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Historias de la Resistencia adolescente

La lucha en contra del nazismo de millares de adolescentes de casi toda Europa fue tal vez el enemigo más entregado y heroico que enfrentó Hitler. Sin embargo, luego de la 2da Guerra Mundial, la participación en la Resistencia de los grupos y ejércitos integrados por adolescentes se convirtió en un tema tabú. “Piratas de la Libertad” (de Marea Editorial), escrito por el periodista Roger Faligot, se propone rescatar del olvido la historia de la gesta antinazi de la juventud.

Por Ariel Abramovich

Piratas de la Libertad propone una mirada prácticamente desdeñada de la resistencia al nazismo: la del compromiso masivo de la juventud en Europa contra la opresión totalitaria. Roger Faligot ofrece una narración prolija y meticulosa, que destacan tanto sus dotes de periodista como de escritor, donde enumera un sinfín de historias de la Resistencia cuyos principales protagonistas fueron adolescentes. Se trata en síntesis de historias de chicas y chicos a los que la irrupción de la maquinaria devastadora nazi les marcó la vida, y en muchos casos la segó, pero al mismo también imprimió un sentido de heroicidad único a su lucha.
Muchas de estas gestas tuvieron poca trascendencia en su momento, y en la mayoría de los casos jamás fueron reconocidos. Ahí radica el propósito principal del autor, dar luz a estas apasionantes historias al mismo tiempo que denuncia los motivos por los que la historiografía más difundida respecto a la Resistencia no suele reconocer a estos millares de estudiantes secundarios, de scouts, de militantes políticos, de chicos de la calle. Vale decir: ¿por qué los adolescentes que lucharon contra el nazismo se convirtieron en un tema tabú en la postguerra?

En base a documentos inéditos, desde diarios, las últimas cartas de presos y condenados, hasta folletos y canciones; y, fundamentalmente, cientos de entrevistas con testigos y protagonistas de la Resistencia, Faligot enumera en las páginas de Piratas de la Libertad las proezas de La Rosa Blanca de los hermanos Scholl; las de los Piratas del Edelweiss, que llegaron a amalgamar a más de 25.000 militantes que desde 1933 rechazaron alistarse en las Juventudes Hitlerianas; los sabotajes cometidos por la organización guerrillera francesa Mano Negra; las acciones del Club Churchill de Dinamarca; la entrega de las amazonas del Komsomol; la lucha de los partisanos italianos; y la de cientos de otros grupos integrados casi exclusivamente por jóvenes resistentes de Francia, Polonia, Holanda, Italia, la ex Yugoslavia, y el resto de los países ocupados por los nazis.

Los grupos y ejércitos de adolescentes tuvieron diferentes orígenes, los hubo concientizados ideológicamente, pero también participaron jóvenes marginales, como los Zazous o la Banda de Jojo. También difiere el momento en que surgieron. Mientras que en Italia, Alemania y Austria los movimientos juveniles pasaron a la acción a comienzos de la década del ’30, en el resto de Europa se intensificaron una vez que sus países fueron ocupados por los nazis.
Faligot también rescata la incomparable resistencia judía del gueto de Varsovia, encabezada por el militante de Hashomer Hatzair, Mordejai Anielevich, apenas un adolescente cuando fue encerrado. Y la de Róza Robota, otra joven militante de Hashomer, quien junto a sus camaradas hicieron estallar un horno crematorio en Auschwitz.

De ocultamiento, resignaciones y complicidades
Los Piratas de la libertad podrían ser chicos de entre 12 a 19 años, la mayoría promediaban apenas los 15 años. Si bien nunca pudo precisarse a ciencia cierta cuántos fueron, el autor enumera cientos de historias en los que participaron varios miles de jóvenes.
Muchas de las historias rescatadas del olvido por Faligot permanecieron ocultas por avatares de la guerra; no obstante, muchas otras fueron ocultadas o deformadas por la miseria de otros resistentes, adultos, quienes no pudieron tolerar el reconocer el arrojo de esos adolescentes que se rebelaban contra el yugo nazi, con una valentía más pura, osada y desinteresada. Sucede que estos jóvenes interpelaron muchas veces la resignación y cobardía, o la complicidad incluso, de sus propios familiares y profesores. Y, además, eran rebeldes e insubordinados. Sin dudas, una combinación difícil de digerir.

Con todo, hubo algunas excepciones en lo que a reconocimiento de la lucha adolescente se refiere. Los pocos casos honrados en estampillas, monumentos o libros de historia fueron aquellos que acabaron sus días fusilados por los nazis, como en el caso de Guy Moquet o de Pierre Benoit y sus cuatro compañeros del liceo francés Buffon. La pena capital fue, según el autor, el único modo en que la memoria de estos jóvenes logró ser honrada, porque incluso muchos de los adolescentes que fueron deportados a campos de concentración por participar en la Resistencia, continuaron sin ser reconocidos al volver del infierno.

Documentada y narrada con gran meticulosidad y prosa encendida, Piratas no escapa a la pasión del autor, quien en última instancia también canalizó en la obra el deseo de honrar la memoria de su propio padre, un militante resistente con actuación en la liberación de Francia. Tal vez por eso el autor cae, en no poco tramos, en una antítesis algo simplista donde sólo hay espacio para próceres inmaculados, sin ahondar en las densidades de las contradicciones de jóvenes desesperados en un contexto de derrumbe y pérdida de parámetros sociales. Podría achacarse entonces, un cierto exceso de romanticismo en el relato.
La investigación le demandó al autor casi cinco años. El proyecto nació en el año 2004, cuando Faligot (quien cabe destacar recibió en 2011 el Gran Premio Jules Verne por su novela histórica Les Sept Portes du monde y publicó más de 40 obras sobre la historia contemporánea) percibió que en las celebraciones del sexagésimo aniversario de la liberación de París el rol de los adolescentes nunca fue mencionado. “Pensé que era el momento de reconocer y contar la historia de estos niños y jóvenes que combatieron a Hitler. Demasiado tiempo olvidada y eclipsada por casi todos los historiadores, esta historia fue suprimida por los ex dirigentes de las redes de resistencia, reescrita a voluntad por los principales partidos políticos en la post-guerra, y negados por el gobierno y los veteranos de guerra”, sostiene Faligot.

El relato de Piratas va y viene con gran inteligencia, salta de espacios temporales y geográficos con habilidad narrativa, en pos de desarrollar con claridad los ejes temáticos que aborda la obra, para así dar cuenta de las diferentes gestas que ofreció la Resistencia europea, primero con la militancia clandestina en Alemania, Austria e Italia, luego en los países ocupados, fundamentalmente Francia y Polonia, pasando también por los casos de quienes se arriesgaron para escapar del yugo nazi para alistarse en los ejércitos libres, que con sede en Gran Bretaña, participaron luego del desembarco aliado para la liberación europea.
Asimismo, el autor traza un pormenorizado análisis de los variados modos de resistencia ejecutados por los adolescentes, desde los más inocentes, con graffitis callejeros, hasta los más violentos, con sabotajes a la infraestructura de guerra alemana y asesinatos de jerarcas nazis. Así como también de los factores sociológicos de los movimientos previos a la 2da Guerra Mundial. Es decir, el sustento ideológico y social de todo el espectro político juvenil de aquella época: desde los Jungwandervogel antimilitaristas y libertarios que surgieron a comienzos del siglo pasado, el scoutismo de Baden-Powell, las juventudes comunistas, e incluso, vale la pena destacar, Hashomer Hatzair y la interna entre los distintos movimientos políticos judíos, ya sean del Bund o los sionistas socialistas.