la comunidad. Después, se le ordenó abrazar una columna, le ataron las manos y recibió 39 azotes (según la Ley, nunca debían pasar el número de 40). Finalmente, se lo sentó en el piso y el rabino proclamó su rehabilitación pública y las puertas de la sinagoga volvieron a abrirse ante él. El final del humillante rito consistió en hacerlo acostarse en la entrada de la sinagoga para que toda la comunidad pasase por encima de él al salir de la misma. Uriel da Costa, tras ser felicitado por la entereza con que soportó el castigo, volvióa a ser miembro pleno de la comunidad.
No son claras las fechas o duración de dichos eventos, lo que sí es sabido es que Da Costa dedicó los días siguientes a concluir sus memorias, cuyas últimas páginas narran el episodio y su impotencia para rebelarse. Al final, concluida su obra y tras ser dos veces anatematizado por el Maamad – la dirigencia de la comunidad judía, separado de ésta en un principio quince años y otros siete más tarde, doblemente renegado (primero del catolicismo, luego del judaísmo), perseguido y humillado por los suyos, atormentado por las dudas religiosas y acosado por el drama de la exclusión perpetua, puso fin a su vida suicidándose.
El legado de Uriel da Costa, su materialismo y su crítica a los ritos y a la hipocresía de la religión organizada, fueron retomados post mortem por Baruj Spinoza. Es muy probable que el joven Spinoza se encontrase entre el público que presenció la humillación pública de Uriel da Costa y que, quizá por eso, decidiera no estar presente en su propio Anatema/Jérem en la sinagoga algunos años después, y así ahorrarse la misma humillación. Paradójicamente, Spinoza nunca mencionó a Da Costa en su obra, pero las ideas de este último tuvieron sin duda, una gran influencia sobre el Sabio de Ámsterdam.

Juan (Daniel) de Prado
Nacio en España en 1614 o 1615. Es poco lo que se sabe fehacientemente de él y hay poca documentación acerca de su vida y obra. Está asentado que estudió Medicina en las prestigiosas universidades de Alcalá y de Toledo, y logró ser aceptado en la sección de médicos del Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de Alcalá entre 1633 y 1636.
De Prado fue delatado como judaizante ante el Santo Oficio de Sevilla por su amigo Orobio de Castro, también de origen judeoconverso y que fuera delatado él mismo por «judeizante» ante la Inquisición. En su confesión, de Castro describe a su amigo y colega de Prado como partidario de un naturalismo descreído y de ideas libertinas.
Perseguido por la Inquisición española huye de la penísula y hacia 1655 llega y se instala en Ámsterdam, donde se incorpora a la floreciente comunidad hispano-portuguesa, se declara abiertamente judío y adopta el nombre hebreo de Daniel.
Casi enseguida, de Prado formó a su alrededor un grupo de jóvenes intelectuales que desarrollaron ideas filosóficas no ortodoxas. Entre los miembros del grupo se contaba a un tal Baruj Spinoza de sólo 22 años.
Por sus ideas netamente heterodoxas, como criticar públicamente a la Biblia, negar la autoridad de la tradición rabínica y sostener la idea de la supremacía de la Ley Natural, en 1656 de Prado será primero criticado y hostigado y luego en 1657, anatematizado por las autoridades religiosas judías de Ámsterdam, en otro famoso proceso similar al que sufrieron antes Uriel da Costa y Baruj Spinoza.
A diferencia de Spinoza, de Prado luchó para que le anulen el Jérem y, por lo visto, ambos siguieron en estrecha relación al menos hasta 1659 y por ello se suele atribuir al médico andaluz el origen de la heterodoxia religiosa spinozista y la consideración de la razón como único criterio de verdad.
No se conoce la fecha exacta de la muerte de Juan (Daniel) de Prado, probablemente c. 1672.

