Paisajes de la guerra:

Poesía a la hora del alto el fuego

Ernesto Kahan, radicado en la localidad isarelí de Kfar Sava, es Vicepresidente del Congreso Mundial de Poetas -vinculada a la Academia Mundial de Arte y Cultura (UNESCO)-, Presidente de la Asociación Israelí de Médicos por la Paz, editor de Literaria Brasego, Embajador -en Israel- de la Asociación "Poetas del Mundo" y Director en funciones de Ambassadeur de la Paix-Universal Peace Ambassador GENEVE CAPITALE MONDIALE de la PAIX 2006. A las pocas horas de haberse declarado alto el fuego en la región, este 14 de agosto de 2006, no pudo otra cosa que expresar sus sentimientos a través de la siguiente poesía com otro modo de que la cultura tome la palabra frente a la tragedia y la esperanza:

A las ocho el alto el fuego. Paisaje de ciudad.

Van 9 minutos y en el horizonte hay silencio,
el árbol que toca mi balcón trina con jilgueros y nuevo color.
Los oigo bien, muy bien, son el fondo de la brisa que anuncia la vida
y camino despacio para no despertar las fuerzas del mal, pero camino,
es mi manera de sentir que no es mentira.
Tres pantallas muestran los frentes en la televisión:
No hay hongos de humo en Haifa, no hay llamas en Tiro y en la frontera
¡Oh los bordes alambrados! sigue la tensión y ahora el alto el fuego.

Camino despacio
Pienso en esas dos ciudades que están sobre el mar
¡Oh el mar, que se enamora rítmicamente de ellas!
Y camino para escuchar el silencio que tienen las notas de «La Pastoral»
Pero el hombre es hombre y no se olvida
y en el norte cada uno canta lo que cree es su victoria
y en el sur un misil nos recuerda que allá todavía hay guerra.

Camino haciendo círculos en regreso
y llego a mi taza de café.
¡Oh el café, aroma de mañanas para los que despiertan con planes y programas!
Aroma de pena para los enlutados sin consuelo,
los padres que entierran a sus hijos soldados.

Ocho horas y 33 minutos,
una cadena de tanques de guerra regresa a casa,
una cola sin fin de estrategas golpea las puertas de la prensa,
en las oficinas de los partidos políticos se preparan los discursos,
los obreros de reconstrucción llevan palas y cemento para la ciudad,
nuevas comisiones,
nuevos comités de evaluación
y la preparación para próxima guerra.

La ciudad despierta para continuar su evolución humana
testigo del ser gregario sin compasión,
asfalto, brisa de mar del Mediterráneo,
soldados que se abrazan a las ocho y cuarenta
y yo sigo caminando
y David Grossman el escritor por la paz enterrará su hijo esta tarde
y no sus escritos,
y tomará otro café ciudadano
y cuando esté convencido,
y sonriendo
y con panes saliendo del horno,
dará volumen a las notas de La Pastoral.

Nueve horas y treinta minutos,
las bombas siguen en silencio ¡QUE BUENO!
Pero están siendo guardas en la ciudad.

Paisaje del hombre gregario,
Siglo XXI, desde que ayer comenzamos a contar.