Represión en Siria

Huelgas y elecciones en simultáneo

Al mismo tiempo que en las grandes urbes se realizaban las elecciones municipales del cuestionado sistema de gobierno sirio, en las localidades dominadas por la oposición al régimen de Bachar al Assad se llevó a cabo una huelga general concebida como un acto de desobediencia civil.

Mientras en las ciudades dominadas por la oposición -como Deraa, Idlib, Homs y Hama-, prácticamente no se abrieron las urnas y tuvo alto acatamiento la huelga contra el régimen, en Damasco y Alepo, en cambio, se habría registrado, según la agencia oficial Sana, una gran afluencia de electores que avalan el programa de reformas propuesto recientemente por el presidente Bachar al Assad. En pocas localidades coincidieron ambos acontecimientos, y en algunos lugares seguían los combates esporádicos entre el Ejército y los rebeldes.

El régimen sirio se basa en un sistema de partido único, el Baaz, que en esta última convocatoria electoral intentó fomentar la participación o, al menos, generar una apariencia en ese sentido. Según denunció la oposición, patrullas militares obligaron a estudiantes y vecinos a acercarse a los colegios con el fin de que la televisión pudiera emitir imágenes de gran afluencia a las urnas. Para los voceros opositores este tipo de episodios confirma la preocupación del régimen, ya que la participación en las elecciones municipales anteriores pocas veces superó el 10%.
Otro indicio de la inquietud oficial ante la movilización opositora es que en esta oportunidad la supervisión de los comicios estuvo a cargo de los jueces de la Comisión Electoral en lugar de las tradicionales Administraciones Locales. Además, y como nota sobresaliente, la nueva ley electoral habilitó por primera vez la participación de candidatos que no integran al Baaz y sus aliados del Frente Progresista Nacional.
No obstante, el ambiente electoral fue marcado por una campaña casi inexistente y la represión. En consecuencia, la votación suscitó nulo interés entre los opositores, que llamaron a boicotearla y a continuar con sus medidas de presión contra el régimen. La huelga general se enmarca en ese contexto, y según sus organizadores seguirá hasta que el gobierno libere a los detenidos desde marzo, cuando comenzó la revuelta. Si bien la estrategia se enmarca en la teórica pretensión opositora de preservar el espíritu pacífico de la protesta inicial contra Assad, la represión del régimen y el crecimiento del llamado Ejército Libre de Siria, compuesto por desertores, junto con la proliferación de armas ingresadas desde Turquía y el Líbano, hacen que el conflicto tienda gradualmente hacia una guerra civil.

Rispideces con Ankara
Por otro lado, y como directa consecuencia del creciente aislamiento regional de Assad, Turquía anunció nuevas sanciones económicas a Siria. De esta manera, Ankara se suma a las presiones que en la región comenzaron con las sanciones de la Liga Árabe.
La novedad, que entre otras medidas implica la caída del acuerdo de Libre Comercio que mantenían ambos países, fue anunciada por el vocero turco Erşat Hürmüzlü, en la provincia Hatay, donde desde junio se refugian civiles y desertores sirios. Cabe consignar que el comercio con Turquía alcanza los 240 mil millones de dólares, y para Siria es el segundo mercado en importancia, después de Irak.

Según el ministro de economía turco, Zafer Caglyan, la medida fue tomada por la continuidad de los ataques a la población civil, que de acuerdo con la ONU alcanzan las 4.000 víctimas. Sin embargo, las escaramuzas comerciales esconden otros objetivos: responder a la iniciativa Siria de reactivar sus vínculos con los rebeldes kurdos de Turquía, ante le evidencia de que Ankara apoya la formación de un consejo opositor y al Ejército Libre de Siria.