Seminario en Tzavta

La Primavera Árabe y el Medio Oriente que nace

El segundo panel del ciclo “El Medio Oriente que nace”, del que participaron Damián Szvalb, Ricardo Aronskind y Dror Morag, tuvo como tema central el proceso conocido como la Primavera Árabe y su influencia en el movimiento producido en Israel con la Protesta de las Carpas, más conocido internacionalmente como “los indignados israelíes”.

Con la participación de Afro Remenik como moderador, se dieron cita en Tzavta Damián Szvalb, Magister en Relaciones Internacionales que se desempeña como asesor del Departamento Político de la DAIA, el economista y periodista especializado en política internacional Ricardo Aronskind, y Dror Morag, ex secretario de Meretz mundial y actual secretario del partido en Israel.
Dio inicio al debate Damián Szvalb, quien además de los citados antecedentes fue uno de los pioneros de este diario. El intelectual explicó que en relación a la Primavera Árabe, Israel y su contexto hay que considerar dos palabras clave: cambio e incertidumbre.
Szvalb hizo un paralelismo con la Guerra Fría en la época de la URSS, y afirmó que la magnitud de lo que está pasando actualmente es comparable con el final de ese conflicto, cuando se produjo la caída del Muro de Berlín. “La raíz que explica todo el proceso fueron las manifestaciones de sectores medios, que motivados por un hecho simbólico como fue el joven que se inmoló en Túnez, desencadenaron una serie de caídas como un efecto dominó. Fue tal el peso de las protestas, que lograron algo que nadie imaginó: la caída de los dictadores. De esta manera, la idea de cambio se instaló en Medio Oriente y contagió a numerosas sociedades que lograron creer que un cambio es posible”, explicó.
Ahora bien, cómo afecta esto a Israel. De acuerdo con Szvalb, esta situación se da en un contexto particular. Por primera vez, los palestinos empezaron a construir un “pre Estado” a través del reforzamiento de sus instituciones y mejoraron la vida cotidiana de los habitantes de Cisjordania, fundamentalmente en lo referido a los niveles de seguridad. Al surgir esta Primavera Árabe, los palestinos redoblaron la apuesta. “Han empezado a instalar en el mundo la idea de que ahora están preparados para tener un Estado, con el aval de organismos internacionales”, destacó.
Además, por primera vez, las manifestaciones en el mundo árabe no tuvieron a Israel ni a Estados Unidos como centro de la protesta. “Todo esto implica un cambio. Un cambio en el mundo árabe, un cambio en la relación entre Israel y los palestinos, un cambio en la forma en que los palestinos se paran frente al conflicto con Israel”, afirmó el especialista.
En relación a la otra palabra clave, la incertidumbre, Szvalb explicó que hay dudas porque todos se preguntan qué va a pasar con los palestinos. A Israel este proceso lo incomodó, porque en este momento de incertidumbre lo peligroso es saber lo que puede llegar a pasar. A veces se hacen análisis prematuros: se dice que la situación previa era mejor y que lo que viene va a ser peor. Pero Szvalb no es pesimista en esta cuestión. “Tengo la esperanza de que aquellos sectores que salieron a la calle en distintas partes del mundo árabe para expresar sus demandas, y que han logrado un cambio, no se van a dejar engañar tan fácilmente. Puede haber un viraje de la violencia a la política”, subrayó.

