Entrevista con el rabino Mario Hendler

Hay vida judía en las cárceles argentinas

Cada comunidad tiene sus mitos, leyendas,  temas ocultos, negados… Y los judíos tenemos un poco de todo esto. Entre estas historias, están las de las personas de origen judío que habitan las cárceles argentinas, cumpliendo condenas por diferentes delitos, la mayoría de ellos por el tráfico de estupefacientes. Nueva Sión entrevistó al Rabino Mario Hendler, del Seminario Rabínico Latinoamericano, quien desde hace 25 años recorre las instituciones carcelarias para llevar espiritualidad a los judíos que están en situación de encierro.

Por Darío Brenman

– ¿Hace cuánto que visitás a personas de origen judío en las cárceles?
– El Seminario Rabínico viene asistiendo hace mucho tiempo a personas de origen judío que están cumpliendo condena dentro de las unidades penitenciarias. En forma individual, mis visitas comenzaron hace 25 años, cuando era rabino de una comunidad judía en Mendoza.
– ¿Qué cantidad de judíos hay recluidos dentro del sistema penitenciario  y a qué estrato social corresponden?
– En Ciudad y Provincia de Buenos Aires, donde hoy tengo puesta mi mirada, el promedio ronda entre 35 a 40 personas. Tengo entendido que hubo personas de nuestra colectividad que fueron trasladadas a unidades penitenciarias y colonias del interior. Y te diría que en general no responden a una capa social baja sino más bien a estratos medios.
– ¿Cómo es la vida judía en las cárceles?
– La experiencia es muy interesante. Hay un antecedente, que hay que marcar como histórico, que fue el 29 de mayo de 2006, cuando se inauguró una sinagoga en la unidad penitenciaria de Devoto. Ese fue un hito fundamental, ya que se trató de la primera sinagoga en unidad penitenciaria de América, y la séptima en el mundo, fuera de Israel, obviamente.
En todas las unidades, la vivencia es importante; en lo personal, conseguí de las autoridades penitenciarias que se les permita practicar y observar las festividades, reunir a veces a los internos para que festejen Pesaj y Shavuot en conjunto, una cena de Rosh Hashaná, etc. La idea es que tengan una vivencia más importante y una actitud, realmente, más positiva hacia ellos.
– ¿Cómo fuiste recibido por los internos inicialmente?
– Cada visita representa una charla sobre algún tema judaico, sobre elaboración de distintas cuestiones; también es interesante saber que todos aquellos internos que requieren de alimentación especial, o sea nuestra alimentación Kosher, son provistos de ella sin ningún tipo de inconvenientes; tenemos internos que son observantes y que se colocan tefilim todos los días, que rezan todos los días, que tienen sus elementos de culto. O sea, que no tienen mayores inconvenientes en llevar adelante una vida judía, en la medida de lo posible, y en la realidad en la que se encuentran.
– ¿Cómo es la realidad en la que se encuentran siendo judíos, teniendo en cuenta que el sistema penitenciario todavía mantienen cierta lógica de funcionamiento que viene desde la última dictadura militar?
– Es semejante a la de todos los demás; en muy rara oportunidad recibí alguna queja específica. Lo charlé con el director de la unidad, o con el director del módulo, y si tuve que charlarlo con una directora a nivel nacional, lo hice; siempre hubo mucha receptividad y se pudieron salvar distintas situaciones que se presentaron. Obviamente, no voy a negar que a veces hay cuestiones entre los internos de distintas observancias, pero también todo se ha podido solucionar.
– ¿Podrías darme ejemplos concretos en la  que tuviste que intervenir?
– Por ejemplo, a una persona la hostigaban por su condición de judío, le tomaban sus elementos de culto y se los tiraban al piso, molestaban, etc. Entonces allí hicimos las tratativas en el penal, con todos aquellos que tienen intervención directa en estas situaciones, conversando, planteando las cosas de forma concreta, con nombre y apellido de quien había molestado a la persona, para resolverlo, para ayudar de la mejor forma posible sin llegar a límites extremos.
