Ganadores y perdedores en la próxima Knesset

6 lecciones de las elecciones 2013 en Israel

Ante la inminente conformación del futuro gobierno israelí, el autor reflexiona acerca de algunos aprendizajes que se pueden tomar en consideración a partir de los resultados de las elecciones al 19avo Parlamento de Israel.
Por Andy Faur

Lección 1: Los ganadores
Casi está de más mencionarlo, pero obviamente el gran ganador de estas elecciones fue el novel partido «Iesh Atid» que encabeza el periodista Yair Lapid, que logró la extraordinaria cifra de 19 mandatos y se posicionó como el segundo partido más votado de la Knesset, con más de medio millón de votos.
Desde el estricto punto de vista de los resultados electorales cuantitativos, los otros dos ganadores de la contienda son el partido Habait Haieudi , religioso-nacionalista (que pasó de 7 a 12 mandatos y no como se piensa de 3 a 12, ya que en esta vuelta fue en coalición con Ijud Haleumi, que en la Knesset 18 habían ido por separado, y este último había logrado 4 mandatos).
Desde este punto de vista, el último gran vencedor fue el partido de centro izquierda Meretz, que después de haber llegado a su peor desempeño en las elecciones del 2009, se sobrepuso a la crisis y duplicó sus bancas de 3 a 6.

Lección 2: los perdedores
Muchos lo olvidan, pero sin duda el gran perdedor de estas elecciones es el partido Kadima, que de ser la facción más grande de la 18ava Knesset con 28 diputados, se convirtió en la más pequeña de la 19na, con sólo 2 diputados conseguidos a duras penas, superando apenas el porcentaje mínimo para lograr escaños en el Parlamento israelí.
A pesar de los buenos resultados aparentes obtenidos, los perdedores de esta contienda fueron los dos grandes partidos clásicos de Israel, el Likud y Avodá.
El Likud, que en esta contienda corrió junto al partido de Avigdor Liberman, Israel Beteinu, y se presentó como Likud-Betenu, logró sacar 31 mandatos solamente. Lejos de sus grandes expectativas de rondar los 40, en definitiva es una victoria pírrica ya que los dejó muy debilitados en fuerzas para enfrentar las demandas coalicionarias de sus futuros socios de gobierno.En la Knesset 18, el Likud, participando solo, había obtenido 27 bancas e Israel Beteinu 15, lo que suman 42.
Las 31 logradas en las urnas, apenas superan las que había obtenido el Likud cuando fue solo en 2009.
Avodá, que venía de un proceso de autodestrucción sanguinario, con peleas y abandonos, logró obtener 15 mandatos, cuando las expectativas eran estar cercanos a los 20 y posicionarse como una alternativa al Likud a encabezar la formación del nuevo gobierno. Ni cerca estuvo de eso.
¿Por qué lo interpreto también como una derrota? Porque no es del todo verdad que duplicó sus fuerzas (de 8 en la Knesset anterior a 15 en esta), sino que en realidad al principio de la cadencia anterior, Avodá tenía 13 bancas en el Parlamento. Lo que pasó es que en el transcurso de dicha cadencia, Avodá decidió abandonar la coalicián de gobierno en la que participaba, y entonces Ehud Barak (a la sazón Ministro de Defensa) y 4 diputados más del partido se abrieron del partido y crearon la facción Hatzmaut, que se quedó como socio coalicionario del anterior gobierno de Netanyahu y él siguió en su cargo en Defensa hasta hoy en día.
Pasar de 13 a 15 mandatos no es un gran logro político… Ya veremos cuál será la perfomance del partido como cabeza de la oposición en el Parlamento, lo que dirimirá en última instancia sufuturo politíco.

Lección 3: La tribu Wasp israelí sigue vivita y coleando
«El rey ha muerto, que viva el rey». Definitivamente tenemos un nuevo rey de la tribu blanca /ashkenzi /clase media de Israel y se llama Yair Lapid, que fue votado por nada menos que por el 14% de los ciudadanos israelíes, viéndose superado este porcentaje por amplio margen en las ciudades de la franja costera (Tel Aviv hacia el Norte), reducto clásico de los votantes del centro político.
Por lo visto los temas del costo de vida, el alistamiento de jaredim al ejército, las mejoras en el sistema educativo y de salud, superan en este público a los temas más tradicionales de la escena política israelí, como ser el conflicto con los palestinos, la justicia y la igualdad social y la geopolítica del Medio Oriente.
Cuando el antiguo representante de la tribu, Kadima, empezó su decadencia electoral, en el mismo momento que se decretó el llamado a elecciones, muchos de los analistas interpretaron este movimiento como la desaparición de la cohesión de la tribu y el regreso de muchos de sus votantes a sus «nidos originales», el Likud y Avodá, que eran los que habían aportado a la creación de Kadima de la mano de Ariel Sharon allá por el año 2005, ¿recuerdan?
Obviamente esto no ocurrió. Esta vez, con el partido de Yair Lapid, hay una gran diferencia con su antecesor: fue formado de la nada, con gente de distintos partidos y distintos orígenes políticos , con gente de afuera de la política y gente jóven exitosa. Esto quiere decir en definitiva que sus votantes optaron por esta propuesta directamente, y que con un buen manejo político, el partido puede tener más Atid (futuro) que las anteriores versiones centristas del Parlamento que desaparecieron del mapa político al cabo de una o dos contiendas más.

