Antisemitismo

Un problema de todos

Una conjunción de hechos graves, dentro del contexto internacional, nos condiciona como comunidad y como individuos. La ola de antisemitismo y su deliberada difusión, que desató el conflicto entre israelíes y palestinos, ha tenido graves consecuencias para los judíos del Mundo. El terrorismo, por otra parte, genera, además de dolor, un odio profundo que a veces impide la posibilidad de análisis que deben practicar quienes tienen el deber de pensar y apelar a la racionalidad, aún en los momentos más duros. El sentimiento antisemita difundido en algunos ámbitos, no sólo europeos, que utiliza a Israel como pretexto, nos perjudica más allá de todo cuanto podamos medir. Pero si nuestra reacción es el encierro y el aislamiento -porque nos sentimos cercados por el rechazo y el odio generalizado- estaremos imposibilitados de reparar en los matices que el problema del antisemitismo encierra por derecha e izquierda. Hay que salir del gueto, mirar y analizar en consecuencia. Y eso, en definitiva, es un problema de todos.

Por Alicia Benmergui

El aislamiento -del mundo judío- al que puede empujar esta situación no es el mejor de los futuros. El sentimiento de persecución puede provocar rasgos autoritarios o macartistas contra aquellos que se atrevan a expresar posiciones alternativas o diferentes de las que sostiene una gran parte de nuestra comunidad.
En la interna comunitaria no se debe evitar la posibilidad del debate o rechazar posiciones alternativas sobre un problema político extremadamente complejo, y de muy difícil solución a corto plazo, como el que enfrenta a Israel con los palestinos.
Los judíos somos herederos de una tradición religiosa antidogmática por definición. Siempre hemos defendido la posibilidad de expresar libremente nuestras ideas. Por muy bien intencionadas que sean las apelaciones a dejar de lado ideas antagónicas que existen dentro del mundo judaico, ellas constituyen parte de lo que hemos sido históricamente: una unidad en la diversidad. Esto implica que renunciar a esa heterogeneidad es renunciar a uno de los rasgos constitutivos de nuestro modo de ser. El debate y la discusión, en defensa de nuestras propias ideas, nos viene de muy antiguo y no debemos renunciar a la posibilidad de luchar en defensa de la libertad ideológica.

De fundamentalismos varios

Hay fundamentalismos peligrosos y solapados, como el neoliberalismo que no sólo es una definición economicista, y que ha llevado a este desastre que padece gran parte de la población mundial.
Hay actitudes y posiciones religiosas que también son fundamentalistas por parte de quienes se erigen en los únicos defensores y custodios de nuestra supuesta pureza religiosa. Ellos persiguen a propios y extraños humillando y rechazando a quienes han elegido convertirse en judíos y compartir nuestro destino; si no nos oponemos con firmeza a estas conductas, podemos terminar pareciéndonos a aquellos que detestamos.
Existe una hermosa historia, en la academia de Yavné, de donde proviene el Talmud, y los rasgos distintivos del pensamiento judío: el Rabi Yoshua ben Janania había establecido la importancia de la libertad de aprendizaje y discusión en los estudios, y que cuando se tomara una decisión sobre una ley que se establecía en el Talmud, imponiéndose por el voto de la mayoría, también debían ser registrados los argumentos de la minoría. Conocía el peligro subyacente en el autoritarismo.
La tradición judía contiene numerosos ejemplos acerca de la defensa de los derechos de cada individuo a actuar de acuerdo a la ley desde su propio conocimiento acerca de ella. Cuando Maimónides escribió y organizó el texto de Mishné Torá, una compilación más clara y ordenada del contenido existente en el Talmud, generó polémicas y debates que alcanzaron una gravedad tal que pudieron llegar a provocar una escisión irreversible dentro del judaísmo.
Lo que Maimónides había puesto en cuestionamiento fue la autoridad de los llamados doctores de la Ley, los únicos que podían interpretar las oscuras palabras contenidas dentro de la Halajá y que nadie más comprendía. Cuando ese notable sabio transcribió los laberínticos textos de un modo claro y sistemático para que cualquiera pudiera entenderlos sin tener que recurrir a terceros ante un problema legal, había dado una solución y abierto un espacio de libertad para que todos aquellos que lo necesitaran pudieran entender el texto halájico por sí mismos.

