Reflexiones sobre Pesah

Mesianismo político en Israel

El relato de la liberación de Egipto es también una oportunidad para abordar cuestiones del presente. El autor de esta columna advierte la necesidad de la lucha ideológica que deberían plantear los sectores mayoritarios de la población de Israel ante la amenaza que representa el mesianismo del actual gobierno de derecha.
Por José Alberto Itzigsohn, desde Jerusalén.

En el mes de Abril (mes de Nisan en el calendario hebreo), se ha celebrado la festividad de Pesah. En ella se rememora la salida de los israelitas de Egipto y a la vez, se reafirma la creencia en Dios, que acudió en ayuda de los mismos e infligió castigos terribles a sus enemigos. En distintos momentos de la narrativa,  la Hagadá, que se estima fue escrita a partir del siglo II de la era cristiana, se reitera el tema de la salvación del pueblo y de la fe.
Un mandato  muy importante es el de trasmitir el relato de generación en generación. Se señala también que cada hombre debe vivir el relato como si el mimo hubiera sido esclavo y la salida de Egipto señalara su liberación. Pesah señala también el pasaje del invierno a la primavera, el revivir de la naturaleza a la par del revivir del pueblo liberado de la esclavitud.

Todo este múltiple simbolismo nos lleva a la pregunta esencial de cuál es el Egipto o los Egiptos de los cuales nosotros debemos salir en nuestra generación.
Como es sabido, el pueblo judío sufre de distintas amenazas, tanto fuera de Israel como dentro de Israel. En muchos países se han dado dos fenómenos contradictorios: por una parte, un reconocimiento de su aporte a la ciencia y  a la cultura; y por otra, el renacimiento del antisemitismo en distintas formas, incluyendo el crecimiento de fuerzas neonazis como en Hungría, Grecia y otros países. Israel, específicamente, sufre la amenaza de destrucción apocalíptica por parte de algunos países y movimientos islámicos y también la crítica por su conducta política, que puede estar mezclada o no, según los casos, con elementos de antisemitismo, y que implica la posibilidad creciente de movimientos de boicot a nivel internacional.
Estas amenazas, reales o hipertrofiadas, se superponen en el pueblo israelí a la memoria de persecuciones del pasado,  lejano y reciente, y crean una situación de temor que no corresponde a la realidad israelí y su fuerza económica, científica y militar, pero que es manejado por la derecha para bloquear el camino hacia la paz. El temor es simpre un mal consejero, pues no permite discernir bien cuáles son los componentes de la realidad.

Hasta aquí me he referido a las amenazas externas, reales o hipertrofiadas. Quiero hablar ahora de las amenazas internas que se engendran y desarrollan en el seno de la población judía de Israel. Me refiero a la mezcla de mesianismo y política que ha dejado de ser el sueño de un pueblo indefenso, para pasar a ser un componente muy importante de la actual política israelí.
En este punto cabe una digresión. No intento atacar a la religión como fenómeno individual o grupal, sino a su mezcla con las decisiones del Estado, lo que conlleva, de acuerdo a la mirada del reverenciado pensador religioso israelí, Yeshayahu Leibowitz, a la corrupción tanto del Estado como de la religión.

El pueblo judío ha sufrido catástrofes históricas por la aparición de falsos mesías, como por ejemplo, Sabtay Zvi en el siglo XVII; pero quiero referirme a la forma en que el mesianismo político afecta a la vida  en Israel en el presente, desde dos posturas extremas que se contradicen. Una son los grupos ultraortodoxos que se oponen a la existencia del  Israel, precisamente porque este es fruto de la acción  humana y no de la intervención divina. Estos grupos son agentes activos de la oposición al mismo. La tendencia opuesta es la de los grupos ultraortodoxos que se denominan religiosos nacionales, que representan, principal pero no exclusivamente, a los colonos de las tierras ocupadas de   Cisjordania.
Esas fuerzas crecieron a partir de las victorias militares israelíes en 1948 y sobre todo, en la Guerra de los Seis Días, de 1967, que fueron interpretadas como una señal del comienzo de le era mesiánica y como una señal de Dios del comienzo de la redención. Esta señal marcaría, a su entender, la necesidad del poblamiento por parte de judíos del territorio de la margen occidental del Jordán,  habitado por árabes, y que hasta 1967 estaba bajo el dominio jordano. Esta corriente ha llevado a la instalación en ese territorio de varios centenares de miles de colonos judíos, en el seno de una población árabe que se autodefine como población árabe palestina, y que supera los dos millones de personas.
Esta situación dificulta sobremanera la consecución de una paz durable entre árabes y judíos. También hay obstáculos ideológicos y religiosos importantes por parte de los árabes, pero esta atmósfera de mesianismo político nos envuelve a nosotros y es uno de los Egiptos simbólicos de los cuales debemos salir, y con urgencia.

La gran mayoría de los judíos israelíes son seculares, tradicionalistas o religiosos moderados y desean un acuerdo de paz con sus vecinos que les permita, al mismo tiempo, vivir libres del temor y ser dueños de su destino en un pedazo de tierra que les pertenezca. Este es el sueño de liberación en el presente. Nos queda por delante una ardua lucha ideológica, para que este deseo mayoritario se concrete en una nueva dirección política.