Lección 4: Porcentaje de participacion electoral
En estas últimas elecciones, el porcentaje de participación en el acto electoral subió levemente respecto a los anteriores, que venía con una tendencia a la baja paulatina desde el año 1990.
Entonces, ¿cúal es el significado concreto de una participación mermada de votantes? Que la baja participación ciudadana favorece sobre todo a los sectores con mayor poder de convocatoria a las urnas, como ser los colonos de los asentamientos y los sectores ultraortodoxos, cuya participación electoral ronda un promedio de 80%.
La participación electoral en este 2013 rondó el 68% del electorado.
Este fenómeno lo podemos verificar en estas elecciones, en donde una mayor participación electoral le dio al bloque de «centro/ centro izquierda» una mejor perfomance que en ocasiones anteriores y emparejó las fuerzas entre ambos sectores del Parlamento.

Lección 5: los estrechos y eternos intereses sectarios de los partidos ultraortodoxos
Cuando hablamos de estos partidos nos referimos a los dos que representan a este sector y que tienen presencia en la Knesset: Shas y Iahadut HaTorá.
En estas elecciones,como en anteriores, hubo intentos por parte de otros sectores de la ultraortodoxia de quitarles el monopolio y la exclusividad de la representación sectorial, pero al igual que en ocasiones anteriores, sin éxito electoral.
Shas, representante de la ultraortodoxia sefaradí en todas sus vertientes, logró los mismos 11 mandatos que parece ser su «número de hierro» desde las elecciones de 2003. Importante es remarcar que los analistas entienden que sólo la mitad de sus votantes pertenecen al sector estrictamente religioso y el resto es gente de origen sefaradí que se identfica con el mismo a partir de su origen étnico.
Iahadut Hatora, representante de los dos sectores del judaismo ultraortodoxo ashkenazi: el jasídico y el lituano, rompió si su «número de hierro», y pasó de sus seis mandatos históricos a los siete actuales.
Dado que prácticamente estos dos partidos tienen a su público cautivo y sus «numerus clausus», durante la campaña se dedicaron a resaltar los temas sociales sensibles a todos los ciudadanos y sobre los cuales ellos se encargarían de representarlos en la Knessset en nombre de todo el Pueblo de Israel.
Una vez terminadas las campañas y comenzados los contactos coalicionarios y en los cuales uno de los temas centrales es el alistamiento de los jovenes estudiantes de ieshivot al ejército de Israel, y de los cuales estos dos partidos estaban quedando al margen, decidieron juntarse como bloque unificado y luchar hasta sus últimas fuerzas (literalmente hablando según sus dichos) por sus estrechos intereses para que esta «maldición» no ocurra nunca en la vida.
¿Y las promesas de justicia social y sensibilidad por lo ciudadanos de menores recursos? Bien, gracias…

Lección 6: las elecciones en Israel se hacen cada vez más personalizadas
Este fenómeno ya quedó claro en las publicidades de los partidos, en donde la foto enorme del líder y uno o dos eslóganes vacíos, son todo el contenido de la propaganda publicitaria de los partidos.
La gente no votó por ideología, por izquierda o derecha, por ideas o propuestas, sino que eligió más a la persona.
El voto fue para Bibi o para Lapid, para Sheli o para Tzipi, y muy pocos de sus votantes sabían qué decían las plataformas de los partidos que votaron sobre temas cruciales para los destinos del país en los próximos años.
Esto no es nuevo ni exclusivo de Israel, ya que en todo Occidente se pueden observar las mismas tendencias personalistas.
La diferencia es que en Israel, al ser una sociedad relativamante ideologizada y heterogénea, el componente de ideas en la plataforma de las propuestas políticas eran la columna vertebral del voto, que por lo visto está dejando de serlo en pos de propuestas más mediáticas, superficiales y egocéntricas.