La noción filosófica de Emmanuel Lévinas y el judaísmo

El pensamiento de Lévinas descansa sobre un substrato biográfico que soporta las grandes tragedias del siglo XX: el destierro, el exilio, el exterminio. Influenciado por sus raíces judías y la clara conciencia de la necesidad de profundizar en el estudio del Otro, Lévinas rompió con toda la filosofía occidental para establecer la tesis de que la ética es la filosofía primera.
Por Luis Morgenstern Korenblit

Biografía y formación filosófica
Emmanuel Lévinas nació el 12 de enero de 1906, en Kaunas, Lituania, entonces territorio perteneciente a Rusia. Emmanuel nació y se crió en una familia hebrea perteneciente a la burguesía. En su infancia y adolescencia se establece uno de los pilares del pensamiento de Lévinas: su judaísmo, basado en la tradición bíblica (la Torá), junto al Talmud, a cuyo estudio detenido se dedicará a una edad más avanzada. Allí acaba sus estudios medios. En 1923, se traslada a Estrasburgo, Francia, para cursar la carrera de filosofía.
En sus años universitarios, se producen dos encuentros decisivos en la vida y el pensamiento de Lévinas. En 1927 conoce a Maurice Blanchot, a quien siempre le unió una profunda amistad y una sentida admiración; y, al finalizar sus estudios universitarios lee a Husserl. El descubrimiento de la fenomenología llama tanto la atención de Lévinas que en 1928 decide trasladarse a Friburgo para escuchar a Husserl. En 1929, Lévinas participa en un seminario de Heidegger en la Universidad de Friburgo, lee Ser y tiempo, y asiste al encuentro en Davos entre Heidegger y Cassirer.
La presencia e influencia de Heidegger en el pensamiento de Lévinas es evidente. A pesar de que, años más tarde, Lévinas rompiera con Heidegger e incluso propusiera que en su obra magistral ya había elementos que podían explicar la adhesión del filósofo alemán al régimen nacionalsocialista, su admiración por esa obra se mantuvo siempre.
De vuelta en Francia y como fruto de esta toma de contacto e inmersión en la fenomenología, Lévinas publica una serie de artículos sobre Husserl y Heidegger. El fruto más destacado de esta reflexión sobre la fenomenología fue su tesis de universidad, titulada Teoría de la intuición en la fenomenología de Husserl, que apareció en 1930 en París en la editorial Alcan y fue premiada por el Instituto de France. Estos artículos y especialmente la tesis constituyeron una labor de presentación de la fenomenología en el ámbito francés.
En el plano personal hay que destacar que en 1932 Lévinas contrae matrimonio con Raïssa Levi y comienza su labor en la administración de la Alianza Israelita Universal y su profundización en el judaísmo. En esta época lee una de las obras que más ha influido en su pensamiento: La estrella de la Redención. Este libro, que es la obra maestra de Rosenzweig, fue escrito en 1917 en el frente balcánico en forma de postales a su familia. Su tesis principal consiste en la afirmación de que la existencia judía es un evento o categoría esencial del ser que interpreta la revelación como el amor de Dios al hombre, amor al que hay que responder amando al prójimo, que es en lo que consiste la redención.
En 1931 se nacionaliza francés y en 1935 nace su hija Simona. En 1939 Lévinas es movilizado como intérprete de ruso y alemán para los aliados, y en 1940 es apresado en Bretaña, y tras un mes en Rennes, es llevado a un campo de prisioneros entre Bremen y Hannover. Allí permanece hasta 1945 y, aunque salva su vida, pues su condición de militar, que obliga a los alemanes a respetar el tratado de Ginebra, le protege de la suerte que padecieron otros judíos, Lévinas jamás olvidará esta experiencia, y en él quedará grabada la culpabilidad del superviviente, ya que pierde en Auschwitz a toda su familia lituana. La suerte de su mujer y su hija fue más favorable: lograron salvar su vida gracias a que fueron acogidas en el convento católico de San Vicente de Paúl en Orleans.
Tras su vuelta a Francia, retoma su trabajo en favor del judaísmo. A partir de 1946, hasta 1961, año en el que se traslada a Poitiers, dirige la Alianza Israelita Universal y la Escuela Normal Israelita Oriental de París. Comienza los estudios del Talmud de la mano de M. Chouchani (excéntrico personaje de nombre real Hillel Perlman) y participa, impartiendo varias lecciones talmúdicas, en los Coloquios de intelectuales judíos. Estas lecciones talmúdicas de Lévinas no fueron editadas inmediatamente. La primera publicación importante de esta dimensión de su pensamiento tiene lugar en 1963 con el título de Difficile liberté, a esta obra le sigue en 1968 la primera recopilación de esas lecciones publicadas bajo el título de Quatre lectures talmudiques. Las otras lecciones salen a la luz en 1977 bajo el título de Du sacré au saint, en 1982 como L’au-delà du verset, en 1988 con el título À l’heure des nations y en 1996, con carácter póstumo, Nouvelles lectures talmudiques. Además, dedica numerosos artículos y trabajos a reflexionar sobre el judaísmo.
