Palestina: Estado observador no miembro de la ONU

Crónica de una declaración anunciada y de un nuevo fracaso diplomático

El incansable esfuerzo de la Autoridad Palestina, encabezada por Mahmud Abbas y Salim Fayad, junto a la incesante “ayuda” del gobierno de derecha de Netanyahu, que día a día profundiza el preocupante aislamiento internacional de Israel; lograron un doble objetivo: el reconocimiento de la comunidad internacional del legítimo derecho del pueblo palestino a su Estado y el rechazo de la política de status quo de la actual administración israelí.
Por Sebastián Sclofsky*

Como era de esperar, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el pedido de la Autoridad Palestina de ser reconocida como Estado observador no miembro. ¿Qué consecuencias prácticas tiene este reconocimiento en las Naciones Unidas? En primer lugar, como bien han declarado los líderes del gobierno israelí, esta votación no va crear al Estado palestino. Las negociaciones son inevitables, y hasta que las partes no recomiencen un proceso de paz que parece estar muerto, no veremos un Estado palestino.

¿Logrará esta declaración presionar a Netanyahu a sentarse en la mesa de negociaciones? Difícil en el actual proceso electoral en el cual se encuentra, más tomando en cuenta los resultados de las elecciones primarias del Likud y la victoria de los sectores de extrema derecha. A esto hay que agregar la fusión del partido ultra-nacionalista del actual Ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Liberman, con el Likud. En este contexto, le sería muy complicado a Netanyahu dar un paso de acercamiento hacia los palestinos; a menos que el público israelí sorprenda y las encuestas empiecen a señalar un deseo de cambio de rumbo.
Por lo tanto, uno de los ámbitos a observar va a ser la reacción de la sociedad israelí hacia la votación de la ONU. La narrativa sobre este evento puede dirigirse en dos direcciones. Una sería la que actualmente promueve la derecha israelí: la acción de Abbas es una maniobra cínica que intenta imponer una solución al conflicto sin negociar; y que, de ser aceptada, llevará a la creación de un enclave terrorista dominado por  Hamás y dirigido por Irán. A pesar de no tener ninguna base empírica sólida para este argumento; el gobierno israelí lo ha expresado en forma constante.
A esta narrativa hay que agregarle la interpretación que hace la derecha en relación a la actitud tomada por la mayoría de los países en favor del reclamo palestino: este análisis desde el clásico argumento sobre el antisemitismo internacional, hasta la fuerza que los árabes tienen internamente en algunos países y externamente a través del petróleo.

La alternativa a este discurso es la que entiende esta situación como una consecuencia directa de la política ultra-nacionalista del actual gobierno de Netanyahu, que ha llevado a Israel a un aislamiento internacional sin precedentes; sumado a la incapacidad o falta de voluntad de renovar el proceso de paz. Esta narrativa es la que ha comenzado a ser promocionada por algunos políticos de la centro-izquierda israelí, aunque queda por ver si va a ser adoptada por estos sectores en la actual campaña electoral.

Indudablemente la responsabilidad en el fracaso de retomar las negociaciones no recae exclusivamente en el gobierno israelí, la Autoridad Palestina ha colaborado con la situación. De cualquier manera, la prosperidad económica lograda en la Margen Occidental junto al control de la violencia realizada por la policía palestina le ha dado a Abbas y a Fayad mayor margen de maniobra para avanzar su agenda política. No es casualidad que hace unas semanas atrás, Hamás lanzó una campaña de ataques con misiles a Israel que llevaron al reciente conflicto militar en Gaza. Esto implica que del lado palestino debemos observar cuál va a ser la reacción de Hamás.
La violencia contra Israel fue una opción poco efectiva para Hamás. Hay ciertos indicios que muestran un intento de transformar la política terrorista y radical de esta organización a través del acercamiento a Al Fatah y ciertas declaraciones de Haled Mashal, líder de la organización que actualmente gobierna Gaza, abriendo la posibilidad para un reconocimiento a Israel y la aceptación de un Estado palestino solamente en las fronteras del ‘67. La presión a Hamás es significativa si tomamos en cuenta la actitud del resto de los países árabes de rechazo a esta organización y de la creación de un posible frente sunita contra Irán.

Los otros dos ámbitos importantes a observar serían, en primer lugar, la comunidad internacional; y en segundo lugar, la evolución política de la región a raíz de la “Primavera Árabe”. Con respecto a la comunidad internacional, hemos visto el apoyo de la misma a la iniciativa palestina y el rechazo a la diplomacia israelí. La pregunta es si la comunidad internacional estará dispuesta a dar un paso más y presionar a Israel a reconocer el reclamo palestino, y a tomar las medidas necesarias para poner fin a la ocupación. Esto parece poco probable. Estados Unidos votó en contra, como se esperaba, y Obama tiene suficientes desafíos que enfrentar con la economía como para asumir un rol de mayor protagonismo en la región. Europa, por su parte, tiene también una enorme crisis económica, política e institucional como para poder pensar en tomar alguna acción. Por lo tanto, Netanyahu y Liberman podrán seguir su política de aislamiento, ya que más que un voto en la ONU no hay mucho más que perder. Por  ahora.

En lo que se refiere a los cambios ocurridos y que están ocurriendo en la región, tendremos que esperar a ver qué sucede. En el actual tumulto que azota al Oriente Medio, el problema palestino no es prioritario. Por más que varios países de la región consideran importante solucionar el problema palestino para poder afrontar lo que consideran como la amenaza iraní, de cualquier modo, la capacidad de estos países de presionar a Israel a ceder a las demandas palestinas son muy limitadas.

En conclusión, la pelota vuelve a la arena local, y es ahí donde debemos prestar mayor atención. ¿Qué narrativa triunfará en la sociedad israelí y cómo se reflejará en las elecciones? El resultado de las elecciones en Israel jugará un papel transcendental en el futuro del conflicto.
La interna palestina también tendrá un rol a jugar. ¿Podrán Abbas y Fayad mantener la popularidad y transformar este logro diplomático en transformaciones concretas en el terreno? ¿Lograrán evitar el avance de Hamás o la transformación de la organización a un legítimo actor político? Y finalmente, ¿conseguirán que el mundo dé un paso más y vaya de la retórica a la práctica en el apoyo a la causa palestina?

Los próximos meses dirán si noviembre es el mes de la creación de estados; o nuevamente ambos lados no perderán la oportunidad de desaprovechar una oportunidad.

* Estudiante de doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Florida, Gainesville, EEUU.