Nuevos escenarios políticos en Israel, tras la conformación de la nueva coalición de gobierno

Presentamos la exposición realizada por Alberto Spectorovsky, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, en el marco del encuentro “Nuevos escenarios políticos en Israel, tras la conformación de la nueva coalición de gobierno”, organizado el pasado 24 de junio por Tzavta, Nueva Sion, Hashomer Hatzair Argentina, la Casa de Cultura Rosa Robota, Meretz Argentina y Meretz Tzair, del que también participó el especialista Kevin Ary Levin, colaborador habitual de Nueva Sion. Autor de varios libros, Spectorovsky fue asesor del ex ministro de Relaciones Exteriores de Israel Shlomo Ben Ami,  tarea que lo llevó a ser parte de la delegación israelí en el  proceso de paz desarrollado en Camp David, en el año 2000.
Por Alberto Spectorovsky

 

Muchas veces me preguntaron cómo va a llevar a cabo  las políticas esta nueva coalición de gobierno; si se va a sostener; si  hay algo en común en todos estos partidos; si  van a poder llevar adelante políticas significativas  y cómo va a jugar el partido árabe RAAM que también es parte de esta colación.  La verdad es que es la primera vez que tenemos una forma de coalición que entra en estas categorías. Estas elecciones fueron «Bibi no Bibi».

Si lo quieren llamar en términos de las ciencias políticas, o de algo que los latinoamericanos conocen muy de cerca, estas elecciones fueron clasificadas en términos de  populismo o no populismo. O podríamos decir, una democracia representativa con respeto a las instituciones o lo que se consideraba que Bibi encarnaba, que era una suerte de populismo personalista con tintes autoritarios.

Protestas contra Netanyahu a dos días de las elecciones

Creo, en lo personal, que es sumamente exagerado todo eso. Se construyó esa imagen de que Netanyahu representaba la corrupción política y una suerte de autoritarismo, de una personalidad sumamente divisiva, que enojaba a una gran parte de la población. Pero de la misma forma, hay otra parte de la población que  se sentía  sumamente representada por esa personalidad. Bibi representaba, justamente, a la población de la periferia no ashkenazi en su mayoría; y desde el punto de vista también económico no diría la menos pudiente, sino la menos modernizada.

La coalición gubernamental se conformó con gente de izquierda y gente de derecha que era anti-Bibi; una derecha que se la podía llamar institucionalizada. Si nosotros le preguntamos a Naftali Bennett o a Gideon Sa’ar, inclusive a Avigdor Lieberman -que son gente de derecha y que particularmente todos ellos trabajaron con Bibi-, lo que los llevó a trabajar en su contra, la respuesta es la  personalidad. Ahora, hasta qué punto esta gente son representantes de una democracia institucionalizada, habrá que ver, pero ellos se manifiestan de esa forma. Ellos dicen; “nosotros somos de derecha pero creemos en las instituciones, o sea en la división muy clara del aparato de justicia, legislativo, ejecutivo y, de esa forma, creemos en la independencia de la Justicia y que la misma no esté supeditada a las intervenciones y a las necesidades de Bibi por su propios problemas con el aparato judicial”.

Ahora, también eso es problemático, porque a Bibi se lo ha presentado como una persona culpable pero que aun no lo es, porque aun esta en juicio. Puede resultar culpable como no. A partir de esta situación, se le pone el dedo como diciendo “señores esta personalidad no puede presentarse a elecciones”  aunque ni siquiera hay una ley que prevenga o diga que una persona que tiene cargos y no ha sido juzgado  no pueda presentarse como candidato. O sea, por ley él se encuentra en una situación legal. Otra cosa es la legitimidad:para una mitad más uno (los anti-Bibi) no es legítimo, y para una mitad menos uno -que sería su propio apoyo- sí lo es.

De esta manera se forma una coalición que es sencillamente problemática, y absolutamente nadie podía esperar que se diera algo igual. Gente que es aún más de derecha que Bibi, como el primer Ministro Bennett, que interesantemente jugó el juego de  partido bisagra desbanco finalmente a quien fuera su mentor. Desde un principio se percibía  que tenía grandes posibilidades de ser primer Ministro, porque al ser partido bisagra podía formar parte de cualquier coalición. Con tal de que él esté en un bando u otro, iba a lograr con siete mandatos todo lo que se proponga. Eso muestra mucha inteligencia política; es como  “sacarle petróleo a la roca”.  No tener gente detrás  pero tener el poder de definir cual bloque será gobierno, dado a que lo que se veía venir era que los bloques iban a estar casi empatados. Y el que jugara de partido bisagra, absolutamente ganaría la banca. Los religiosos no podían serlo porque estaban apostando con todo a Bibi. Y todos los que estaban al lado de los religiosos nacionalistas, -fuera de Yamina-, iban a estar del lado de Bibi.,

También el partido árabe de Mansour Abbas hizo un juego de ajedrez de primerísima línea. También jugo de partido bisagra, y podía ir para el lado de Bibi sin ningún problema.  Ya había anunciado muy claramente que el prefería ir a una coalición con los más de derecha posible porque si la derecha le da legitimidad entonces su partido islámico estaría  legitimado para todo el país. .Esa era la posición de Mansour Abbas. Al separarse de  la Lista Árabe Conjunta daba a entender que su juego no era ideológico.  La Lista Árabe Conjunta es una coalición  ideológica, pro democracia institucional, y representa el deseo de los árabes israelíes  de un cambio en el concepto de la ciudadanía  israelí. Quieren  un país que no solamente sea de ciudadanía judía sino de todos sus ciudadanos. Es decir, el razonamiento de la Lista Árabe sería: ¿si el país es judío, entonces qué hacemos nosotros los árabes?; Como nosotros queremos ser parte de la ciudadanía israelí, necesitamos que Israel también deje  de ser Estado judío y sea un país democrático como cualquier otro.