Todo este proceso de vuelta a sus raíces judías, de crítica a la filosofía occidental y de clara conciencia de la necesidad de profundizar en el estudio del otro culminarán con las obras maestras de Lévinas: Totalité et Infini. Essai sur l’exteriorité (1961), Humanisme de l’autre homme (1972) y Autrement qu’être ou au-delà de l’essence (1974). Las obras posteriores se dedicarán a profundizar en las ideas expuestas en estos libros. El primero de estos trabajos es, sin duda alguna, la obra más conocida y más significativa de Lévinas, que como tesis doctoral le permitió convertirse en profesor en la Universidad de Poitiers, donde permanece hasta 1967, año en el que se traslada a la Universidad de Nanterre, donde trabaja hasta 1973, momento en el que acude a la Universidad de la Sorbona (París IV) para ocupar la cátedra de filosofía.
La Segunda Guerra Mundial fue la experiencia bélica que más profunda y trágicamente golpeó al filósofo judío, que años más tarde llegó a concebir la filosofía como un pensar que no puede olvidar «los gritos de Auschwitz que resonarán hasta el fin de los tiempos». En septiembre de 1994 muere su esposa. El 25 de diciembre de 1995 fallece Emmanuel Lévinas.

Las raíces judías de su humanismo
En su pensamiento, Lévinas distingue dos actitudes frente a la Biblia: la del fiel judío que lee el versículo basándose en la tradición, y la del filósofo fenomenológico que lo lee buscando una justificación, una razón. En la segunda se da una profunda relación entre la religión y la filosofía, que se explica porque la Biblia para Lévinas es esencial al pensamiento, pues enseña que el hombre es el ser que ama a su prójimo. En este sentido, Lévinas expone la tesis de que la tradición hebrea es, en su dimensión talmúdica, un ejercicio reflexivo de comprensión de la realidad y, por lo tanto, actividad filosófica.
Si bien es cierto que el interés levinasiano por el judaísmo es previo a la Shoá, también lo es que su reflexión se desarrolla especialmente tras este acontecimiento que marcó su existencia. A raíz de ello, Lévinas dirige su atención a resolver la pregunta que se encuentra en el fondo: ¿es posible ser judío y europeo? La respuesta requiere, según él, por un lado, una crítica de una determinada noción de Europa, de esa que la identifica con Grecia y más concretamente con Ulises; y, por otra, una indagación sobre el judaísmo. La respuesta de Lévinas supone una unión de filosofía y religión, una comprensión de qué es la filosofía y qué es el judaísmo, que se podrán unir si la filosofía primera es realmente la ética y el sentido del judaísmo es precisamente ético. Solo así se logrará que la filosofía se supere a sí misma sin dejar de ser lo que es y que el judaísmo, sin perder su particularidad, pueda ser expresado de forma universal y comprensible para todos los seres humanos. Una lectura atenta de las llamadas obras filosóficas nos pone ante la presencia del judaísmo.
Lévinas reivindica la locura mesiánica, la escatología profética tal como se presenta en Abraham. El patriarca judío instalado en una tierra que, ya de entrada no era la originaria de su familia, recibe una orden y una promesa: el Otro le pide que salga de su tierra y la deje atrás para siempre para dirigirse a una nueva tierra que, de hecho, él no habitará, no poseerá. Abraham escucha la voz y se pone en marcha y en su largo decurso salva su vida gracias a la acogida, a la hospitalidad, de los otros. Además, como padre de Ismael y de Isaac se convierte en el patriarca de las diversas naciones, de las tres grandes religiones monoteístas.
Afirma que libro de Esther, ya que «el dolor de la persecución antisemita no se cuenta más que en la lengua de la víctima”. Esta última matización vuelve a abrir la cuestión del carácter particular del pueblo hebreo, su condición de pueblo elegido, que no puede ser universalizable. En muchas de sus lecturas talmúdicas, Lévinas afirma que él entiende Israel no como una comunidad política, sino en un sentido ético.
