Un análisis histórico del movimiento GLBT

Los derechos de las minorías sexuales en Israel

Año a año, en el mes de junio, Israel es testigo de la famosa Pride Parade (Marcha del Orgullo) en Tel Aviv. Miles de personas manifiestan libremente sus derechos y su libertad de elección sexual. Es dignificante que en un país con amplios sectores religiosos, en el contexto de Medio Oriente, se permitan y alienten este tipo de expresiones.
Por Ana Schinder*

Israel es causa y consecuencia de múltiples expresiones culturales, étnicas, nacionales, religiosas; y también sexuales. Es una mezcla caótica de identidades horizontales y verticales que se entrecruzan para darle forma “amorfa” a una sociedad dinámica y en continua reinvención de sí misma. Por eso, no es de extrañar que el movimiento Gay-Lesbianas-Bisexual-Transexual (GLBT) goce de una enorme presencia y que Israel sea considerado como uno de los países más progresistas en cuestiones de aceptación y derechos de las minorías sexuales: hay consenso entre los especialistas en opinión pública que alrededor del 60% de la población acepta la libertad de elección sexual de sus miembros.

Este nivel de tolerancia se ha plasmado en leyes concretas, a la par de países que atravesaron procesos similares, como Bélgica, Holanda y Suecia. Israel es uno de los pocos países de Asia donde la homosexualidad no es considerada ilegal u objeto de castigo, sino que incluso está protegida por ley la anti-discriminación de las minorías sexuales.
Entre las más significativas de estas leyes se encuentra la que reconoce los matrimonios del mismo sexo realizados afuera del país. Estos matrimonios son reconocidos como Uniones Civiles, habilitándolos a percibir los beneficios y pensiones correspondientes, así como también contar con protección legal para cuestiones financieras, impuestos y servicios de salud. De hecho, estas uniones civiles son las mismas que realizan gran parte de los matrimonios de Israel. Debido a que sólo existe el matrimonio religioso, muchas parejas heterosexuales o que forman parte de grupos religiosos diferentes, también optan por casarse fuera del país. No obstante, por el momento, no se ha logrado aún una ley que permita el matrimonio de una pareja del mismo sexo en suelo israelí.

Otra ley significativa en cuanto a los derechos igualitarios de gays y lesbianas, es la que permite la adopción mutua de los hijos biológicos por parte del otro miembro de una pareja del mismo sexo. Esto es posible a partir de 2005, luego de un fallo histórico de la Corte Suprema que permitió a una pareja lesbiana la adopción mutua de los tres hijos que tenían en común por inseminación artificial, para lo cual se basaron en el argumento de que la adopción por personas solteras está permitida, y al no reconocer el Estado el matrimonio de personas del mismo sexo, para la ley siguen siendo solteras y elegibles para adopción. Recién en 2009 una pareja homosexual pudo acceder a este derecho en Tel-Aviv.

Sin embargo, sectores conservadores de las tres religiones predominantes en el país han condenado siempre estos avances, siendo que prácticamente la única fuente de oposición a los derechos de los sectores GLBT proviene de los partidos religiosos nacionales. Si hubo alguna vez algo que unió a los líderes religiosos judíos, cristianos y musulmanes fue el repudio a la organización del Festival Mundial del Orgullo Gay, que se realizó en Jerusalén en agosto de 2005. Cientos de ultra-ortodoxos salieron amenazantes a las calles a denunciar que se estaba profanando la Ciudad Santa. Finalmente, el Festival fue pospuesto por cuestiones de seguridad no directamente vinculadas al evento, pero aún así consignaron controversia.
Al mismo tiempo, hechos de violencia tuvieron lugar en contadas ocasiones, como el disparo en agosto de 2009 a un Centro de gays y lesbianas en Tel Aviv donde murieron dos personas, lo que da cuenta de que el tema es aún controvertido para la sociedad y de que se debe lidiar con focos de extremo odio y rechazo a los miembros de la comunidad GLBT en Israel.

La larga marcha hacia la libertad
El nacimiento del movimiento de las minorías sexuales no fue fácil y se conformó paulatinamente, a medida que la sociedad israelí lograba dar paso a nuevas identidades personales por fuera del ideal de la “olla de fundición” sionista-ashkenazí, que había estereotipado por décadas lo que el nuevo judío y ciudadano de Israel debían ser.

