El candidato ultraderechista judeo-francés

El autoodio menos pensado. Eric Zemmour, los judíos y el Faraón

Quizás, el peor de los autoodios no radique en asumir el discurso del enemigo sobre nosotros, sino convertirnos en él, en el otro, en el que hasta hace minutos nos odiaba y esgrimía las más ridículas ideas sobre nosotros. Ya no decir “dominamos el mundo”, sino olvidarnos quiénes somos y quiénes fuimos, pisotear al débil, humillarlo, mentir sobre él, deshumanizarlo perversamente
Por Enrique Herszkowich

 

El concepto de autoodio es una útil herramienta para comprender, si se lo utiliza correctamente, cómo los prejuicios y los valores hegemónicos penetran en la cosmovisión de los sujetos políticos, incluso cuando son víctimas de esos mismos prejuicios. Se puede definir como un subproducto de la asimilación, es decir de la similitud mutua de los miembros de una sociedad dada, al aceptar el asimilado en situación de minoría “las fantasmagóricas imágenes que sobre él refractan los espejos” de la prejuiciosa sociedad mayoritaria. “Esto ha sucedido con los negros desarraigados de los EE.UU. y, en cierta medida, con los judíos asimilados del mundo moderno” (1).

Pero, para ser útil, el autoodio no puede ser limitado a la crítica realizada a los propios correligionarios, compañeros o connacionales, en una especie de asunción de dónde, sino dentro de casa, se debe lavar la ropa sucia. Tampoco es la autoodio igual a la auto denigración. Ese convencimiento del renegado de que la propia comunidad de la que se ha salido, o que resulta vergonzante, es peor de lo que todos piensan. En el caso de nuestro país, o quizás nuestra clase media, abundan este tipo de auto denigraciones que, en una especie de chauvinismo al revés, consideran que todo lo nuestro es lo peor del mundo, desde las playas hasta los políticos, pasando por el clima, las películas o los restaurantes.

Ni crítica interior, ni auto denigración, el autoodio es algo más. Como señalamos en la cita de Mendes Flohr, es la asunción, por la minoría, de los prejuicios que sobre ella tiene la mayoría. Entonces, no es la idea de que los “judíos somos cerrados”, de que el judaísmo es una “religión arcaica”, o de que las reglas de la kashrut son ridículas. Sería, para decirlo claramente, asumir que los judíos somos estafadores o usureros, que dominamos el mundo, que nos creemos superiores, que tenemos la culpa de las crisis, o que odiamos a los gentiles.

El término, como otros de uso político, ha sufrido abusos. En algunos sectores de nuestra comunidad, por ejemplo, se ha considerado autoodio la crítica a las políticas del Estado de Israel, como si Meretz o los intelectuales críticos del gobierno israelí se autoodiaran por ser judíos. Incluso se ha aplicado esa categoría a judíos anti sionistas, como si tuviera que existir, dogmáticamente, una asociación entre la identidad judía y la sionista.

Sin embargo, y como se ha dicho, reducir la categoría del autoodio a ser críticos hacia el propio campo no es más que una salida torpe, superficial, casi infantil, al desafío de enfrentar esas mismas críticas.

En los últimos meses, en Europa el autoodio ha mostrado una cara nueva, un giro más de una tuerca que ya parecía haber llegado al máximo grado de ajuste (digresión mnemotécnica: las tuercas ajustan siempre hacia la derecha). Se trata de la rápida elevación de Eric Zemmour a la candidatura presidencial de Francia y su (hasta ahora) revelación de fracaso (apenas un 7% en la primera vuelta; es mucho, pero a los efectos de las presidenciales, igual a 0).

Zemmour construyó su candidatura sobre la base de algunos de los postulados más básicos de la ultraderecha. En ocasiones, actuó como una caricatura del pensamiento xenófobo, autoritario, ridículamente intolerante. Sus posiciones sobre el islam y los musulmanes, sobre los árabes y los inmigrantes africanos rozaban, en efecto, ribetes catastróficamente ultra chauvinistas. ¿Cómo calificar de otra manera su pretensión de que debían cambiar sus nombres por “nombres franceses”, ya que los nombres “no franceses” eran un insulto para Francia? (2) ¿Cómo no escandalizarse (aun cuando así se le hace el juego a un provocador profesional) cuando llamó a los niños repatriados de Siria, sin adultos que los amparen ni protejan, “ladrones, asesinos y violadores”? (3) ¿Cómo reaccionar ante el impulsor de una profecía que sólo puede auto cumplirse, que anuncia una “guerra civil” entre los musulmanes y los que quieren (como él) una Francia “cristiana y blanca”? ¿Cómo llamar a quien defendió, desnudando los vínculos entre el racismo y las ideologías del individualismo y el liberalismo, el derecho de los empleadores a rechazar a negros y árabes?(4)

Para completar su perfil de derecha, Zemmour defiende además las políticas neoliberales, se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo, al divorcio, a la idea de la emancipación de la mujer, al feminismo en general, y se define a sí mismo como reaccionario.

