Preocupantes signos de intolerancia

Las recientes declaraciones del rabino Samuel Levin, tras afirmar que “la comunidad tiene una dirigencia y es el presidente de la AMIA, Guillermo Borger, y el Gran Rabino de la comunidad judía, que es Ben Hamú”, provocaron la indignación de las autoridades de la DAIA.

Tras notificarse de las palabras del rabino Levin, las autoridades de la DAIA salieron a rechazar las declaraciones a través de un comunicado en el cual se mostraron indignadas ante lo que fue percibido como un desconocimiento a la función de la representación política de la comunidad judía argentina. En ese sentido, el vicepresidente de DAIA, Angel Schindel, se pronunció afirmando que «estas declaraciones no hacen  más que confundir a la comunidad judía y a la sociedad con respecto a quienes sustentan la autoridad frente al Estado y a las instituciones comunitarias”.
 
El rabino Levin había afirmado a su vez que “a ellos -en referencia al presidente de la AMIA Guillermo Borger y al Gran Rabino de la comunidad Ben Hamú- debemos respetar porque son la conducción formal y representativa de la comunidad”. Cabe destacar asimismo que fue el mismo rabino Levin quien declaró que los homosexuales eran gente enferma, cuando hace dos meses se aprobó la ley de matrimonio igualitario.  

El reconocimiento del otro es una premisa universal conocida desde el surgimiento de la filosofía y el psicoanálisis. Sin embargo, los que se dicen referentes del «pueblo del libro» distan bastante de cumplimentar su función ética y moral, en cuya ausencia no hay función educativa que ser adecuadamente encauzada. Tal vez no esté demás, como dice el famoso proverbio, la apelación de volver a las fuentes.