Importamos trabajadores, recibimos seres humanos

Durante las últimas semanas una y otra vez se preguntaron muchos israelíes –también en las páginas de opinión de los grandes diarios- “dónde está la psicóloga infantil Sara Netanyahu, aquella que seguramente entiende las consecuencias que tiene desarraigar a niños de su contexto, cuando el gobierno presidido por su marido decide deportar cientos de niños de trabajadores extranjeros, gran parte de ellos nacidos en Israel?”

Por Shlomo Slutzky

Finalmente, después de haber guardado silencio durante los largos meses en los que  organizaciones de DDHH hicieron lo imposible por influir para que el gobierno se decidiese por una solución humana al problema, se dio a conocer el envío de una carta por parte de Sara Netanyahu al ministro del Interior Eli Ishay. En la carta, la Primera Dama solicita impedir la deportación de los
400 niños, a lo que Ishay, jefe del partido ultrarreligioso SHAS, respondió poco diplomáticamente
que “Cumplimos la ley” y que si “La Señora Netanyahu conoce casos excepcionales que deban un análisis de la situación, que los haga conocer a la comisión de excepciones” presidida por él mismo.

Sigal Rozen no esperó a que sea popular -y quizás tarde- para luchar por una solución humana al problema de los 1200 niños candidatos a ser deportados, pero también para dar una solución al problema de los trabajadores extranjeros ilegales en Israel en forma general, sabiendo que se enfrenta con un molino de viento en el que están implicados desde pre-conceptos y hasta corrupción.

Sigal acepta conversar con nosotros, sólo al término de un día de intensivo trabajo que repartió entre su oficinas de directora de la coalición de organizaciones de ayuda a los niños de trabajadores extranjeros y las oficinas del Ministerio del Interior:

Sigal Rozen: El gobierno israelí decidió posibilitar la legalización de unos 800 de los 1200 niños hoy ilegales pero limitó en 21 días la posibilidad de presentar documentos originales de los padres, que en algunos casos abandonaron sus países de origen hace más de 10 años, o certificados de estudio en Israel, en medio de las vacaciones y con las escuelas y jardines de infantes cerrados.

P: Durante años militantes de DDHH como tú llamaron a la promulgación de una política clara respecto a los trabajadores extranjeros, legales e ilegales. Acaso no es esta una política clara, con
el precio de 400 niños deportados y 800 legalizados?

Sigal.: En lo que respecta a la política respecto de los níños, tuvimos un logro parcial con la legalización de 800 de los 1200 en situación ilegal. En este momento estamos avocados por una parte a intentar ampliar el plazo de presentación de documentos de 21 a 90 días, y por otra parte que esta política se extienda hacia la totalidad de los 1200 niños que son israelíes en todo sentido, y que nuevas políticas se asuman de acá en más.

P: Cómo surge el problema de los trabajadores extranjeros en Israel?

Sigal: La gran ola de trabajadores extranjeros comenzó a llegar a Israel a partir de la primera Intifada, cuando se hizo peligroso continuar la entrada diaria de cerca de 200 mil palestinos –legal e ilegalmente- de la Cisjordania y Gaza al mercado de trabajo israelí. Fue entonces –a principio de los años 90- cuando en reemplazo de trabajadores agrícolas palestinos, se dieron permisos de “importación” de trabajadores rumanos, filipinos, tailandeses, chinos y también latinoamericanos.
La gran mayoría llegó en forma legal, con visa de trabajo, pero posteriormente estiraron  ilegalmente su estadía en Israel, dado que las autoridades –y las empresas de importación de “personal”- prefieren aumentar las ganancias importando nuevos trabajadores a los que cobran sumas que les convierten en sus virtuales “esclavos” – que permitir a los más veteranos aclimatarse a la sociedad israelí, solicitar sus derechos y venir con exigencias que los empleadores y los “importadores” prefieren evitar. Lo que no se entiende, es que también los “Trabajadores” son seres humanos, y es de esperarse que viviendo en Israel durante años y a pesar de haber sido obligados a  firmar que no formarían familias durante su período de trabajo, hay casos en los que se dan relaciones amorosas y algunos –relativamente pocos- en los que nacen niños, que se
crían y educan en la sociedad israelí y que están protegidos por la ley internacional, que prohibe la deportación de menores.

P: Cómo explica el enrolamiento de la opinion pública en los últimos meses por un tema que que no inmutó a la sociedad israelí durante años?

Sigal: Durante los últimos 8 años una dependencia estatal para el tema de la migración logró su objetivo de lograr que decenas de miles de inmigrantes ilegales abandonen Israel. Quienes decidieron quedarse, es porque el peligro o las dificultades en sus países de orígen son más graves que la vida escapándose de los inspectores del Departamento de Migración en Israel. Se trata de hombres y mujeres sin alternativa y niños que crecieron en Israel. La sociedad israelí percibe esta penuria cierta y por eso sale a manifestar en la calle, obliga la discusión en el parlamento e influye en decisiones de gobierno, logrando hasta el apoyo del ministro de Educación, Guidon Saar.

P: Qué política proponen para el tema de trabajadores extranjeros?

Sigal: “Solución” sería obligar a dar condiciones de empleo y salario igualitarias y decentes a todos, de tal manera que esté prohibido pagar menos y encontrar y buscar trabajadores que trabajen por menos. Cuando el trabajo extranjero no sea “trabajo barato”, caerá el atractivo por importar trabajadores, legales o ilegales. Hasta que esto ocurra, con quienes ya convivimos, debemos comportarnos como seres humanos frente a seres humanos.