Baruj (Benedicto) Spinoza
Filósofo holandés de origen sefaradí-portugués, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.
Nació en Ámsterdam en 1632, procedente de una familia de judíos sefaradíes emigrantes de Portugal, que huían de la persecución de la Inquisición. Su familia procedía de España, de donde huyó durante el siglo XV a Portugal.
A pesar de haber recibido una educación ligada a la ortodoxia judía asistiendo a las clases del Rabino Saúl Levi Morteira (rabino de la comunidad y gran intelectual, y el mismo que tiempo después y con gran dolor lo anatematizaría) el joven Spinoza mostró una actitud bastante crítica frente a estas enseñanzas y amplió por su cuenta sus estudios en matemáticas y filosofía cartesiana.
Las lecturas críticas sumadas a la influencia del grupo de los ‘colegiantes’ (cristianos liberales protestantes holandeses) con los cuales se relacionaba, así como las de otros heterodoxos judíos hispano-portugueses, lo fueron alejando de la ortodoxia judía.
Muerto su padre en 1654, Spinoza sacó a luz su descreimiento, que mantenía oculto por respeto a la figura paterna. Debido a sus ideas heréticas y su oposición a retractarse de las mismas, el 27 de julio de 1656 la comunidad judía le impuso el jérem y lo desterró de la ciudad.
Tras la expulsión, se retiró a un suburbio en las afueras de la ciudad y publicó su Apología para justificarse de su abdicación de la sinagoga, obra perdida que algunos autores consideran un precedente de su enorme Tractatus theologico-politicus/Tratado teológico-político. Ya fuera de Ámsterdam, acentuó su relación con grupos cristianos menonitas y colegiantes, de carácter liberal y tolerante.
En 1663 se instaló en un suburbio de La Haya, donde frecuentó los círculos liberales y trabó una gran amistad con el jefe de gobierno Jan de Witt, quien, según algunas fuentes, protegió la publicación anónima de su Tractatus theologico-politicus en 1670, obra que causó un gran revuelo público por su crítica racionalista de la religión. Estas protestas, y la muerte de su protector De Witt en 1672, lo convencieron de no volver a publicar nuevas obras. Sin embargo las ya publicadas circularían entre sus admiradores y seguidores, cada vez más numerosos.
En 1673 le ofrecieron ser docente de una cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg, pero Spinoza no la aceptó, pues aunque se le garantizaba «libertad de filosofar», se le exigía «no perturbar la religión públicamente establecida».
Desahuciado por la tuberculosis, murió el 21 de febrero de 1677 cuando tenía 44 años de edad. Sus amigos editaron ese mismo año, simultáneamente en latín y en holandés, todas las obras inéditas que encontraron en su haber.

Su obra e influencia
Partiendo de la innegable influencia de Descartes en su pensamiento filosófico, creó un sistema muy original, con mezcla de elementos propiamente judíos, escolásticos y estoicos. En lo que se refiere a Descartes, éste había considerado la existencia de tres sustancias: el pensamiento, la extensión y Dios. Spinoza redujo estas tres sustancias a una sola: sustancia divina infinita, que según la perspectiva que se adopte, se identifica con Dios o con la Naturaleza (ambos términos llegaron a ser equivalentes para él, según su célebre expresión Deus sive Natura – Dios es decir la Naturaleza). Esta forma filosófica conocida como Panteísmo, es sin duda, el aporte filosofico más original de Spinoza a la humanidad
Para Spinoza, la substancia es la realidad, que es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas; que existe por sí misma y es productora de toda la realidad; por tanto, la naturaleza es equivalente a Dios. Dios y el mundo – su creación, son entonces idénticos.
Spinoza es también determinista, lo que supone que no cree en el libre albedrío: asegura que el hombre está determinado por leyes universales que lo condicionan mediante la ley de la preservación de la vida. Así, afirma que ser libre es regirse por la razón frente a la sumisión, por ejemplo, a la religión.

A modo de conclusión
Como lo demuestran claramente estas tres grandes figuras del judaísmo de comienzos de la Era Moderna, el pensamiento y la mentalidad judías estan en constante evolución y transformación, lo que no atenta a la continuidad y la herencia cultural de nuestro pueblo.
Es interesante notar, que esta orientación filosófica, intelectual y cultural heterodoxa, se desenvuelve a la par del desarrollo halájico – rabínico del judaismo religioso, de la mano del Shulján Aruj del rabino y codificador Yosef Caro y del Mapa de Moisés Isserles, que se impusieron como textos centrales de la Halajá – o ley rabínica en estas épocas.
Hasta el dia de hoy, coexisten dentro del judaismo los herederos de ambas vertientes. Por un lado, la de estos vanguardistas heterodoxos (incluido el posterior Moisés Mendelsohn) son los que inspiran y otorgan continuidad a las corrientes laicas y a las religiosas liberales. Y por otro, los herederos de la ortodoxia halájica, que son continuación de la vertiente rabínica del judaísmo.
Nuestros antepasados heterodoxos sufrieron de intolerancia, humillación y exclusión. La lección que nos transmiten, nos motiva a entender que el judaísmo es variado y controvertido desde siempre y quizás a aprender a vivir en un ambiente de pluralismo ideológico con respeto, convivencia y diálogo entre las distintas formas de expresarlo, que nos auguraría la continuidad y el enriquecimiento mutuo entre todos los judíos más allá de sus creencias, ideas o convicciones.