Religiosos y seculares

El judaísmo religioso utilizó el debate hasta la extenuación, fue un método de interpretación y estudio de los textos rabínicos y talmúdicos basado en un razonamiento dialéctico, consistente en la discusión conceptual de casos y problemas legales. En 1700, luego de las espantosas matanzas sufridas por el judaísmo polaco, apareció un movimiento jasídico, impulsado por el Baal Shem Tov, que trajo nuevas respuestas para un judaísmo diezmado y compuesto, en gran parte, por campesinos analfabetos y supersticiosos.
El judaísmo erudito sintió gran rechazo por los modos y formas adoptados por los jasidim, no obstante, y a pesar de haber sido un grupo marginal en sus orígenes, hoy, han llegado a ser parte de la ortodoxia.
A lo largo de la historia el judaísmo encontró nuevas formas de expresión religiosa ante los cambios sobrevenidos con el tiempo, así fue como el reformismo, el judaísmo conservador y la neo ortodoxia fueron diferentes expresiones religiosas para quienes no se sentían interpretados por las más antiguas. Y también aparecieron, con la Ilustración, los judíos emancipados que se sentían ligados a las tradiciones judías pero no representados por la religiosidad. Parte del sionismo y el Estado de Israel son producto del aporte y los esfuerzos de estos judíos seculares. Nadie puede decir que esto no fue así, por eso nadie puede oponerse al pensamiento combativo y cuestionador, sea de origen religioso o político.
Una buena definición de la judeidad es el viejo chiste sobre que un judío es alguien que contesta una pregunta con otra pregunta.
Toda esa enorme y riquísima herencia religiosa, intelectual y filosófica no puede haberse convertido en un pensamiento rígido y esquemático que puede acusar de traidor a quien ose pensar políticamente de un modo diferente.

La expulsión del judaísmo

Bastante caro hemos pagado los judíos argentinos como comunidad, la falta de discusión y sinceramiento en tiempos muy recientes, para que no intentemos evitar que esa experiencia se repita.
La existencia del judaísmo constituyó un desafío para la civilización que él mismo contribuyó a crear; pagó un elevadísimo costo por defender la libertad de conservar sus propias creencias y diferencias. La creación de un Estado judío representa la continuidad de ese reto, de la defensa de un valor existencial para el pueblo del cual formamos parte. La coyuntura histórica nos encuentra en un momento donde están puestos en juego valores propios de nuestra tradición, son aquellos por los que han luchado tantas generaciones, y que constituyen también parte de los Derechos Humanos. En la medida en que solo miremos y seamos capaces de juzgar los integrismos y fundamentalismos a los que nos enfrentamos, sin darnos cuenta de que estamos apelando a los mismos argumentos que rechazamos en ellos, el Mundo será un lugar cada vez más hostil e irracional.
Bajo la denominación de lo que es políticamente correcto se está estableciendo lo que es religiosamente correcto.
La reflexión que nos cabe es que si para la ortodoxia la condición definitoria de la judeidad es tener una madre judía, cual sería la razón para observar una conducta persecutoria sobre la pureza de los orígenes que deben demostrar -hasta la extenuación- aquellos que cumplen con los rituales establecidos.
Hay una queja constante, desde hace mucho tiempo, acerca de la asimilación que existe en nuestra comunidad, sería bueno que desde los lugares que deberían evitarla reflexionen acerca de los métodos expulsivos que están empleando quienes dicen ser los mantenedores del verdadero judaísmo.

La condición amenazada

Lo evidente es que la ola oscurantista y represiva es una amenaza que avanza sobre nosotros, poniendo en peligro nuestra condición y nuestra decisión de ser quienes somos. Debemos enfrentarla decidida y consecuentemente antes de que sea demasiado tarde, para no ser sometidos y eliminados por ella.
Es cierto que la izquierda es o se ha vuelto necia con respecto a temas muy importantes para nosotros, pero no podemos olvidar que fue la derecha siempre la que nos persiguió, buscando nuestra eliminación física, el nazismo, y todos los otros peligrosos “ismos” que están aquí a la vuelta.
No podemos olvidarnos ni confundirnos sobre donde esta el verdadero peligro.