Libros

La ilusión de lo que permanece

¿Es que el judaísmo ha perdido todo aquel caudal revolucionario que caracterizó a muchos de sus referentes históricos, y se ha vuelto una variante más dentro de un sistema de dominación? ¿Es que ha dejado de pensarse como una perspectiva moral que se debe y se ofrece al mundo, para concentrarse sólo en sí mismo? Algunas preguntas que despierta la lectura de “El fin de la modernidad judía. Historia de un giro conservador”, del notable historiador italiano Enzo Traverso.
Por Pablo Gorodneff *

En su libro “Operación Shylock”, Phillip Roth, quizás el escritor de ficción que mejor ha descripto las vibrantes contradicciones del hombre judío moderno, desarrolla una historia donde un doble suyo, llamado casualmente Phillip Roth, está en Jerusalén dando entrevistas a la prensa y difundiendo el “diasporismo”, ideología que sostiene la necesidad de que los judíos israelíes, muchos de ellos hijos de la diáspora europea, retornen a Europa a recrear aquella riqueza intelectual y cultural de la diáspora y por otra parte, abandonar un Estado que para garantizar su supervivencia y la de sus habitantes, ha abandonado toda referencia moral. Es así que para mantener su judaísmo, los judíos deberían alejarse de su Estado, el mismo que fue creado luego que el mundo les diese la espalda.
Claro que la elección del personaje de Shakeaspeare en el título no es casual, ya que Shylock representa en sí mismo toda la tragedia del judío europeo, estigmatizado y rencoroso, vengativo pero a la vez de rostro humano. En definitiva, al terminar el libro de Roth uno entiende que no hay salida posible, y que todas las elecciones conllevan la semilla de lo trágico.
Para quien leyó aquél libro, “El fin de la modernidad judía” puede resultar, desde otro género, la continuidad, o el basamento filosófico del libro de Roth, y es una lectura imprescindible para entender el recorrido intelectual del pensamiento judío, del debate y la brillantez a la opacidad del presente.
La tesis de Traverso (Gavi, Italia, 1957) se puede reducir a una sentencia definitiva y fatal: el judaísmo se ha vuelto conservador. Luego de un período de doscientos años entre la Emancipación y el genocidio nazi, donde las ideas de los intelectuales judíos iluminaron los debates del mundo moderno, el judaísmo habría entrado en una etapa de regresión: de ser los grandes subversivos de las ideas a integrarse, con diversas excusas, a los dispositivos de dominación.
Leyendo este trabajo se puede entender hasta qué punto el proceso del judaísmo argentino, aunque con particularidades, no difiere en los sustancial con la descripción que hace Traverso de los procesos acontecidos en Europa, EE.UU, y en Israel mismo.

Entre la crítica y el poder
Para estos hombres y mujeres, obligados ciudadanos del mundo que conocieron el exilio y aprendieron a vivir en condiciones de diáspora mucho antes que el término “globalización” fuese creado, esta globalización capitalista no fue su tierra prometida. Más bien fueron sus críticos más acérrimos, formando parte de la mayoría de los movimientos revolucionarios, como ideólogos o dirigentes.
Es interesante aquí subrayar algo que destaca Traverso: los judíos no eran aceptados en los partidos nacionalistas o conservadores; por lo tanto, aquellos judíos que profesaban ese tipo de ideales tenían al sionismo como único lugar de expresión posible, aunque por el momento era un nacionalismo sin tierra. Si bien el sionismo también ofrecía sus vertientes de izquierda.
Y es quizás en la cita que Traverso hace de Isaac Deustcher donde el autor muestra a la vez el nudo y el hilo conductor: la figura del judío no judío, el llamado judío herético:
“El herético judío que trasciende al judaísmo forma parte de una tradición judía. Se puede considerar a Akher como el prototipo de los grandes revolucionarios del pensamiento moderno, como por ejemplo Spinoza, Heine, Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky o Freud. Se los puede situar en la tradición judía. Todos ellos fueron más allá de los límites del judaísmo. Todos lo consideraban demasiado estrecho, demasiado arcaico, demasiado limitativo. Todos buscaron más allá del judaísmo sus ideales y objetivos, y representan la suma y la sustancia de los grandes logros el mundo moderno, la suma y la sustancia de las transformaciones más importantes de la filosofía, la sociología,la economía u la política de los tres últimos siglos”.