Pero la ultraderecha antidemocrática existe desde hace mucho en Europa, y en Francia en particular. El padre de la candidata Marine Le Pen ya nos tenía acostumbrados a su discurso. El problema con Zemmour es que asumió ese discurso de caricatura enojada desde su posición explícita de judío. Y eso lo llevó a afirmar atrocidades: desde que el mariscal Pétain salvó a los judíos (5) de la Shoá (el mismo Pétain que quitó la ciudadanía a los judíos de Argelia, de donde provenía la propia familia Zemmour), e incluso que la deportación de 1942 no significaba “deportación a Auschwitz”, sino hacia Europa del este(6), lo cual habría permitido, sacrificando a los judíos de origen oriental, proteger a los judíos franceses de pura cepa (ah, bueno, Zemmour, entonces sí). Y si bien su discurso anti islámico puede llegar a integrarse en una comunidad de intereses con cierto sector del sionismo más de derecha, también criticó la decisión de los padres de los niños muertos en el atentado de Toulouse de 2012, por haber enterrado a sus hijos en Israel, casi acusándolos de traidores a Francia.

Sin embargo, en las elecciones del 10 de abril, aquellas en las que Zemmour terminó siendo un globo pinchado con el 7% de los votos, obtuvo el primer lugar entre los votantes franceses de Israel, donde obtuvo el 53,59% de los votos. Para el balotaje, Zemmour fue el único candidato en apoyar a Marine Le Pen. ¿Tendrá ella también los votos israelíes? Es difícil, cuando carga, a pesar de sus esfuerzos en contrario, con el lastre de su padre, fascista y negacionista (y que apoyó a Zemmour en la primera vuelta). ¿Cómo explicar ese voto, a pesar de los llamados de numerosas asociaciones e intelectuales judíos francesas, como el CRIF (7), Serge y Arno Klarsfeld, Michel Wieviorka, o el diputado cercano a Bibi Netanyahu, Meyer Habib, a alejarse de Zemmour?

Quizás, allí esté el peor de los autoodios. No el asumir el discurso del enemigo sobre nosotros, sino convertirnos en él, en el otro, en el que hasta hace minutos nos odiaba y esgrimía las más ridículas ideas sobre nosotros. Ya no decir “dominamos el mundo”, sino olvidarnos quiénes somos y quiénes fuimos, pisotear al débil, humillarlo, mentir sobre él, deshumanizarlo perversamente.

Nosotros, nacidos de la inmigración; nosotros, hijos, nietos o bisnietos de la Semana Trágica; nosotros, que cargamos nombres y apellidos “no occidentales”; nosotros, que hace días dijimos que fuimos esclavos en Egipto.

Zemmour no es de los nuestros. Él traicionó, no a un judaísmo institucionalizado, dogmatizado, ritualizado o normatizado. Zemmour se alejó de la ética a la que nos obliga el pasado, real o metafórico, por la esclavitud del Faraón.

 

Referencias:

1) Por ejemplo, en Mendes Flohr, Paul (1979): “El autoodio judío”, Dispersión y Unidad, n° 1 Verano, Jerusalén, La semana, p. 83

2) Mc Auley, James (2018): “Es el profeta de la fatalidad en Francia y se ha vuelto muy popular”, en https://www.infobae.com/america/wapo/2018/10/07/es-el-profeta-de-la-fatalidad-en-francia-y-se-ha-vuelto-muy-popular/ , 7 de octubre de 2018, consulta el 7 de octubre de 2018

3)“Mineurs isolés: Éric Zemmour condamné à 10 000 euros d’amende pour provocation à la haine”, en L’Observateur, 17 de enero de 2022. En https://www.nouvelobs.com/justice/20220117.OBS53334/eric-zemmour-condamne-a-10-000-euros-d-amende-pour-provocation-a-la-haine.html

4) Mc Auley, James (2018): “Es el profeta de la fatalidad en Francia y se ha vuelto muy popular”, en https://www.infobae.com/america/wapo/2018/10/07/es-el-profeta-de-la-fatalidad-en-francia-y-se-ha-vuelto-muy-popular/, 7 de octubre de 2018, consulta el 7 de octubre de 2018

5) Funès, Nathalie (2022): “Zemmour condamné (mineurs isolés), Zemmour en appel (juifs français): ce qu’il faut savoir”, L’Observateur, 18 de enero de 2022; en https://www.nouvelobs.com/election-presidentielle-2022/20220118.OBS53360/zemmour-condamne-mineurs-isoles-zemmour-en-appel-juifs-francais-ce-qu-il-faut-savoir.html

6) Mc Auley, James (2018): “Es el profeta de la fatalidad en Francia y se ha vuelto muy popular”, en https://www.infobae.com/america/wapo/2018/10/07/es-el-profeta-de-la-fatalidad-en-francia-y-se-ha-vuelto-muy-popular/, 7 de octubre de 2018, consulta el 7 de octubre de 2018

7) Imbert, Louis (2022): “Election présidentielle 2022 : les Français d’Israël ont voté à plus de 50 % pour Eric Zemmour”, en Le Monde,  https://www.lemonde.fr/election-presidentielle-2022/article/2022/04/12/election-presidentielle-2022-les-francais-d-israel-ont-vote-a-plus-de-50-pour-eric-zemmour_6121808_6059010.html