Netanyahu queda – bien o mal – con Dios y el Diablo

Por Shlomo Slutzky

A pesar de los desmentidos formales, en las próximas semanas, Benjamin Netanyahu, el Jefe de Gobierno israelí, proclamaría un acuerdo con los EEUU para el congelamiento de construcción en las colonias israelíes en la Cisjordania, atendiendo a las presiones internacionales y con la intención de dar lugar al retorno de los palestinos a la mesa de conversaciones que abandonaron al publicarse los resultados de las elecciones que elevaron a la derecha al poder en Israel.

Sin embargo, mientras que Netanyahu estuvo dispuesto a admitir en declaraciones públicas en su gira de la semana última en Europa que el tema de la construcción en las colonias en la Cisjordania está sobre el tapete "junto a otros temas", supo agregar también que: "Debe quedar claro, Jerusalén no es una colonia". Esta afirmación habla de una negativa a frenar la construcción en Jerusalén Oriental, a pesar de ser considerada ésta ilegal por la comunidad y la ley internacional, no menos que la construcción en las colonias de Cisjordania.

"Hasta principios del 2009 había 2000 colonos judíos en los barrios árabes de Jerusalén Oriental, especialmente en la zona histórica" nos dice Jaim Erlij, uno de los activistas en la ONG Ir Amim ("Ciudad de pueblos"), cuyo objetivo es logar una convivencia pacífica para israelíes y palestinos en Jerusalén "Pero en los últimos meses se aprobó la construcción de viviendas para otros 750 colonos judíos, y en zonas estratégicas para boicotear las posibilidades de un futuro acuerdo de paz ", agrega Erlij, mientras nos muestra la construcción en el barrio Maalé Zeitim.

A diferencia de los territorios de la Cisjordania, que nunca fueron anexados oficialmente a Israel, Jerusalén oriental fue anexada después de la Guerra de junio de 1967, aunque su anexión nunca fue aceptada por el mundo. Según las leyes de guerra de Ginebra, el país ocupante de un territorio tiene prohibido colonizarlo con sus propios ciudadanos y tampoco está permitido exiliar a los locales. Netanyahu se prende de la anexión para justificar la colonización aduciendo que "Jerusalén no es una colonia"

Para evitar complicaciones por la utilización de dinero público israelí en la construcción en territorios palestinos ocupados, la mayor parte de la nueva construcción es promovida y financiada por organizaciones privadas de los ultranacionalistas israelíes, que reciben su financiación de millonarios judíos en el exterior. Sin embargo, según documentos que obran en manos de IR AMIM, se trata de un plan apoyado por las autoridades nacionales y municipales, que otorgan permisos de construcción a estas organizaciones "privadas", que nunca otorgaron con esa facilidad –ni sin ella- a los habitantes palestinos locales.

Paralelamente, en los últimos meses la municipalidad de Jerusalén efectiviza un número más grande que en el pasado de las órdenes de demolición de viviendas palestinas construidas sin permisos, viviendas que nunca lograron obtener permisos de construcción de la municipalidad israelí de Jerusalén.

Las organizaciones colonizadoras como "El-Ad" y "Ateret Kohanim” presionan a los palestinos a vender sus propiedades amenazándoles con que la municipalidad demolerá sus viviendas por carecer de permisos y ofreciéndoles sumas de dinero que no lograrían nunca vendiendo su tierra a otro palestino. Quienes aceptan el "ofrecimiento" de las empresas colonizadoras, utilizan el dinero obtenido para instalarse en el exterior, huyendo también de la vergüenza y de la venganza de organizaciones palestinas que prohíben la venta de tierras a colonos israelíes.

La municipalidad de Jerusalén ha recibido para su aprobación un plan para construir un nuevo barrio de colonización judía en la parte oriental de la Ciudad Santa. Este proyecto, promovido por la asociación de extrema derecha El-ad, prevé la construcción de 104 viviendas y de una sinagoga, una piscina y un baño ritual judío en el corazón del barrio de Ras al Amud, donde viven unos 14.000 palestinos.

Este complejo debía ocupar los terrenos donde se encontraba el cuartel general de la policía israelí que ha sido transferido al sector E-1 en Cisjordania, entre el norte de Jerusalén y el asentamiento de Maalé Adumin. El barrio planeado ha sido bautizado Maalé David y debería estar unido al de Maalé Zeitim en el mismo sector, donde viven actualmente 51 familias judías.

"Aunque me den mil millones de dólares no me iré de mi tierra" nos dice Mujamad Abu Salaján, habitante de Yabel Mukaber, quien se negó a vender su tierra a colonos judíos y se vio castigado en la práctica por la destrucción del camino que llevaba a su vivienda, la inmovilización de su automóvil que fuera dejado sin poder sacarlo del patio de su casa y por lo que él describe como "una sensación de ahogo que te saca las ganas de vivir".

"El Presidente Hussein (refiriéndose a Barack Obama, cuyo segundo nombre, Hussein, es enfatizado irónicamente por su origen islámico) se olvidó que en Jerusalén Oriental no gobierna más el Rey Hussein (de Jordania) y nadie puede negar a un judío el derecho a construir en tierras que están en su posesión, ya sea en Jerusalén Occidental como Oriental." Dice Arie Kening, de otra organización colonizadora, "Keren Adamot Israel", en una clara provocación contra el Presidente Barack Obama.

Kening no tiene los pelos en la lengua en lo que respecta a acusar a Netanyahu.

Netanyahu es conciente de las dificultades que le producirán la aprobación de la moratoria de construcción en Cisjordania dentro de su coalición –sería la primera vez que un jefe de gobierno de la derecha acepte congelar la construcción de asentamientos- y es conciente de las posibilidades de quedarse sin mayoría parlamentaria con el voto en contra de los partidos de ultraderecha que lo apoyan. Es así como después de haber acabado todas las posibilidades de lograr postergaciones a la respuesta a la exigencia de la gran potencia amiga respecto a los asentamientos, Netanyahu dijo: "Sí, pero"  y reza –sin éxito, aparentemente- para que Washington abrace el "sí" y el "pero" a la vez. El "sí" es la moratoria, el "pero" es que esta moratoria venga sólo después de aprobar la construcción de 2500 viviendas en los asentamientos ubicados en los territorios palestinos conquistados en la Guerra de junio del 67, una decisión que contradice las leyes de guerra de Ginebra, que niegan el asentamiento de ciudadanos del país ocupante en el territorio ocupado.

"La ampliación de los asentamientos no es legítima y deber ser inmediatamente interrumpida".  Con esta clara afirmación del vocero de la Casa Blanca,  se desvanecieron las esperanzas del Jefe de Gobierno israelí Benjamin Netanyahu de "quedar bien con Dios y con el Diablo".

Por otra parte, ya sea el "Diablo" o "Dios" -según se quiera ver- tampoco está conforme. Es así como la coordinadora de acción de los colonos de Cisjordania, apoyada por los partidos de la ultraderecha,  proclamaron una campaña contra Netanyahu que dicen que no cesará "hasta que Bibi vuelva a ser Bibi", refiriéndose a quien escribiera en su libro "Un lugar bajo el sol" que toda moratoria en la construcción de asentamientos es –de hecho- un paso para su destrucción, por lo que es obligatorio combatir contra la misma concesión en lo que se refiere a la construcción en "Judea y Samaria históricas".

Otra vez se demuestra que libros que se escriben para ganar elecciones desde la oposición, muchas veces no sirven para llevar a buen término a un pueblo, desde la cúpula del gobierno.