La muerte de Hugo Chávez

Chávez y el sionismo socialista

Más allá de la indiscutible afinidad que dentro del espectro progresista genera el legado de Hugo Chávez, aparecen de manera frontal e insoslayable las fuertes contradicciones que para la mirada judía y sionista representan su alianza con el régimen teocrático iraní y la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel, así como su difícil vínculo con la comunidad judía de Venezuela.

Por Afro Remenik

Para los sionistas socialistas la figura de Hugo Chávez representa todas las contradicciones que nuestra ideología sostiene. Por una parte, Chávez logró hacer realidad uno de los viejos sueños del socialismo: la vía democrática al socialismo, aquella vía que emprendió Ben Gurion en Israel, Bosch en República Dominicana y Allende en Chile. Por supuesto, tanto al concepto “Socialismo” como al concepto “Democrático” pueden ser cuestionados, en particular si tomamos en cuenta el primer intento golpista de Chávez de llegar al poder, las constantes violaciones a los Derechos Humanos y los pactos firmados con dictadores ultraderechistas como el iraní Ahmadineyad. Sin embargo, creo injusto comparar gobiernos reales con conceptos utópicos. Por supuesto, que las utopías son importantes para avanzar en el camino, pero tienden a confundirnos si lo que queremos es analizar y sacar conclusiones. A la hora de los análisis lo que se debe decir es que el gobierno de Chávez logró reducir la pobreza y la injusticia de manera significativa en un país golpeado durante décadas por estas plagas. Y no existe nada más democrático y socialista que ambos avances.

Ahora bien, como sionistas el gobierno de Chávez representa una verdadera pesadilla para nosotros. En primer lugar, el antisemitismo que ha caracterizado su gobierno, con ataques constantes a la comunidad judía venezolana, a sus instituciones y representantes; ataque constante y efectivo que ha determinado la casi desaparición de la comunidad, afectada por el miedo y la constante emigración de sus miembros. La comunidad judía de Caracas pasó de unos 30.000 miembros a unos 9.000 durante el mandato de Chávez.

En segundo lugar, el antisionismo marcado por el corte unilateral de las relaciones diplomáticas con Israel, la prohibición del ingreso de israelíes a Venezuela, y el ferviente apoyo a Irán en sus constantes llamados a la destrucción del Estado hebreo. En definitiva, un antisionismo completo y total, que eterniza el conflicto entre judíos y árabes, y no busca apoyar posibles soluciones pacíficas para Medio Oriente.

Contradicciones de las ideologías
El caso de Hugo Chávez representa para el sionismo socialista una muestra más de las contradicciones inherentes de nuestra ideología. Contradicciones que también se ven cuando en Israel sufrimos atentados terroristas y llamamos a defendernos con toda la fuerza, pero también a buscar todos los medios para llegar a una paz verdadera con nuestros vecinos. Contradicciones que se ven cuando educamos hacia valores y morales universales, pero también a valores y morales particulares judíos.
Y es que las contradicciones son la base de nuestra ideología, es su debilidad y también su fortaleza. Es su debilidad porque nos obliga a cuestionarnos en cada momento qué actitud adoptar, sin respuestas preconcebidas y automáticas. Esta es la misma razón de su fortaleza, y del hecho que el sionismo socialista sigue vivo después que muchas ideologías importantes dejaron de existir. Y es que el hecho que una ideología cumpla su objetivo estructural de resolver sus profundas contradicciones internas es el comienzo de su decadencia.

En este sentido, Hugo Chávez es la encarnación de las contradicciones intrínsecas del chavismo, y su fallecimiento representa en cierta forma la resolución de los conflictos ideológicos que lo sustenta, como el conflicto entre lo carismático y lo institucional de su sistema de gobierno, o el conflicto entre su liderazgo frente a las democracias latinoamericanas y su pacto con las dictaduras conservadoras del mundo. En definitiva, su clímax y su némesis.