Entonces, para ser judío no alcanza describir y pintar la propia aldea; no alcanza con liberar sólo a un pueblo de sus esclavitud, como dice el relato de Pesaj. Para completar esa condición judía, es necesario también “reparar el mundo”; esto es, salirse de los límites.
Ahora bien, como decíamos al comienzo, este compromiso humano intelectual termina con la Shoa y con la creación del Estado de Israel. A partir de ese momento, el mundo judío cambia el eje de sus intereses y se concentra en construir una memoria del Holocausto y la defensa del Estado de Israel. En nuestro país podríamos agregar a estos tópicos una creciente influencia de lo religioso en una comunidad, que más allá de las festividades, siempre se había mostrado laica.

Es interesante observar que el autor marca el vínculo casi religioso y libre de cuestionamientos que se ha ido desarrollando en la diáspora con respecto al Estado de Israel, y lo compara con el mito de la Unión Soviética, cultivado por los comunistas europeos en la época de Stalin. No se podía criticar a la URSS sin ser tildado de anticomunista, no se puede criticar a Israel sin escuchar la frase “los trapitos deben ser lavados en casa”.

Hanna Arendt, el sionismo y una carta premonitoria
En la amplia cantidad de citas también puede admirarse el trabajo que Traverso se ha tomado para la concreción de esta obra. Y hay dos capítulos donde la figura de Hanna Arendt es central: el capítulo IV, “Judeidad y Política en Hanna Arendt”, y en el capítulo V,”Sionismo y retorno al Ethnos”. Y aquí es donde Traverso descubre, siguiendo a Arendt, la estela por donde seguir el rastro del humanismo judío, en la figura del paria. El judío de la diáspora, desprovisto de patrimonio, privado de derechos, excluido de la ciudadanía, encuentra refugio en la amistad de los hombres, en el calor humano de sus pares. Amor, sensibilidad, generosidad, solidaridad, y sentido de la fraternidad: aquí es donde se encuentran los mejores valores, los que estos hombres y mujeres sin pertenencias materiales y sin compromiso con nada que no sea al otro que le abría los brazos.
Pero es también en esa “no pertenencia” donde los nazis encuentran una ayuda para el exterminio que tenía planificado. “(…) antes de enviarlos  a las cámaras de gas, habían tanteado cuidadosamente el terreno y descubierto con agrado que ningún país reclamaría a estas personas”.
Traverso da cuenta de la complicada relación de Arendt con el sionismo, al que primero apoyó, y del que luego se fue alejando. El judaísmo, en esa época particular del siglo XX era una condición histórica que resumía en su tragedia la crisis del Viejo Mundo y exigía una solución  política, y el sionismo se presentó como tal.
Es particularmente llamativo por su actualidad un texto citado en el capítulo V, una visión de cuál podría ser el futuro de Israel en medio del constante estado de guerra: “El desarrollo de la cultura judía dejaría de ser la preocupación de todo el pueblo, se descartaría como un lujo la experimentación social, el pensamiento político se centraría en la estrategia militar, el desarrollo económico se vería exclusivamente determinado por el desarrollo de la guerra.”

A modo de conclusión
Como bien está expresado en su contratapa, este libro no viene a condenar o a absolver. Viene a promover un debate, a darnos elementos, a señalar caminos para pensar. Un libro que nos hace sentirnos menos solos, ya que la crisis cultural y política del judaísmo argentino se inscribe en un contexto amplio y menos singular.
Para terminar, la tapa: la foto de un hombre que observa con atención los libros que sobrevivieron a un bombardeo, en medio de un edificio donde ya no hay techo, imagen de la ilusión de lo que permanece, algo quegrafica bien la búsqueda de este trabajo.

* Diplomado en Organizaciones de la Sociedad Civil (FLACSO).