El complejo mapa de Medio Oriente

Turquía e Irán, dos potencias que van por más

Dos nuevos imperios están surgiendo en Medio Oriente por debajo de los radares periodísticos: Turquía e Irán. Ambos países comparten la misma religión islámica, pero no son parte del mundo árabe mayoritario en la región. Este simple hecho que en el pasado fue su principal obstáculo imperialista, les otorga hoy una ventaja comparativa indiscutible frente a sus “hermanos” árabes, ya que su identidad cultural, lingüística, nacional, étnica y religiosa se encuentra bien definida.

Por Afro Remenik

En el orbe árabe, la identidad lingüística (árabe), se encuentra en contraposición con la identidad nacional (jordana, siria, egipcia, etc.), con la identidad religiosa (musulmana, cristiana, drusa, etc.), con la identidad étnica (sunitas, shiitas, kurdos, etc.), con la identidad política (nacionalistas, panarabistas, islamistas, demócratas). Desde este punto de vista, la llamada Primavera Árabe no es más que una lucha entre diferentes identidades.
Por el contrario, tanto los turcos como los iraníes poseen una identidad nacional-lingüística-étnica-política definida y más o menos unificada. La base de dicha identidad homogenizada en ambas naciones es el pasado dorado como gigantes imperios que dominaban todo el Medio Oriente. Es a este pasado glorioso al que ambos países desean volver, y la Primavera Árabe es una gigantesca ventana de posibilidades para lograr este objetivo.
Sin embargo, el sueño de un país choca indefectiblemente con el sueño del otro.

Una de las principales batallas por la expansión imperialista en Medio Oriente se lleva a cabo en Egipto. Después de la caída de Mubarak y el ataque a su embajada, los norteamericanos retiraron en forma galopante sus gigantescas inversiones en este país. Este hecho fue un duro golpe para el naciente gobierno de Morsi, pero a su vez fue una gran oportunidad para las ansias imperialistas de Turquía, que reemplazó a EE.UU. como principal inversor en el país. Sin embargo, Irán no dio por perdida esta batalla, y si bien en el campo económico hoy no se encuentra con posibilidades de competir con los turcos, ha planteado una dura lucha en el campo político, donde tiene muchas posibilidades de surgir como victorioso. La reciente visita de Ahmadinejad a Egipto es una muestra de ello.
Es así que Morsi hoy se ve en la disyuntiva de elegir entre las necesidades económicas de su país y la ideología que mueve su partido, los Hermanos Musulmanes, con gran influencia iraní. Su única posibilidad de sobrevivir políticamente es no resolver esta disyuntiva y seguir jugando un doble juego, pero este hecho transformará a su país en una gran trinchera de intereses imperialistas turcos e iraníes, dejando de lado los intereses del propio pueblo egipcio.

El lugar de Siria
Un segundo campo de batalla se encuentra en Siria, donde el gobierno iraní ha optado por aliarse con el decadente gobierno de Assad. Frente a ellos lucha desde el sur el Ejército Independiente de Siria, de origen sunita y apoyado fuertemente por Al-Qaida, Turquía y Estados Unidos. ¡Sí!, Al-Qaida y EE.UU. son aliados en esta lucha. Esta extraña alianza se debe en gran medida a que Turquía ha decidido utilizar todos los medios a su disposición para ganarle esta batalla a los iraníes.

Un tercer factor en juego en Siria son las organizaciones kurdas que han logrado una sorpresiva independencia en el nororiente del país, debido al retiro de las tropas del régimen de Asad. Este hecho es visto como un gran peligro por Ancara que teme que una autonomía kurda en Siria pueda ayudar a desestabilizar el control que ha mantenido por décadas sobre Kurdistán. Es por eso que le exigió a las tropas del Ejército Independiente de Siria un masivo ataque a las zonas kurdas para recuperar el control sobre aquellos territorios. Las Brigadas de Lucha Kurda han repelido el ataque y mantenido su independencia. Sin embargo, estos contratiempos demoraron el avance de las tropas sobre Damasco, cosa de segunda prioridad para los turcos, pero de primera para los rebeldes. He aquí la base de la continuación del conflicto en Siria, después que Asad haya sido derrocado.
Para estas batallas, y también para las próximas que vendrán, Turquía lleva décadas trabajando para transformarse en la décima potencia armamentística del mundo y en la segunda de la OTAN, sólo después de Estados Unidos. Y también en este contexto se debe entender el infatigable intento de los iraníes en transformarse en potencia atómica, a pesar de las múltiples sanciones y embargos internacionales, que ponen en peligro la economía de la nación. Y es que Irán está dispuesto a arriesgar su país con tal de conseguir el imperio. Sólo el tiempo dirá si este juego de “todo o nada” dará sus frutos.