Opinión

Recordar a Rabin

Hace ocho años en Israel, en una plaza de Tel Aviv que hoy se llama Itzjak Rabin, ocurrió un hecho que seguramente, con el transcurso del tiempo, marcará un antes y un después en la sociedad israelí y en todo el mundo judío. El asesinato de Rabin perpetrado por un estudiante religioso con tres disparos fue en momentos en que una entusiasta multitud, compuesta principalmente por jóvenes, celebraba la posibilidad de una paz que se veía al alcance de la mano en la intrincada negociación con Yasser Arafat. Este terrible acto fue el prólogo de los acontecimientos que condujeron a tiempos amargos y penosos.

Por Alicia Benmergui

Lo increíble e inaceptable no fue sólo que Rabin fuera asesinado por un joven estudiante judío, hecho inimaginable hasta que sucedió, sino que -además- proviniera de una universidad religiosa.
En esos días previos al asesinato, en Israel se respiraban aires de esperanza y optimismo, confianza en el futuro. Nadie en Europa se hubiera atrevido a manifestar con el descaro y la desvergüenza con que hoy lo han hecho en una encuesta: el 59% de los mas de 700.000 europeos entrevistados, manifestando que Israel es el país más peligroso del mundo. Ni tampoco Saramago se hubiera atrevido a decir lo que dijo.
Desde aquellos días que hoy parecen tan lejanos, no podemos menos que recordar las imágenes televisivas que dieron varias veces vuelta a la tierra, en los días previos al asesinato, de tres religiosos leyendo la Torá al revés, maldiciendo a Rabin. Un acto claramente herético dentro del judaísmo que prohíbe los actos de magia y hechicería.
La prédica peligrosa por parte de la derecha israelí durante las tratativas de paz y las incitaciones a la violencia proferidas por parte de sectores religiosos fundamentalistas colaboraron para lograr éste presente, no fueron terroristas palestinos los que acabaron con la vida de Rabin.
Una personalidad con sus características, un militar que se atrevió a advertir a la sociedad que las negociaciones de paz eran complejas y dificultosas porque se estaba negociando con quien ha sido el enemigo, pertenece a esa clase de gobernantes que ayudan a hacer crecer y madurar a su pueblo. Su conducta, apartada de posiciones demagógicas, le impedía proponer soluciones rápidas o mágicas.

La Noche de los Cristales

El 9 de noviembre se cumplieron 65 años desde que en Alemania se produjera el primer y más cruento ataque contra los judíos, La Noche de los Cristales, claro aviso del destino que el nazismo nos tenía reservado. Hace ocho años que Rabin fue asesinado y en la misma plaza en que le dieron muerte, este sábado 1 de noviembre, antes que una multitud se reuniera para rendirle un merecido homenaje, aparecieron pintadas cruces gamadas y leyendas recordando a Kahane.
Un joven religioso mató al Primer Ministro de Israel en nombre de Dios, y ahora, quienes dicen ser judíos religiosos, se atrevieron a pintar svásticas.
El nazismo renunció a todos los principios establecidos en primer lugar por el judaísmo y luego por el cristianismo. Se reivindicó pagano, adorador de los perimidos dioses germánicos. Renegó del mandamiento “No Matarás” y decidió la eliminación del Pueblo Judío de la faz de la tierra. No debe extrañarnos que el mismo viejo antisemitismo de siempre se atreva a mostrar su rostro, si hay judíos que diciéndose ortodoxos, se han atrevido a utilizar símbolos nazis, sin importarles su sentido y el terrible recuerdo que despierta en millones de judíos del mundo entero. Es tiempo que la cabeza guíe al cuerpo como se establece en el Talmud, se imponga la racionalidad y sepamos hacia dónde nos dirigimos, como pueblo y como Estado. Entre todos los dramáticos problemas que Israel debe enfrentar, existe también el peligro de que judíos fundamentalistas asesinos pretendan determinar el futuro de Israel.