Primeras elecciones libres en Egipto

Post mortem a la paz israelo-egipcia

Al tiempo que millones de egipcios despertaban en el día de las primeras elecciones democráticas en sus vidas, los israelíes despertaban con la ya nueve veces repetida noticia de la interrupción del abastecimiento de gas natural desde Egipto, por un nuevo atentado contra el gasoducto que atraviesa la península del Sinaí. La misma alegría por la liberación del mandato de los militares que se suceden desde hace casi 60 años en Egipto, es la que del otro lado de la frontera agudiza los temores de las autoridades y la sociedad israelí respecto de un futuro tan incierto como el abastecimiento de gas egipcio desde el comienzo de la revolución.

Por Shlomo Slutzky

Aún antes de conocerse los resultados oficiales de las elecciones egipcias, en Israel y sus medios de comunicación se habla, desde hace semanas ya, con tono de velorio acerca del destino de las relaciones con Egipto.

El vaticinio de la victoria de los Hermanos Musulmanes y las consignas antiisraelíes que conquistaron la calle de El Cairo en las últimas semanas, como no lo habían hecho en los primeros días de la revolución, llevan a las autoridades israelíes a considerar como real un escenario en el que la paz firmada después de cuatro guerras sangrientas para ambos lados es historia pasada, una historia que las multitudes en la Plaza Tahrir pisotean como otros signos del viejo poder militar.

Esta paz –no cálida como se esperaba, pero paz al fin- permitió la reducción a la mitad de los presupuestos de Defensa de Israel, y una tranquilidad que dio seguridad en la retaguardia israelí, aún durante guerras y campañas militares en territorio libanés o en las callejuelas de Gaza, Yenin o Nablus. Una tranquilidad que permitió la reducción a la mitad de presupuestos de seguridad, que fueran destinados a otros rubros de la economía y la sociedad israelíes. Hasta ahora…

 

Benjamín (Fuad) Ben Eliezer, el veterano diputado laborista que realizara innumerables misiones de mediación en Egipto, aprovechando su excelente manejo del árabe y su amistad personal con Hussni Mubarak, llamó a no reducir el presupuesto de Defensa, dado que es de esperar un enfrentamiento armado con Egipto en un futuro no lejano.

Otro ejemplo de ese pronóstico es una caricatura del diario Haaretz, más realista que humorista, que muestra a un cincuentón preparando un bolso de reservista mientras le dice a su mujer, que mira en la TV las manifestaciones en El Cairo: «Enseguida nos llamaran de vuelta a la frontera con Egipto”.

 

La victoria anunciada de los Hermanos Musulmanes en las elecciones en las que los sectores seculares en Egipto no lograron presentar una alternativa viable, ponen en peligro también los acuerdos económicos entre ambos países; y, fundamentalmente, el suministro de gas natural que permitiera importantes regalías a Egipto y precios módicos para Israel.

Los acuerdos de suministro de gas son vistos por los manifestantes en El Cairo como parte de los negociados del régimen Mubarak, y como tales, son anulables. Los seis atentados que se produjeron en los últimos 10 meses en el gasoducto convirtieron al gas egipcio en no confiable para Israel, mientras que para los futuros regentes del parlamento egipcio son vistos como acciones patrióticas.

 

«Es tiempo que volvamos a casa, que nos despertemos de los sueños de Shimon Peres de un «Nuevo Medio Oriente» en el que Israel es el modelo… Que entendamos que la paz con el mundo árabe está tan o aún más lejos que antes del arribo del Presidente Anuar Sadat a Jerusalén, en noviembre de 1977″.

Estas lúgubres palabras de despedida del sueño de la cálida paz con Egipto, que abordara la sociedad israelí 34 años atrás, no vienen de la boca de un dirigente de la ultraderecha israelí opuesta a todo acuerdo con los árabes y palestinos, sino de la de Najum Barnéa, uno de los más influyentes comentaristas de Israel desde las páginas del diario Yediot Ajronot. Un periodista y comentarista cuya trayectoria le permite hacer un post mortem por adelantado a la paz con Egipto, y quizás con el mundo árabe en general, pero a la vez profetizar que para Israel la única manera de sobrevivir en Medio Oriente es conquistando tierras al mar y no territorios de otros pueblos.