Covers con historia

Shlomo Bar canta “Mode Ani”, de Meir Ariel

El auge de la espiritualidad fue in crescendo en los últimos 20 años de la música popular israelí. Shlomo Bar, quien fuera un precursor de esta corriente desde fines de los '70, muestra su vigencia y su capacidad reversionando al revulsivo Meir Ariel.
Por Leonardo Naidorf

Se acercan las fiestas de Tishrei en el calendario hebreo, momentos de felicidad, de reflexión, de recuerdos y, por qué no, de mucha espiritualidad.

Contrariamente a lo que uno puede suponer, la espiritualidad tuvo mucho más protagonismo en los últimos veinte años de la música israelí que en las seis o siete décadas anteriores.

No porque faltaran referencias o presencia de las fuentes judías en las letras. Menos aún por falta de emotividad. Pero, sin embargo, el componente nacional popular fue el trasfondo escénico de dicha producción. Las canciones de amor, el recuerdo a los caídos, los anhelos de paz (en el sentido nacional y político del término) fueron los ejes centrales de la producción musical que podríamos elegir del amplio repertorio de la música israelí para acompañar momentos de introspección.

Shlomo Bar

Si bien, estos últimos veinte años tienen un protagonismo fuerte de artistas como Idan Raichel, Mosh Ben Ari, Shotei Hanevuá, Mooki, Etti Ankri o incluso los últimos años de Ehud Banai, por citar algunos referentes, sus raíces se hallan un poco más atrás. Arbitrariamente señalaremos como uno de los referentes de esta corriente a Shlomo Bar.

Nacido en Rabat, Marruecos, arribó a los seis años de edad a Israel con su familia. Como muchos de los inmigrantes judíos de países orientales experimentó en primera persona que no eran ellos el prototipo de “nuevo hombre hebreo” que prefiguraba el ideal sionista hegemónico proveniente de Europa oriental en su mayoría.
Esa tendencia comenzó a revertirse a fines de los años ‘70, con varios hitos concordantes. La aparición de las Panteras Negras israelíes, el histórico triunfo de Menajem Beguin que lo catapultó al gobierno con un discurso de inclusión a los sectores sefaradíes, cierto hartazgo social hacia el status quo ofrecía el liderazgo sionista del Mapai y aliados, y el coincidente ascenso al estrellato de Zohar Argov, el referente de un pop oriental que venía a dar vuelta los cánones estéticos del mainstream musical israelí.

En simultáneo a estos cambios, aparece Shlomo Bar, con su particular entonación del hebreo, su dominio del darbuka, muy solicitado por varios de los artistas ya consagrados. Su primera e histórica formación Habreirá Hativit (La opción natural), fue otra revolución de la escena musical, quizás más de nicho, a partir de versionar temas del repertorio popular israelí en un estilo fusionado con instrumentos y sonidos de la India.
Quien aún no haya conocido la discografía de Habreirá Hativit no debe perderse la oportunidad de algo maravilloso.

Lo dicho, el derrotero de Shlomo Bar a partir de entonces fue reversionando tanto canciones del repertorio popular israelí como plegarias tradicionales, para configurar de esta manera un tipo de música espiritual que hoy nos suena más común pero que fue una verdadera novedad por aquellos años.

Meir Ariel

En paralelo, Meir Ariel, kibutznik, con sus ojos claros y su verba desafiante a la vez que muy elaborada, se erigía como uno de los poetas del rock desde los ‘70 en adelante. Tras haber escrito algunas de las canciones de Tamuz, una de las primeras grandes bandas de rock en hebreo, este trovador supo conjugar muy bien frases y motivos tradicionales de las fuentes judías con una narrativa actual, con relaciones humanas sinuosas con dosis de crítica social. Efectivamente el uso de las fuentes judías por los sectores laicos en Israel es de una familiaridad que trasciende el monopolio de su uso, al que estamos acostumbrados por estos lados.

Insistente en interpretar sus propios temas con su malograda voz en clave goyenechesca (si cabe el adjetivo), Meir Ariel falleció joven en 1999, estando aún muy activo. En 2000 se editó el álbum “Modé aní” con canciones inéditas, entre ellas la que dio nombre al disco, en la que Meir Ariel quizás preanunciando su propio final reversionó la oración matinal Rivón col olamim, por medio de la cual se agradece cada mañana por despertar un nuevo día.

En esta versión emotiva, el agnóstico Meir agradece (¿a Dios?) por todo lo bueno que hay en el mundo y todo lo recibido por sus amigos y familiares. Y a esa fórmula más cercana al rezo tradicional le suma el agradecimiento a su compañera por tener la posibilidad de ver su risa de entresueños.

En la versión que celebramos en esta columna, Shlomo Bar, ya portador de una kipá que da cuenta de su religiosidad, retoma en vivo este “Modé Aní” (Yo te agradezco) de Meir Ariel, con el estilo apasionado y oriental que lo caracteriza, dándole un halo definidamente más espiritual que el que se adivina en la versión original (también muy recomendable).