Facundo Nejamikis, Vicerrector de la Universidad Nacional Guillermo Brown –UNAB-

“En Argentina hay un empate hegemónico: nadie logra imponer un modelo de país”

“A ningún Presidente le gusta tomar medidas antipáticas. Cristina, Macri, Alberto, saben que en Argentina no hay condiciones políticas para retroceder en términos de derechos sociales”, señala el politólogo Facundo Nejamikis en entrevista con Nueva Sion, donde analiza la situación política de nuestro país desde un punto de vista estructural, teniendo en cuenta los ciclos económicos y su impacto político, en un escenario internacional de avance de las derechas radicalizadas.
Por Susana Gelber

Desde el comienzo de la transición a la democracia en el 83 hasta ahora, hubo amenazas graves al sistema democrático. Actualmente, tenemos dos coaliciones, con el sistema consolidado ¿Cómo ves este proceso a futuro?

Recordemos que Néstor Kirchner, en la primera etapa de su gobierno, tenía la intención de que en la Argentina se configuraran dos coaliciones políticas: centro izquierda y centro derecha. Ese objetivo no lo logró plenamente. A partir del 2003, el kirchnerismo restauró esa lógica que en los 90 parecía haberse atenuado: un populismo más redistributivo. Mientras el modelo funcionó en términos económicos, casi sin fallas, parecía que íbamos a esa configuración. Ahí se explicaría la fórmula Cristina-Cobos, en el 2007. El peronismo y el radicalismo, con poder, articulados en una misma coalición política, algo inédito para la Argentina. Pero eso eclosionó en el 2008. La crisis del campo, más allá de sus propias características, puso en evidencia que el modelo de salida de la crisis del 2001/03 fue de emergencia, y a los 5, 6 años empezó a mostrar los signos de agotamiento. A partir de ahí los recursos provinieron de la estatización del sistema previsional, cepo, endeudamiento externo y con el FMI. No se pudo recuperar la senda de crecimiento del 2003-2007. Entonces, eso reeditó la vieja antinomia peronismo-antiperonismo, que hoy la expresa el kirchnerismo en su sentido más clásico, y Juntos en el sector no peronista o antiperonista.

Nuestro sistema presidencial, se caracterizó por ser híper presidencialista, incluso con liderazgos fundacionales. ¿Se podría hablar ahora de un vicepresidencialismo fuerte y un presidencialismo más débil?

La primera dificultad son los presidencialismos de coalición, donde está la necesidad de articular distintos espacios políticos. Una cosa es la coalición electoral y otra es la coalición para gobernar. Ahí se presenta una complejidad, porque no existe un sistema vicepresidencial de gobierno, existe solo un presidencialismo, y cuando hay una distribución desequilibrada de poder, entre los socios, lo lógico es que los cargos de mayor jerarquía y poder los tengan los socios con más peso. Al no ser posible, la única forma de resolverlo es con un acuerdo programático muy fuerte y un sistema de decisiones de la coalición muy aceitado que evite que las diferencias se expresen en fricciones en el funcionamiento del gobierno.

En el escenario actual, ¿visualizas cierto declive de los liderazgos de Cristina y Macri? ¿Cristina mostró los límites de su liderazgo con la carta en la semana posterior a las PASO cuando forzó cambios en el Gabinete? ¿E incluso con la de ahora en relación a la negociación con el FMI?

En el caso específico de Cristina lo que muestra la primer carta, son diferencias personales, políticas y de funcionamiento del gobierno. Al resolverlas públicamente se genera un cimbronazo institucional muy fuerte, por la posible ruptura entre la Vicepresidenta y el Presidente. En términos de la fórmula, él es el más relevante, pero en términos de capital político es ella, entonces es un riesgo para la gobernabilidad que la Vicepresidenta debilite al Presidente. En la finalización del ciclo electoral hay un proceso de aprendizaje-resignación. Todo quedó saldado después de las primarias. El Presidente dio un discurso claro de hacia dónde quiere ir en relación a las negociaciones con el FMI, el día de las elecciones, sin esperar el resultado. En la segunda carta, Cristina se dirige a la oposición.
En cuanto a los liderazgos es importante observar las tensiones que atraviesan a la coalición opositora, máxime habiendo ganado las últimas elecciones. La primera es hacia el interior de la coalición por la sucesión del liderazgo, en la que está involucrado el propio Macri. La segunda es la revisión sobre el gobierno de Macri y cuál es el programa que tienen para gobernar si eventualmente ganan en 2023. Es una tensión parecida a la del Frente de Todos, la de halcones y palomas, radicalización versus moderación. El tercer elemento es la aparición de una fuerza política radicalizada de derecha (liberales, anarquistas, o como se denominen) que le disputa votos en un espacio político en el que, hasta ahora, nadie lo hacía. Ahora hay un espacio, que en la Ciudad sacó el 17%. Esto es relevante porque es el distrito de mayor fortaleza de Juntos y del Pro, específicamente. Todo esto, dificulta hoy las negociaciones oficialismo-oposición, pensando en políticas de Estado, consenso, largo plazo. Incluso hasta el propio acuerdo con el FMI, porque cuando hay una necesidad de acuerdo entre dos fuerzas políticas a los que hay que sentar en la mesa es a los radicalizados, los moderados se van a poner de acuerdo. Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta, lo harían rápidamente.