– ¿Hay una particularidad especial por parte del servicio penitenciario hacia  los judíos?
– Realmente, no. Los judíos están en celdas comunes, o en celdas individuales, como cualquier otro hijo de vecino, no hay ningún tratamiento especial. Tenemos dentro de la población judía muchos miembros de distintos países fuera de la Argentina, que obviamente tienen la atención de parte de la Embajada del país correspondiente, y entonces ahí ya tienen una prerrogativa determinada. Pero en sí, los intornos judíos están jugando con mismas las reglas de juego de todos los internos.
– ¿Pensás que, dentro de las unidades penitenciarias, el hecho de que no haya demasiado antisemitismo está relacionado con que todos en definitiva están en una situación de encierro y eso los iguala de alguna manera?
– No creo, realmente no creo que iguale el hecho de que estén todos en la unidad penitenciaria. Sí pasa que muchos se sorprenden cuando entran a la situación de cárcel y ven que hay judíos en esa institución, es un llamado de atención grande, es un abrir los ojos y decir: “Pucha, ellos también pueden cometer errores y estar aquí”. Entonces, no somos tan diferentes en muchas cosas, aunque sigue manteniéndose el hecho de que “él es judío”, obviamente está ese concepto, pero lo cierto es que trabajan juntos, estudian juntos, hacen deporte juntos.
– ¿Existen personas judías en las cárceles cuyos delitos hayan tenido una repercusión mediática importante?
– En general, tenemos internos que han matado, aunque no aquí en la Argentina, que estaban siendo requeridos por el gobierno del país donde cometieron el delito, y que tuvo trascendencia en la prensa local. También hubo otros detenidos que fueron hace muy poco tiempo tapas de muchos diarios.
– ¿Además de homicidio, qué otras causas aparecen en los internos judíos?
– En realidad, el espectro de las causas es variado. Una mayoría es por contrabando de estupefacientes. Hay gente que es la primera vez, por pequeñas cantidades; pero bueno, sucede esto permanentemente. Luego, cuestiones económicas, intentos de robo; tenemos dentro de la fauna todas las posibilidades que podamos pensar. Tanto hombres como mujeres, argentinas y extranjeras.
– ¿Por qué decidiste esta opción de “militancia religiosa”?
– Porque entiendo que el ser humano es ser humano siempre, desde todo punto de vista y desde toda circunstancia, y, como vos bien me dijiste antes de comenzar la entrevista, uno se pregunta: ¿presos judíos en cárceles? Suena un poco extraño de pensar; pero sí, siempre los hubo, entonces también merecen nuestra atención y creo que es una mitzvá y una necesidad importante llegar como ser humano a otro ser humano, sin ninguna intención de juzgarlos en aquello en lo que la Justicia debe hacerlo como corresponde.
– ¿Qué es lo que más padecen, además de –obviamente- la soledad? ¿Cuáles son las demandas, pedidos, necesidades que te hacen?
—Todo depende de la realidad específica de cada uno de ellos. Por ejemplo, para los extranjeros, más que nada es el contacto con la familia, por más que ellos puedan comunicarse telefónicamente, sus afectos muchas veces no pueden venir ni una vez al país para verlos durante el período de encierro; entonces, tener ese contacto, recibir las fotos que la familia les hace llegar, o cosas, y llevárselos personalmente, no es lo mismo que recibir un paquete por correo. Luego, el contacto con las familias de quienes son argentinos. Ahora, lo más significativo es cuando ya salen de la unidad, cuando ya recuperan la libertad, seguir manteniendo ese contacto, saber dónde están, qué hacen, recibir sus llamadas, pedidos de consejos, asesoramientos en esto y lo otro, tanto gente de aquí, como de afuera. Realmente eso da una pauta de que los vínculos que se han creado.