La relación de la filosofía y el judaísmo en la obra levinasiana es temática y metódica. El estudio de la presencia de temas hebreos en las obras filosóficas de Lévinas ha sido realizado magníficamente por Alberto Sucasas. La primera noción bíblica presente en la obra filosófica de Lévinas es la de criatura. Para Lévinas la creación ex nihilo, la absoluta novedad, no puede ser pensada desde las categorías de la filosofía griega, que siempre apela a una materia preexistente y a la acción de un demiurgo. El ser humano es un ser creado de la nada, que recibe como don todo lo que es, y, por ello, es apertura o exposición al otro.
Otro de los puntos de referencia de la filosofía de Lévinas marcado por una profunda huella hebrea, e íntimamente unido a esta comprensión de la criatura, es la noción de responsabilidad. Este pensador hebreo destaca en sus obras filosóficas que, tras lo acontecido en el siglo XX, es necesario rehabilitar el humanismo en su verdadero significado, lo que supone definir adecuadamente el sentido del ser humano. Lo propio del hombre no es su poder, tal como habría sido señalado por la tradición occidental, sino su pasividad, su vulnerabilidad que es apertura al Otro que se hace presente-ausente en el Mismo sin perder su exterioridad y le pide cara a cara responder, no de las acciones que ha realizado desde su autonomía, sino de su derecho a existir, de su culpabilidad originaria: ocupar un lugar bajo el sol que usurpa el lugar de otro.
Para Lévinas esta visión del ser humano es la esencia del judaísmo, tal como se expresa en la obra del Rebbe Haim de Volozine, en la que se describe al hombre como imagen de Dios. Ésta es una religión exigente, para adultos, que enseña al ser humano el sentido de una libertad difícil, la libertad de una criatura capaz de negarse a reconocer su carácter creado y su relación fraterna con los otros seres humanos, pero que no puede borrar la huella de Dios en el rostro del otro, por lo que su máximo principio, “no matarás”, es profundamente ético y afecta directamente a la comprensión del ser humano.
La otra gran presencia del judaísmo en la obra filosófica de Lévinas tiene que ver con el método. Para él, la filosofía ha de ser capaz de decir lo que no es griego sin desvirtuarlo, ha de decir con otro decir las posibilidades del decir. Esto supone abrir la filosofía a la hermenéutica hebrea, a la lectura siempre abierta de nuevas posibilidades, de acepciones y sentidos implícitos que han de ser encontrados e interpretados. Lévinas aplica este método no solo en sus obras talmúdicas, en las que lleva a cabo una lectura que pone el Libro en relación con los problemas actuales, sino también en su obra filosófica. La lectura del Talmud es un diálogo necesario que rompe con el pensamiento conceptual y con el pensamiento de la presencia en el que todo se puede pensar al mismo tiempo.
Debido a esta influencia clave, la obra de Lévinas tiene un carácter hermenéutico, tanto en sus obras sobre el judaísmo como en sus escritos filosóficos. En su interpretación del Talmud siempre parte de la consideración de que los textos han de ser interpretados teniendo en cuenta la totalidad del libro.
En filosofía, especialmente en De otro modo que ser, Lévinas rompe el lenguaje de la filosofía griega y lo hace tomando como referencia, no solo las nociones hebreas, sino el método hermenéutico de leer y decir. El filósofo hebreo busca lo de otro modo que ser y no ser de otro modo, trata de superar la lógica propia de la filosofía occidental.
Levinas trata y estudia las verdades universales y compartibles de la religión judía desde el punto de vista de la razón, la cual parece omitir el estallido que producen nociones como, entre otras, la idea de Dios, que es de las más potentes en Levinas, si se comprende que él consigue sustraerla de la teología para introducirla en la filosofía, interrumpiendo el ser, la inmanencia, pero interviniendo lo que acontece en el ser y en la inmanencia, porque porta la trascendencia que mantiene la separación entre el Mismo y el Otro, sin privarlos de su alteridad.
Deja como legado algunas obras esenciales, que ya gozan del reconocimiento reservado a los clásicos: De Dios que viene a la idea, De la existencia al existente, Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad, La realidad y su sombra: libertad y mandato, trascendencia y altura, Dios, la muerte y el tiempo.

La recopilación y la bibliografía fueron extraídas de las siguientes fuentes:
elcultural.com/emmanuel-levinas-la-huella-infinita
redalyc.org/journal/3798/379853583009/html/
philosophica.info/voces/levinas/Levinas.html#toc1 – Julia Urubayen
Emmanuel Levinas, el judaísmo y la idea de Dios – Mateo Navia Hoyos 2016