El pueblo judío en la literatura

La mirada de los otros

A lo largo de la historia, el pueblo judío fue descripto por la pluma de diversos autores, desde William Shakespeare hasta Jorge Luis Borges. En esta nota, un breve recorrido por esas fotografías de lo hebreo a través del tiempo y las distancias.

Por Pablo Gorodneff

"Todos nos parecemos a la imagen que tienen de nosotros" escribió Jorge Luis Borges. Desde adentro la literatura judía ha pintado los más variados personajes: es la imagen que "tenemos" de nosotros. Si bien es cierto que una buena narrativa requiere distancias considerables entre narrador y autor, el escritor judío describe desde la experiencia, desde el sentir en el propio cuerpo cada adjetivo.
¿Cuál es entonces la distancia, la diferencia cuando se escribe desde la observación, más desde la mirada que desde el corazón? Para empezar a pensar, cuatro escritores desde muy diferentes lugares, nos abren una ventana, quizás, hacia nosotros mismos.

EL MERCADER WILLIAM

El Mercader de Venecia es una obra que está en permanente proceso de reescritura: en teatro y en cine no pasa temporada en el mundo sin que aparezca una nueva versión. Este Talmud shakesperiano es también motivo de constante controversia, lamentable y en muchos casos interesada: el supuesto antisemitismo de la obra, el de su autor. Y he aquí un limite para detenerse y pensar: ¿qué le permitimos decir sobre nosotros mismos a quien es judío, y qué a quien no lo es?

"Se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos?¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?"

El Mercader de Venecia fue escrito entre 1584 y 1587 y estrenado recién en el 1600. Crónicas de la época señalan que en las representaciones que se hacían hacia el 1700, el personaje más aplaudido era el de Shylock. Es cierto que la obra ha sido utilizada como propaganda antisemita. Es posible que la obra refleje tensiones internas del propio Shakespeare, y también el deseo de agradar a las Cortes que lo sostenían: pero es evidente que pudo más el arte que el artista: Shylock es el más humano, es el que sufre, es quien es engañado en un juicio fraguado, y en definitiva el personaje citado cuando se habla de esta obra.

UNA VENTANA HACIA ADENTRO

En el cuento "Con el desayuno" Juan José  Saer (Santa Fe, Argentina, 1937-2005) relata la rutina cotidiana de un sobreviviente y usa la voz interna de Goldstein para hablarnos de la miseria humana:
 
"Los dos años que paso en el campo de concentración, si bien fueron en su momento una intolerable pesadilla, al poco tiempo de salir, Goldstein, aunque parezca mentira, empezó a considerarlos un azar favorable en su vida. Su argumento es el siguiente: a los 21 años tenia una visión demasiado optimista del mundo. Si al final de la guerra se hubiese encontrado sin esa experiencia, sus prejuicios optimistas hubiesen seguido distorsionando su percepción de la realidad. El crimen, las torturas, las masacres definían mejor a la especie humana que el arte, la ciencia, las instituciones"

El bar está en Córdoba y Pueyrredón: cuando leemos el cuento vemos por la ventana lo mismo que el personaje, olemos y de a poco, nos sumamos a su recorrido. El mozo saluda a Goldstein, nos saluda y salimos a la calle. El cuento continua en nuestra cabeza.

CERCA DE LA REVOLUCIÓN

El sacerdote Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua ,1925), antes de ser conocido mundialmente como el "poeta de la revolución nicaragüense" era sencillamente, uno de los mas grandes poetas de habla hispana. En Cardenal Israel, el pueblo nuevo, es el sinónimo de la esperanza, del mundo mejor, al que hace referencia constante en sus Salmos. Poética de palabras duras, de imágenes sin anestesia, pero aun así, de belleza y fuerza singulares. Aquí un párrafo del Salmo 21:
"Todo el día me pasan lista/ Me tatuaron un número/ Me han fotografiado entre las alambradas/ y se pueden contar como en una radiografía todos mis huesos.
Me han quitado toda identificación/ Me han llevado desnudo a la cámara de gas
y se repartieron mis ropas y mis zapatos/ Grito pidiendo morfina y nadie me oye
grito con la camisa de fuerza/ grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales
en la sala de enfermos incurables/ en el ala de enfermos contagiosos
en el asilo de ancianos/ Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo/ Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo/ Los pobres tendrán un banquete.
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta.
El pueblo nuevo que va a nacer."
 
"El pueblo nuevo que va a nacer". El cura revolucionario cantándole a Israel, signo de otros tiempos.

JORGE LUIS BORGES Y JUAN B. JUSTO, PARALELAS

Se utiliza mucho el termino "orillero", pero se sabe poco de él , de su origen y a qué refiere. Orilleros eran los habitantes de la orilla del Maldonado, cuando todavía no estaba entubado, cuando todavía no era la Avenida Juan B. Justo, y Corrientes aun era Triunvirato. Barrio económico y generoso: de un lado los comercios y los nuevos inmigrantes; del otro lado del arroyo, los prostíbulos, los bares donde se bailaba el tango, y los puñales como argumento.
En el cuento "El indigno" Borges logra una pintura precisa del judío que a toda costa quiere formar parte, ser aceptado: es también un informe sobre la secuencia del ADN de Villa Crespo:

"No sé cómo explicarle las cosas. Yo me he labrado ahora una posición, tengo esta librería que me gusta y cuyos libros leo, gozo de amistades como la nuestra, tengo mi mujer y mis hijos, me he afiliado al Partido Socialista, soy un buen argentino y un buen judío. Soy un hombre considerado. Ahora usted me ve casi calvo; entonces yo era un pobre muchacho ruso, de pelo colorado, en un barrio de las orillas. La gente me miraba por encima del hombro. Como todos los jóvenes, yo trataba de ser como los demás. Me había puesto Santiago para escamotear el Jacobo, pero quedaba el Fischbein. Todos nos parecemos a la imagen que tienen de nosotros. Yo sentía el desprecio de la gente y yo me despreciaba también. En aquel tiempo, y sobre todo en aquel medio, era importante ser valiente; yo me sabía cobarde. Las mujeres me intimidaban; yo sentía la íntima vergüenza de mi castidad temerosa. No tenía amigos de mi edad."

La ciencia mira desde la razón, el arte lo hace desde el corazón. Estos fragmentos, estas partes de un todo, están impresas y forman parte del legado. Voces para encontrarnos, voces que nos describen la mirada del otro, mirada para pensarnos mientras disfrutamos cada palabra.