Con el auge de las libertades y consignas de los ’60, comienzan a adquirir resonancia nuevos grupos sociales: feministas y mizrahim (judíos provenientes de países orientales), entre otros, comenzaron a reivindicar derechos y debates que cuestionaban las bases que habían determinado las relaciones de poder en el seno de la sociedad hasta ese momento.
En 1975 hace su aparición formal la asociación por los derechos humanos que representa y defiende los derechos de los ciudadanos en cuestiones de orientación sexual: The Aguda, o “Asociación Nacional de GLBT en Israel”, es una asociación pionera de este tipo, que promueve los avances en cuanto a la plena igualdad de derechos y condiciones para la comunidad gay y lesbiana. Su objetivo, además de luchar por leyes igualitarias, es lograr la aceptación de la sociedad para los sectores GLBT y promover un clima de respeto e integración, para lograr su dignificación y de esta manera formar parte integral de la sociedad israelí. En un primer momento, esta organización funcionó como un grupo de soporte y contención para los miembros de la comunidad GLBT antes de convertirse en una organización política de peso y cada vez con mayor influencia.

La evolución del movimiento tuvo muchos hitos importantes. Al ser las leyes de Israel un remiendo de lo que había legado el Mandato británico, en un primer momento la homosexualidad era considerada ilegal y se la penalizaba por sodomía. Era muy difícil en esa época salir abiertamente a declarar la propia elección sexual, debido a los estándares que mencionábamos anteriormente y al pequeño tamaño de la comunidad, por lo que fueron inicialmente activistas heterosexuales los encargados de promover los derechos de las personas de otras orientaciones sexual. Es así como la primera batalla fue intentar que deje de considerarse a la homosexualidad como un crimen o una enfermedad mental. A partir de esos pequeños pasos, recién en 1988 se logró derogar las leyes de sodomía y legalizar la homosexualidad con una jugada política de los miembros liberales de la Knesset, que votaron en medio de la noche sin avisar a los representantes de los partidos religiosos.

Con respecto al Ejército, la categorización de la homosexualidad como una enfermedad mental siguió vigente hasta 1993, lo que hacía difícil el ascenso y normal desempeño de soldados y soldadas gays en la fuerza. Hoy en día, las pocas leyes restrictivas que existían han sido anuladas y existe un número importante de la comunidad GLBT en las filas tanto del Ejército israelí como del Servicio Nacional. Asimismo, la discriminación basada en la orientación sexual se encuentra prohibida en el Ejército.

En el ámbito de la sociedad civil, la aparición de figuras públicas que declaraban abiertamente su condición gay fue un incentivo para que cada vez más personas pudieran dar curso a su elección sexual. El éxito de Dana Internacional, famosa cantante trans que ganó el concurso de Eurovisión en 1998, así como funcionarios y representantes del Parlamento como Michal Eden y Uzi Even, abrieron el camino para una mayor integración de la comunidad gay en todos los ámbitos.

Cuestiones pendientes
Como plantea Lee Walzer en su libro «Between Sodom and Eden”, la cuestión gay ha sido resuelta indirectamente “por debajo de la mesa”. Derechos como el de adopción y unión civil para parejas del mismo sexo han sido arrancados al Estado por medio de lo que parecen trampas legales a las normas establecidas, dejando pendiente un compromiso firme y contundente por parte del Estado.

Más allá de las cuestiones relacionadas con la mejora de los derechos de la comunidad GLBT que aún quedan pendientes (como la posibilidad de casarse en territorio israelí), algunos sectores han planteado la posibilidad de un progreso en otros aspectos no estrictamente relacionados con los temas de género y sexualidad.
En este sentido, encontramos una relación directa con respecto a la minoría árabe gay dentro de Israel, y sobre todo a la situación de riesgo a la que están expuestas las personas homosexuales y lesbianas en los territorios gobernados hoy en día por el Hamas. Si ya es difícil de por sí la vida en los territorios, imaginemos lo difícil que puede llegar a ser la libre elección sexual en una sociedad donde lo público y lo privado distan mucho todavía de estar en esferas separadas. Numerosos son los casos de refugiados que por su condición homosexual se trasladan a Israel y son acogidos allí por la comunidad GLBT, siendo que en ciertas ocasiones son perseguidos y obligados a colaborar con las autoridades estatales y de seguridad por ser considerados sospechosos.

Así es como las identidades políticas y sexuales se entremezclan, dando lugar a una oportunidad única de lograr un acercamiento en cuestiones pendientes de entendimiento. Nuevas batallas sociales y culturales pueden empezar a articularse desde otros lugares, como ser las identidades de género: valores y categorías feministas, ecologistas o gays pueden ser la clave para lograr un frente amplio de fuerzas progresistas que luchen por la erradicación de injusticias sociales pendientes de resolución.

Esto incluye un rechazo por parte de los excluidos y las minorías al sistema de sociedad imperante, que define determinados modelos culturales, económicos y sexuales, así como también moldea las identidades individuales y colectivas. Al contribuir con nuevas formas de relacionamiento societal, pueden llegar a impulsar reformas significativas en la política y sociedad israelíes, conformándose como una verdadera vanguardia progresista.

* Lic. en Ciencia Política.