Es interesante, porque por un lado hay incentivo para acordar y por otro hay incentivo para no acordar.

Exactamente. Eso es lo que yo digo que es novedoso, y que me parece que le agrega tensión a la política argentina, También puede suceder otra cosa: que se pongan de acuerdo, pero que el convenio con el FMI no dé buenos resultados y esto puede tener impacto sobre las dos coaliciones. Lo cual es muy probable, porque en general en Argentina los procesos económicos exitosos no vienen necesariamente de la mano de un acuerdo con el FMI. Si eso sucede, las dos coaliciones pueden pagar un costo alto, en términos de su legitimidad política. En Chile las dos coaliciones, fracasaron en atender las demandas de la población y no supieron cómo reinventar un modelo de acumulación económica, política y social, que duró 30 años, y terminó implosionando. En el balotaje los dos candidatos están en los extremos del arco político.
Acá viene la famosa discusión sobre los consensos, con el concepto de hegemonía gramsciana. Si es verdad que existen los consensos, si es posible construirlos o en realidad hay un grupo social que logra imponer un proyecto al conjunto de la sociedad y ésta acompaña durante muchos años porque, de alguna forma, todos se sienten que algo ganan.
También es cierto que hay países donde se construyen consensos y donde los grandes objetivos de política económica son definidos en mesa de concertación, en la que los trabajadores tienen un rol muy importante y una participación muy activa. Tal los casos de Alemania y Suecia. En Argentina no es ni una cosa ni la otra. No tenemos un grupo social que logre imponer un modelo. En Chile, hasta que la sociedad se radicalizó, en sus protestas, la derecha estaba contenta con el modelo. En la Argentina, el denominador común es la insatisfacción de todos los grupos sociales. No hay hegemonía, y tampoco concertación. Estamos en el empate hegemónico. Nadie logra imponer un modelo de país.
La crisis con el campo demostró que se había agotado el modelo. Por eso yo parafraseo con lo de “el ciclo largo, el ciclo corto”, de Hobsbawm y hablo de «la larga década», que es 2008-2021, porque en realidad yo al gobierno de Mauricio Macri lo inscribo dentro de esa misma lógica. Estaba menos preocupado por el consumo, por la industria nacional, pero no logró construir un modelo alternativo. La diferencia es que cambió la fuente de financiamiento, por un fuerte endeudamiento externo en dólares. No hubo un cambio de modelo radical. Eso, en parte, explica su derrota en el 2019.
Si no se logra construir un modelo de desarrollo alternativo que genere mayor riqueza, más divisas, que la Argentina de un salto exportador, tenés el mismo problema en 2 años. Justamente, la larga década es porque en realidad nadie encuentra la forma de resolverlo. Hay acuerdo en que esto se agotó en 2008. Todos lo saben. A ningún presidente le gusta tomar medidas antipáticas. Cristina, Macri, Alberto, saben que en Argentina no hay condiciones políticas para retroceder en términos de derechos sociales.

En la Provincia de Buenos Aires, desde el 83, hay varios casos de dirigentes porteños que logran ser gobernadores. ¿Qué costos electorales tienen los enroques, como el de Santilli y Vidal?

FN: En mi opinión no hay una identidad bonaerense a diferencia de lo que puede ser un jujeño, o un patagónico, o un mendocino. Porque el AMBA es una unidad no solo territorial en términos de su funcionamiento, sino también comunicacionales. Por eso la sociedad no diferencia entre un porteño y un bonaerense. Eso es válido para el conurbano y CABA. En el interior de la provincia es distinto.

Al principio de la pandemia, a iniciativa del Presidente, los principales actores políticos con cargos ejecutivos trabajaban juntos y esto fue muy bien recibido por la opinión pública. Luego se fueron exponiendo fracturas. Si a esto le sumamos, situaciones escandalosas. ¿Cuánto afectan las desprolijidades en la confianza en los liderazgos?

En la pandemia cualquier gobierno tiene un resultado sub óptimo. Más en un contexto donde se recibe de la gestión anterior alta inflación, endeudamiento, cepo. En este contexto, a casi todos los gobiernos les ha ido mal electoralmente. La gente tiende a enojarse con el que gobierna. Más allá de esto, lo que se observa es que la sociedad argentina tiene ganas de «consumir» dirigentes que dialogan, que cuidan las formas, que buscan consensuar políticas, que se moderan. Entonces, evidentemente, lo que hizo el presidente Fernández, en los inicios de la pandemia, trabajar con los gobernadores y el Jefe de Gobierno de CABA, eso la sociedad lo vio muy bien, porque ahí no había costos que pagar. Luego hay que ser consecuente. No se puede actuar como un gobierno radicalizado. Hay dos medidas que el Gobierno tomó, sin discutir su justicia, pero que no son concordantes con un estilo moderado que consensua, que dialoga con la oposición. Una es lo de Vicentín y otra sobre la coparticipación, en CABA. Esto demostró que por alguna razón, el Gobierno no podía sostener, las políticas de consenso, de diálogo, de coordinación, que, como vos bien señalas, lo llevaron a 80% de imagen positiva. Después hubo una serie de hechos: vacunatorio VIP y la foto de Olivos, que terminaron, de alguna manera, por cerrar una imagen negativa del Gobierno y del Presidente. Hay algunas razones ahí que explican la derrota. No las únicas. No obstante, por los estudios cuali y cuantitativos que hemos hecho, los focus group, la principal variable que afectó la performance electoral del Gobierno, es decir, por qué pasó del 48% en las elecciones del 2019 a 34% en estas, es fundamentalmente el tema de la inflación, y la caída del poder adquisitivo del salario. Esa es la razón principal. Ambas coaliciones fueron encabezadas por moderados. Eso es lo que prefiere la sociedad.

