Surfeando en la historia de los judíos cubanos

Durante siglos hubo  un manto de silencio respecto a la comunidad judía en Cuba: cuántos son, cómo viven, si fueron o son perseguidos... Esta nota intenta desentrañar  mitos o realidades de una comunidad que existe en esas tierras desde la llegada de Cristóbal Colón a América.

Por Darío Brenman

Efectivamente  el 27 de octubre de 1492, Colón desembarcó en la isla caribeña, y a partir de ese momento muchos judíos europeos, huyendo de la inquisición española, se establecieron allí sin saber que este país estaría signado también por la cruz y la espada.

Ya en una historia más reciente, los judíos de Cuba estuvieron ligados a la Guerra de Independencia (1868) y la guerra hispano- cubano – norteamericana (1898) y fueron de los mas activos partidarios de José Martí. El fin del colonialismo español y la intervención norteamericana permitieron la constitución de una comunidad judía formada por inmigrantes venidos de Estados Unidos, Turquía y Marruecos, sefaradíes y askenazis.  

Entre ellos se ha mencionado al aventurero Frank Steinhart, el magnate de los tranvías de La Habana. Esta figura que resulta emblemática por los métodos y la época, fue Cónsul General de Estados Unidos en La Habana y una especie de poder tras el trono durante la segunda intervención norteamericana.

La Primera Guerra Mundial trajo al país una nueva ola de judíos desde la Europa Oriental, que continuó fluyendo en la posguerra. Venían principalmente de los ghettos de Rusia, Polonia y Lituania. El más reconocido entre sus primeros sionistas fue David Bliss (1870-1942) veterano fundador de la Organización Sionista así como del Centro Judío que presidió por muchos años. De origen ruso (Bhissnianski) el hábil empresario consiguió dar una prueba de fuerza en favor del sionismo cuando logró mediante su gestión el reconocimiento del gobierno cubano a la Declaración Balfour, en 1919

Más cerca en el tiempo, es conocida la historia del barco Saint Louis que llevaba judíos refugiados del nazismo, y que fue rechazado de Cuba en 1939 y devuelto a Europa con 907 personas a bordo. Pero esta actitud no fue homogénea, y la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto llevaron a Cuba nuevas oleadas de inmigrantes. Entre ellos, Heinrich Friedlaender quien publicó en 1944 una “Historia Económica de Cuba” no tradicional que enriqueció el moderno panorama historiográfico del país. Estos judíos eran gente educada, con dinero, profesionales e intelectuales que no se integraron ni a la comunidad ni en su mayoría al país.

No se puede ignorar el vínculo existente entre la evolución de la comunidad judía cubana y el flujo migratorio a los Estados Unidos. La comunidad estadounidense tuvo un salto exponencial de 900.000 integrantes  en 1896 a más de 5 millones  en 1950, convirtiéndose en polo de atracción de la diáspora. En este contexto, la población judía de la isla se incrementaba o se reducía al ritmo de las restricciones migratorias de Estados Unidos: cuando se endurecían, crecían las posibilidades para el arraigo en Cuba, como sucedió en 1924. En cambio, de la oleada iniciada en 1933-34 al subir los nazis al poder (de 10.000 a 12.000, 50 por ciento de Alemania y Austria) sólo quedaba el 15 por ciento en 1949

En 1947, Cuba votó contra la Partición de Palestina pero luego de la Declaración de la Independencia fue uno de los primeros países en reconocer al flamante Estado de Israel.

Más allá de este dato conocido, hubo un hecho notable en esta historia  que siguió, que el gobierno de la isla mantuvo en secreto durante 60 años y que fuera revelado en octubre pasado por el capitán Rolando Marrón Duque de Estrada, historiador de la Aviación: en una operación de gran éxito, alrededor de 150.000 refugiados judíos de Irak, Irán, India y Yemen fueron llevados por aviones cubanos a Israel entre 1951 y 1952.


Los Judíos,
la Revolución y después …

Las transformaciones sociales y las nacionalizaciones que puso en práctica la Revolución Socialista en Cuba en 1959 afectaron a los hombres de negocios, industriales y comerciales que preponderaban en la colectividad, quienes comenzaron a emigrar de Cuba tal y como había sucedido antes en otras circunstancias en Europa Oriental con ayuda de las organizaciones sionistas.

Fuentes judías de New York dicen que el 80% dejó el país y que para inicios de la década del 70 el número de los que permanecían en Cuba había descendido a 2.100 (la Enciclopedia Judaica los estimaba en 2.500 en 1965 y en 1.500 en 1970). En los 80 solo habían 800 judíos en el país. Muchos se fueron a los Estados Unidos, otros a Israel o a varios países latinoamericanos.

Un punto de inflexión de los judíos en Cuba fue cuando en 1992, tras la caída de la  Unión Soviética, el Congreso Comunista de Cuba informó que los cubanos podían mantener su religión y al mismo tiempo participar como miembros del Partido Comunista. A partir de se mismo año los judíos en Cuba pudieron abrir sinagogas y centros comunitarios en toda la isla caribeña.

En julio de 2006 -cuando el líder cubano Fidel Castro delegó el mando en su hermano Raúl-  hubo de parte del régimen gestos positivos hacia la comunidad judía y el Estado de Israel, a pesar de las controversias suscitadas cuando EE UU y el Estado judío catalogaron  a Cuba, Irán y Venezuela como el eje del mal. La Habana siempre ha expresado que “no tiene problema con los pueblos sino con los gobiernos”. Bajo esta premisa, es menos extraño que en noviembre  de 2010 Fidel Castro criticara al mandatario iraní Mahmud Ahmadineyad por negar el holocausto y afirmara que el Estado judío tiene derecho a existir. El comentario expresado por Castro fue elogiado por el mismísimo Shimon Peres.