La venganza de Netanyahu

Silencio y evasión acerca de los nazis en Charlottesville

"Este es el mensaje del silencio de Netanyahu respecto a Charlottesville: Yo no soy el primer ministro del pueblo judío. Soy el primer ministro de todo el pueblo judío que es derechista, pro-asentamiento, anti-palestino, pro-Yo."
Por Bradley Burston *

«La tarea más fácil de hacer para un presidente estadounidense – la más fácil – es condenar sin reservas al nazismo», escribió Jeffrey Goldberg, editor general de “The Atlantic”. No hay nada más fácil. Aparentemente no para Donald Trump.
Fueron necesarios dos largos días de fuerte presión por parte de los principales líderes republicanos, fuertes indicios sobre Fox News y un preámbulo para el crecimiento del empleo, los acuerdos comerciales y el alza del mercado de valores, para que el presidente leyera en voz alta una condena explícita hacia los grupos supremacistas blancos que estuvieron detrás de la manifestación “Uniendo a la derecha” en Charlottesville, estado de Virginia .Reunión en la cual una contra-manifestante fue atropellada y asesinada.
Y aunque para muchos la declaración fue muy pequeña y llegó demasiado tarde, -posiblemente forzada por el recién instalado Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly-, el hecho de que Trump abrió su boca y llamó “repugnantes a todo lo que consideramos querido como estadounidenses” a miembros del Ku Klux Klan, a neonazis, a supremacistas blancos y a otros grupos de odio representó una significativa desviación de los ojos ciegos y la incitación de la práctica pasada.
Lo que puede ayudar a explicar por qué, en una ruidosa conferencia de prensa posterior,  Trump procedió a deshacer completamente el bien que su declaración «correctiva» pudo haber hecho el día anterior.
Lo que nos conduce a Benjamin Netanyahu.
En verdad, no debería haber nada más sencillo para un primer ministro de Israel que condenar al nazismo y las explosiones abiertas y sin barreras de antisemitismo dondequiera que aparezcan.
Pero durante tres días, Netanyahu, el mismísimo Mister Holocausto, que tiene algo que decir sobre casi todo, enmudeció sobre los nazis en Charlottesville. Él posteo en sus redes sociales sobre la muerte del hombre más viejo del mundo, sobre su «semana de trabajos» además de comparar favorablemente la economía de Israel con la de Venezuela.
Y cuando, al fin, decidió publicar algo sobre Charlottesville, él y su equipo lograron componer un tweet tan espeluznante que superó en mucho la declaración original escandalosa de Trump por su opacidad y falta intencional de concentración.
«Indignado por las expresiones de antisemitismo, neonazismo y racismo», Netanyahu twitteó, omitiendo cualquier mención de dónde, a quién, o cuándo su mensaje fue dirigido: «Todo el mundo debe oponerse a este odio.»
Aquí está el hijo de Benzion Netanyahu, que tuvo la misión de advertir vociferando a los estadounidenses de los peligros que representaban los nazis durante la guerra, la llegada del Holocausto y los peligros que planteaba hacer la vista gorda o hablar en términos demasiado vagos.
He aquí un hombre «que le gusta decir que es el primer ministro del pueblo judío, no sólo del Estado de Israel».
Aquí está un hombre que cita las «lecciones del Holocausto» en cada oportunidad. Aquí está un hombre que es gráfico y exigente cuando dice «Nunca más» cuando habla de Irán, Hezbollah, Hamas, ISIS, Al-Qaida, el muftí palestino Haj Amin al-Husseini y las fronteras previas a la línea verde de 1967.
Pero con los nazis marchando bajo la esvástica en el corazón de una ciudad estadounidense, Benjamín Netanyahu no puede decir nunca más.
¿Por qué no?
Se podría ciertamente argumentar que Netanyahu es un vasallo de Trump, y no puede permitirse el lujo de ser visto por el presidente como alguien que quiere enfrentar o socavar el poder de la Oficina Oval.
Pero mientras Netanyahu esperaba durante un día entero, incluso después de que Trump liberara a sus seguidores de su voto de silencio, esa teoría contenía menos y menos peso.
La respuesta puede no tener nada que ver con Trump, y todo que ver con Netanyahu. De hecho, puede tener mucho que ver con Netanyahu tomando venganza y ajustando cuentas con una gama de personas y grupos a quienes no les gusta nombrar explícitamente como sus enemigos, merecedores de su ira.
A la gente como la gran mayoría de los judíos norteamericanos, no ortodoxos, no republicanos, anti-colonos, pro-dos estados. Progresistas, liberales y demócratas que apoyaron a ese terrorista Barack Hussein Obama en lugar de, digamos, Mitt Romney, por el cual Sheldon Adelson y Benjamin Netanyahu trabajaron tan duro para que fuera electo.
Progresistas, liberales y demócratas que, sí, tuvieron el valor de apoyar el acuerdo nuclear de Irán. A pesar de la intervención de Netanyahu en la política estadounidense al dirigirse a una sesión especial del Congreso.
Progresistas, liberales y demócratas que se negaron a cumplir su deber judío y no votaron por Donald Trump, a pesar de las útiles instrucciones del embajador israelí en Washington, Ron Dermer.
Progresistas, liberales y demócratas -reformistas, conservadores, reconstruccionistas, renovadores, ortodoxos de ala igualitaria, Havura, independientes y no afiliados- que traicionaron a Netanyahu al atreverse a protestar y levantar la voz cuando el primer ministro los apuñaló por la espalda en junio. Que se rindió a la extorsión de la ultra-ortodoxia acerca de la oración en el Muro Occidental y las conversiones realizadas en Israel.
Los progresistas, los judíos reformistas y los moderados y otros que han advertido acerca de la prohibición del viaje y entrada a Israel por parte del gobierno de Netanyahu a los extranjeros que apoyan el boicot a los asentamientos en los territorios ocupados, alejando a los jóvenes judíos norteamericanos de Israel.
Aquí hay un primer ministro que es vengativo hasta los huesos. Ni olvida ni perdona. Tiene resentimientos rabiosos suficientemente profundos y anchos para un partido político entero.
Al mismo tiempo, en su dominio de la deshonestidad, es mucho más astuto, mucho más que, digamos, Trump.
Por eso, cuando Netanyahu prepara la venganza, casi siempre la sirve fría, en una forma que puede parecer ser algo totalmente diferente de lo que realmente es.
Este es el mensaje del silencio de Netanyahu respecto a Charlottesville: “Yo no soy el primer ministro del pueblo judío. Soy el primer ministro de todo el pueblo judío que es derechista, pro-asentamiento, anti-palestino, pro-Yo”.
En cuanto a los judíos norteamericanos que se enfrentan a los nazis de allí -los nazis que odian los valores liberales demócratas, junto con sus amigos los negros, los musulmanes, los inmigrantes y la izquierda- bien, trajiste esto sobre vosotros mismos. Sí señor. Todos ustedes. Ustedes por sí mismos.

Fuente: Haaretz 15/08/2017
Traducción: Salvador Lobaton