Argentina rechazó enterrarlo

Murió el SS y criminal de guerra Priebke

El nazi implicado en la matanza de las fosas Ardeatinas, uno de los crímenes contra civiles más conocidos de la II Guerra Mundial, falleció a los 100 años en Roma, donde vivía bajo arresto domiciliario. Tras medio siglo oculto en Argentina, fue extraditado y luego condenado en Italia por la masacre ocurrida en 1944. Argentina no permitió que su cuerpo entre en el país, donde está enterrada su esposa.

Erich Priebke fue capitán de las SS y se lo destinó a Italia en el año 1943, donde participó en la matanza de la Fosas Ardeatinas, siniestro episodio en el que murieron 335 civiles italianos en represalia por la muerte de un grupo de soldados alemanes. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Priebke vivió muchos años en el sur de Argentina. Finalmente, fue extraditado en 1995 a Italia y sentenciado tres años después por un tribunal militar en Roma a raíz de su papel en la masacre del 24 de marzo de 1944.
A pesar que su esposa está enterrada en la ciudad de Bariloche, el canciller Héctor Timerman dio la orden «de no aceptar ningún trámite que permita el ingreso del cuerpo del criminal nazi Erich Priebke a la Argentina», según afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino a través de Twitter.
Priebke nunca mostró remordimiento por sus acciones y mantuvo la ideología nazi hasta sus últimos días. La comunidad judía se sintió indignada cuando el abogado del fallecido difundió el testamento del oficial nazi en el que aseguraba que «nunca renegó de su pasado» y consideraba el Holocausto «propaganda». Mientras cumplía su condena, varias asociaciones y comunidades judías italianas y del mundo protestaron durante años por el régimen concedido a Priebke, que le permitía salir de la casa durante el día.

En marzo de 1944, Italia se encontraba ocupada por Alemania. El 23 de ese mes una bomba colocada en la vía Rasella de Roma explotó al paso de tropas de las SS. Mató a 33 soldados. Como respuesta, Hitler ordenó ejecutar a 10 italianos por cada alemán muerto.
El jefe de la policía y los servicios secretos alemanes en Roma, Herbert Kappler, fue el encargado de ejecutar la represión. Para ello seleccionó a 335 presos de varias cárceles romanas; casi una cuarta parte de ellos eran judíos. El día siguiente, fueron conducidos en camiones por el capitán Priebke y Karl Hass hasta unas minas abandonadas a las afueras de Roma, conocidas como fosas o cuevas Ardeatinas. Allí, tras ser introducidos de cinco en cinco, eran ejecutados con un disparo en la nuca, muchos de ellos arrodillados sobre los cadáveres de quienes les habían antecedido. Cinco de los asesinados por los verdugos de las SS no estaban incluidos en el listado original. Medio siglo después, durante los juicios celebrados contra él, aquel brutal error de cálculo gravitó sobre Priebke, quien tenía la responsabilidad directa de comprobar las listas de los sentenciados.
Terminada la guerra Priebke estuvo durante cerca de 20 meses en un campo de prisioneros administrado por los británicos junto a Rimini. Tras huir y pasar una temporada escondido en un monasterio franciscano en Austria, huyó a Argentina con ayuda de ODESSA, la famosa organización de ex SS encargada de buscar escondite en Latinoamérica a sus compañeros.
Priebke se asentó en Bariloche, donde residió casi cuatro décadas y donde, en 1991, el escritor argentino Esteban Buch le entrevistó cuando reunía materiales para su libro “El pintor de la Suiza Argentina”, una investigación sobre los nazis refugiados en la localidad rionegrina. El viejo SS habló sin complejos de su papel en la masacre romana. Luego, un equipo de la cadena estadounidense ABC, siguiendo la pista levantada por Buch, volvió a entrevistar a Priebke tres años después. Las imágenes dieron entonces la vuelta al mundo y motivaron un clamor por su extradición en Italia.

En 1995 Argentina lo extraditó a Roma y comenzó un largo procedimiento que concluyó en 1998 con cadena perpetua para él y para Hass. Ambos cumplieron muy confortablemente sus penas; y en el caso de Priebke llegó incluso a obtener un permiso de trabajo.