De la paz al Che Guevara
Luego fue el turno de Ricardo Aronskind, economista, Magister en Relaciones Internacionales e intelectual reconocido en el área del antisemitismo, quien presentó una foto sacada durante una de las manifestaciones de los indignados en Israel en la que aparecía un retrato del Che Guevara. En su opinión, la Primavera Árabe debe ser complejizada, ya que los países de la región, si bien tienen numerosas afinidades que explican el efecto contagio, en paralelo poseen dinámicas políticas muy distintas, de modo que las derivaciones de este proceso van a ser diferentes.
Entre los elementos en común que caracterizan a las recientes movilizaciones árabes, Aronskind destacó la demanda de democracia y la percepción de la falta de futuro entre los jóvenes, generada por un tejido económico en el que el desempleo afecta aún más a los segmentos nuevos que se integran al mercado laboral.
“Me parece excelente lo que está pasando -dijo el economista-. Pero hay un problema con la propaganda occidental, que dice que todo el mundo árabe es salvaje, amenazador y peligroso”. Por el lado israelí, comentó Aronskind, la preocupación durante tantas décadas por el tema de la paz absorbió su capacidad de reflexión. “En Israel se llama la Protesta de las Carpas, no los Indignados, y es súper interesante. Si el tema fuese la paz, la cara del Che Guevara no habría aparecido”, destacó; y explicó que ante el retroceso social que se viene produciendo en los últimos años, en Israel empezaron a surgir demandas relacionadas con los problemas sociales.
A su vez, definió el surgimiento de manifestaciones en las que participan casi 450.000 personas, en un país con menos de 7 millones de habitantes, como una “movilización descomunal”. Respecto a las manifestaciones en la calle del mundo árabe, en coincidencia con Szvalb, ponderó que por fin aparecen vinculadas con algo que no sea el repudio a Israel y a Estados Unidos. También destacó que de esta manera la juventud israelí puede ver que el sistema discrimina a todos los jóvenes en general, tanto al árabe, como al inglés, como al del resto del mundo.
Finalmente, en cuanto al tema de los fundamentalistas, Aronskind observó que tanto los judíos como los árabes y los católicos cuentan con ellos, y que en los tres casos se deben repudiar por igual. Sin embargo, en este punto también puso en relieve que “el fundamentalismo que nos agobia a todos es el de mercado, que oprime a todos los países del planeta por igual”.

Los desafíos de las protestas
Como cierre del debate, Dror Morag expresó la perspectiva desde adentro del movimiento de protestas, ya que Meretz, del cual es Secretario en Israel, fue muy activo en el desarrollo de las manifestaciones.
A diferencia de los panelistas anteriores, Morag opinó que en Israel no es obvio que la Primavera Árabe sea algo bueno, ni para el público ni para un partido socialista israelí. “Hay un gran signo de interrogación: esto puede ser una oportunidad o un símbolo de peligro”, sostuvo. Y agregó: “A nosotros, como partido de izquierda, nos cuesta explicarle al público israelí que es algo bueno, porque la sociedad tiene mucho miedo”.
Entre las consecuencias favorables de las movilizaciones árabes, Morag destacó el hecho de que la Liga Árabe sacó a Siria como miembro. Mientras que en relación a cómo influyeron en los palestinos, explicó que todo lo que  pasó en la ONU y en la UNESCO se vincula directamente con la Primavera Árabe. Y ponderó que en Cisjordania ya se acostumbraron a la idea de la democracia.
Asimismo, afirmó que las movilizaciones también influyeron en Israel, ya que le dieron fuerza a la gente para protestar. “Hay que reconocer que estas protestas lograron lo que nosotros como partido no pudimos, que es sacar a la gente a la calle y generar compromiso y pasión”, afirmó. Luego trazó un análisis en relación a las movilizaciones, que atribuye fundamentalmente a la percepción que la sociedad tiene del sistema político israelí, al que suelen considerar como “muy corrupto”, algo que genera gran desconfianza hacia todos los partidos.
“Apenas comenzaron las protestas, Meretz empezó a salir a la calle con los jóvenes. De repente, la gente comenzó a levantar carteles que el partido ya había levantado. Hacía mucho tiempo que la gente no adhería a su propaganda. Nunca vamos a renunciar a nuestra bandera de pedido de paz”, subrayó.
En relación a las próximas elecciones, Morag explicó que Meretz se va a centrar en el 40% de los israelíes que habitualmente no votan.
Respecto a la situación económica, criticó que la prioridad presupuestaria de Israel sea para los colonos y los ultrarreligiosos. “El partido está en contra, porque esa plata debería ser destinada a la educación y justicia social en lugar de ser invertida sólo en un pequeño grupo de ciudadanos”.
El principal problema de la actual protesta social es que varios de sus referentes la condujeron hacia la deslegitimación de todo el sistema político, un proceso que podría ser muy peligroso, dado que le quitaría sustento a la democracia parlamentaria. “Es por eso que las protestas en Israel no lograron el mismo impacto que las del mundo árabe. La gente va a las protestas, pero no se suman a los que piden terminar con el sistema democrático. La única alternativa es ir a las urnas y votar un partido de izquierda. Ese es nuestro desafío, mantener las protestas y llevarlo luego a las urnas”, remató Morag.

Crónica: Laila Lerner