A 19 años del magnicidio

El legado de Yitzhak Rabin: ¿es posible la democracia sin la paz?

Este año, la plaza conocida antiguamente como Maljei Israel, en Tel Aviv, fue sede de dos movilizaciones que recordaron un nuevo aniversario del asesinato del Primer Ministro de Israel, Yitzhak Rabin. Probablemente la palabra asesinato no baste para dimensionar lo que sucedió 19 años atrás en una jornada imborrable. Pues, si los Padres Fundadores del Estado de Israel bregaron por darle al pueblo judío un lugar seguro donde vivir, Yigal Amir, un estudiante de derecho de 27 años, puso una sombra sobre esa certeza cuando llevó adelante el atentado: un judío había asesinado al líder del Estado judío.
Por Facundo García, desde Tel Aviv

Puede resultar curioso que un héroe de la guerra como Rabin haya terminado sus días como mártir de la paz. El día 4 de noviembre de 1995 un número sin precedente de habitantes se había hecho presente para brindar apoyo a los esfuerzos pacifistas dirigidos por el gobierno laborista, a pesar de las crecientes amenazas y manifestaciones contrarias de los sectores nacionalistas religiosos. Todas las medidas de seguridad que se tomaron en esa jornada partieron de un error. Como señala el historiador Doron Arazi: “Nadie tomó en consideración un eventual peligro de un terrorista de nacionalidad judía (…). Amir no era un ciudadano árabe, sino que formaba parte del nosotros, el colectivo israelí”.
La historia que sigue es conocida. La puntería de Amir fue certera. No sólo acabo con la vida de un líder legendario sino que logró interrumpir el proceso de paz.

La restauración de la esperanza
El primer día de noviembre se llevó adelante la primera convocatoria, impulsada por la Asociación Iniciativa de Paz Israel que lidera Yuval Rabin, hijo del ex Primer Ministro, y que contó con la presencia de Shimon Peres como orador central del acto. Su intención fue evitar que la conmemoración se volviera sólo un acto estatal vaciado de contenido político.
Si bien los organizadores se mostraron cautos al hablar de la concurrencia, algo diezmada por el clima frío y lluvioso, lo cierto es que no faltaron manos para alzar carteles y globos con consignas, ni voces para acompañar los estribillos de los artistas que se hicieron presentes.
En la plaza se vivió una atmósfera atípica para los días que corren, no había lugar para el escepticismo. Quienes comenzaron a llegar alrededor de las 19 horas se reconocían en las miradas y se acercaban a saludarse. Nadie pareció sorprenderse por el ingreso de una bandera palestina ondeando entre la multitud, más bien diría que esa presencia fue motivo de orgullo. Y en el público se entremezclaron las familias con los miembros de la Knesset, principalmente de los partidos Avodah y Meretz.
El acto comenzó puntual. La multitud observó con euforia el discurso de Shimon Peres interrumpiéndolo con aplausos en numerosas ocasiones. “Hace mucho no se lo escuchaba en un tono tan político”, comentaban cerca de este cronista.
Evidentemente ya no le pesa el traje presidencial y quien fuera uno de los principales arquitectos del proceso de paz durante el gobierno de Rabin se sintió libre para cargar contra la actual coalición gobernante: “Tenemos toda clase de esas personas en el gobierno que se autodenominan estrategas. Ellos no hablan de paz sino de ´administrar el conflicto´. Echen un vistazo a lo que sucedió en Gaza el verano pasado o lo que está sucediendo por estos días en Jerusalén. Así es como luce la supuesta administración del conflicto”, subrayó.
Y continuó: «Hay quienes han convertido la palabra paz en un término despectivo, y que consideran como delirantes a las personas ‘partidarias de la paz´. Pues, les digo claramente hoy, ellos, los que han renunciado a la paz, son los delirantes, los ingenuos, los que no son patriotas”.
No había dudas respecto a quiénes se dirigían los mensajes. Cada uno de los oradores clamó esa noche por una salida política al conflicto. Le exigieron al gobierno israelí abandonar el marketing de enemistad para con los palestinos. Sólo en ese camino será posible desarticular el terrorismo. Yuval Rabin señaló: “También los jóvenes palestinos merecen un futuro diferente”.

Recordando el asesinato, la lucha por la democracia
El segundo rally tuvo lugar el pasado sábado 8 de noviembre. Fue motorizado según los anuncios por organizaciones juveniles y estudiantiles aunque, al contrario de lo que uno intuiría, ningún joven subió al escenario para tomar el micrófono. Si el primer acto puso el énfasis en la cuestión de la paz, el segundo se focalizó en los desafíos de la democracia.
El orador central de este acto fue el presidente Reuven Riblin, quien decidió iniciar su discurso con una cita que el propio Rabin dijera en la misma plaza 19 años atrás: “La violencia erosiona los cimientos de la democracia israelí, la violencia debe ser censurada y aislada. Ese no es el camino del Estado de Israel”.
Luego, Riblin se pronunció en contra de las distintas formas que asume violencia dentro de la propia sociedad israelí, en especial, refiriéndose a la incapacidad para escuchar al otro.
Las palabras de Riblin sonaron moderadas, protocolares. No es un secreto su oposición en la década del ‘90 al proceso de paz liderado por Rabin ni su actual rechazo a la solución de 2 Estados para 2 pueblos. En cambio, destacó el pluralismo del acto donde tanto judíos seculares como ortodoxos, así como referentes de la izquierda y la derecha israelí, compartieron escenario. Lo escuchaba con atención Racheli Frenkel, madre de Naftali, uno de los estudiantes secuestrados y asesinados en junio de este año por el grupo terrorista Hamas, y que también fue invitada como oradora.
Por último, el presidente israelí alentó a los jóvenes que lo escuchaban a construir puentes, a ser exitosos donde ellos, en referencia a su generación, habían fallado. “A pesar de los desacuerdos fundamentales entre nosotros, compartimos una serie de valores. Nosotros tenemos en que creer, nosotros tenemos esperanza en la unidad” sentenció.

La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos
En su oda a la memoria, León Gieco invita a pincharnos, a despabilarnos. No es algo exclusivo de la cultura rioplatense sino que tiene que ver con la humanidad toda. Creo que por ello, más allá de los discursos, se montó en una de las esquinas de la Plaza Rabin una carpa con una galería de imágenes y videos sobre su vida.
Una de las secciones, que atrajo particularmente las miradas del público, se trataba de las imágenes sobre la campaña de difamación que sufrió por entonces el Primer Ministro debido a su política de paz y sus diálogos con el líder palestino Yasser Arafat.
Allí podían verse fotos manipuladas de Rabin con un pañuelo palestino en su cabeza y la leyenda de “traidor” o una en la que vestía un uniforme militar con una esvástica, entre otras. La virulencia política y las injurias desenfrenadas que suscitaron los Acuerdos de Oslo, alentadas entre otros por el actual Primer Ministro Benjamín Netanyahu, no han menguado. En este sentido, la advertencia de Shimon Peres no debe pasar inadvertida: “El Estado de Israel sacrificará su futuro si sus gobernantes persisten en una política de status quo y no alientan la paz”.