Después de las PASO, Juntos por Cambio radicalizó el discurso para contener el voto de derecha dura y disputar votos a Milei. Por ejemplo, Vidal. En este escenario, ¿hay posibilidades de emergencia de liderazgos consensuales?

Vamos a tener tensiones. Es cierto lo que vos señalás, la aparición de una fuerza de derecha radicalizada tensiona en términos ideológicos, y fortalece la postura de los que dicen que hay que ser más duros porque están perdiendo votos por derecha. Entonces eso hace que Vidal tenga que sobreactuar un liderazgo duro del que carece. Si estas condiciones se mantienen constantes, en términos de que la Argentina no colapse, habría que pensar que es más probable que le vaya bien a un líder moderado, porque el centro tiende a tener mucho más peso en una elección presidencial. También, es cierto, que mientras la situación económica no sea buena, la gente que se siente muy angustiada y decepcionada puede terminar fortaleciendo a las opciones más radicalizadas. Y no es casualidad que tanto por derecha como por izquierda haya un crecimiento de estas posturas.
En comparación con la izquierda, la derecha radicalizada y sus líderes tienen más espacio en los medios de comunicación, más acceso a fondos para financiar campañas, y no hay que olvidar que en el mundo, por lo menos en el Occidental, es hoy lo que está de moda. Tenés el país más grande de Sudamérica que está gobernado por un líder de estas características, en Estados Unidos estuvo Trump. Hay experiencias europeas, entre otras, Vox en España.
Quienes se identifican con esas propuestas es probable que lo hagan más por la forma que por el contenido. ¿El votante promedio de Javier Milei lo vota por su propuesta de aniquilar al Banco Central o por su discurso antipolítico, por su crítica a la clase política identificándola como «casta», porque representa en su lenguaje y en sus formas el enojo que tiene un ciudadano que se siente muy decepcionado con la performace que tiene la política al momento de gestionar?

Analizando la coalición de gobierno, hoy. ¿Cuál es el balance de poder? ¿Se están produciendo cambios? ¿Cuál es el rol del Presidente? ¿Hay un enfrentamiento ideológico?

Lo que uno ve es, que, de alguna manera, hay un sector muy importante del peronismo en términos institucionales (gobernadores, intendentes, las organizaciones de los trabajadores) que han estado como en un segundo o tercer plano durante todo el período kirchnerista 2003-2015. Es decir, el peronismo es una fuerza política en la que el liderazgo se basa en la eficacia electoral. Entonces, mientras el kirchnerismo garantiza el triunfo el resto se calla y acompaña. Cuando eso falla, se rediscute todo. Estamos en ese proceso. Y eso explica el fortalecimiento de los intendentes del conurbano, de los gobernadores, la presencia de Manzur en la Jefatura de Gabinete de Ministros; es decir, hay un nuevo actor. Antes era Cristina, Alberto Fernández (por ser Presidente), y lo que expresaba el peronismo, que se había separado del kirchnerismo en su proceso de radicalización. Esa discusión no está saldada. Hoy, de alguna manera, el kirchnerismo pareciera que acepta un programa más pragmático, menos ideológico, y entiende que tensionar hacia la radicalización sería poner en riesgo la gobernabilidad. No hay resignación del liderazgo. Cristina está en una circunstancia de retroceso parcial puntual. Si la economía funciona bien, el peronismo se vuelve competitivo en 5 minutos. Entonces ahí se verá a quién la sociedad le atribuye eso. Si no lo pueden saldar, el Presidente ya anunció que lo harán en primarias.

Haciendo un balance sobre la implantación de las PASO hasta ahora. ¿Ayudaron al sistema político?

Me parece que ayudaron. Tienen mala prensa porque generaron gasto y el gasto en la política siempre es mal visto, pero no tengo duda que ha colaborado en esta estabilidad de las dos coaliciones. ¿Cómo se hubiera mantenido la coalición opositora, fuera del Gobierno, si no hubiera habido PASO? ¿Cómo hubiesen resuelto los candidatos? Las PASO son un factor en ese sentido. El peronismo la ha usado menos. Pero en el futuro pueden ser un factor que permita que esa coalición se mantenga unida y no estalle o se quiebre.