Sin embargo, Mansour Abbas se separa de esa concepción y lo único que quiere es beneficios materiales concretos para la población árabe. Bibi no tenía ningún problema con eso, y estaba dispuesto a ofrecerle lo que Mansour quiera a cambio de su apoyo a la coalición. El problema de Bibi no fue con Mansour sino con otro partido que le daba su apoyo, pero que no estaba dispuesto a tener el apoyo de un partido Islámico. Ese era el Partido del Sionismo Religioso, un partido  ideológico por excelencia.  Aunque Bibi les pidió “aguantarse hasta formar coalición y ver luego el desarrollo del juego”, Betzalel Smotrich líder del partido Religioso Sionista no se lo iba a conceder. Esta situación no le permitió formar coalición con el partido de Mansour Abbas, hecho que provocó que Mansour se pase para el otro lado, y que al mismo tiempo también se vaya Yamina, que no iba a tener problema en formar coalición con Mansour Abbas. Mientras el  puesto de Primer Ministro fuera reservado para Bennett, todo lo  demás quedaba relegado.

Manssour Abbas

Ahí se dio un movimiento sumamente interesante, de un político fuera de la categoría de todos los políticos, Yair Lapid. Un partido que siendo mayoritario dentro de una colación anti-Bibi, estaba dispuesto a regalar prácticamente todo lo que le pertenecía desde el punto de vista político a fin de formar la coalición. No importa que el primer Ministro fuera de otro partido, aunque le hubiera correspondido a él por ser el primero dentro de toda esta lista. La misión fundamental era la coalición anti Bibi

¿Podrá durar?

Así se forma este movimiento, en una suerte de catarsis anti Bibi. Y en este marco, la gran pregunta es: ¿podrá durar? No sé. ¿Cuáles son las condiciones para que dure y por qué esas condiciones en estos momentos están?

Las condiciones son, primero y paradójicamente, que  Bibi se mantenga  como líder de la oposición. El miedo a Bibi es el pegamento  que junta todas las fuerzas.  Es como decir, “no podemos hacer una coalición juntos, pero la tenemos que mantener porque Bibi está ahí”. Si Bibi no está, se forma una coalición de derecha sin necesidad de ninguno de los partidos de izquierda, porque es  importante destacar que Israel en su mayoría, es de derecha. Y otro de los elementos con lo que se ata la coalición es el clientelismo; es decir, repartir los puestos de gobierno, y acomodar a todos los miembros de la coalición. Que todos estén conformes con lo recibido.  Y eso lo hicieron bastante correctamente.

Por su parte, la opción política de Bennett en el momento actual se traduce en ser primer Ministro o desaparecer políticamente. Entonces, no le «queda más remedio» que ocupar el puesto y jugarse a que el gobierno, de alguna manera u otra, funcione y tenga logros. A la pregunta de si puede hacer este gobierno cambios políticos significantes,  considero que muchísimo y muy poco. Es decir, el Gobierno puede hacer muchísimas cosas para mejorar la vida de los ciudadanos. Puede mejorar la infraestructura, hacer caminos, etc. Esas son cosas que todos están de acuerdo; hay que arreglar el transporte público; invertir más en medicina, en educación…

Primer Ministro Naftali Bennett

Pero el Gobierno tendrá menos posibilidades de hacer algo cuando lleguen las decisiones sobre cuestiones ideológicas, que se dan a diario, como por ejemplo esta Ley de Ciudadanía. En definitiva, no pueden avanzar demasiado pero sí pueden hacer pequeños arreglos, o -como se dice en la jerga política- patear la pelota para afuera y aguantar como se pueda  hasta que se de una nueva situación política.

Otro punto bastante interesante es que en esta coalición  no están los partidos religiosos ultra ortodoxos. Es un punto importante porque se va a traducir en un ahorro en el presupuesto. Lo que no quiere decir que los partidos religiosos no estén esperando cualquier situación para poder entrar en la coalición.

En síntesis, la situación del gobierno es la de “arrancamos ahora y el destino es día a día, hora a hora”. Yo no creo que tengan problemas en votar el presupuesto; y si lo votan, tienen un año o dos de corrido. De modo que eso es lo que tienen que lograr.

Otro de los temas es Palestina, que hoy no existe como «problema que debe resolverse»  y el otro problema serio es la relación Israel Estados Unidos de  Biden. Si Biden lo impone, el «problema palestino»  va a existir. Y ahí van a tener que manejarse y probablemente el Gobierno se encuentre con problemas serios de funcionamiento. Yo creo que Biden se lo dijo muy claramente a Bennett, que estaba dispuesto a esperar, y así aparentemente le dio el tiempo que necesite para votar el presupuesto y después se volverá a hablar de Palestina.

No hay política sin enemigo

Por otro lado, también hay que seguir muy de cerca el modo en que la oposición, de la mano de Bibi, puede poner en tensión al partido del primer Ministro, Yamina,  con  propuestas de leyes o iniciativas que hagan poner en tensión los postulados ideológicos de ese partido y que eso lleve a la salida de algunos miembros y la posterior caída del Gobierno.

Yo creo que esto  hay que seguirlo muy de cerca, porque es lo que va a tratar de hacer Netanyahu. Lo único que le preocupa políticamente es eso, estar constantemente hackeando al Gobierno en todo. En estos momentos, parafraseando, es la política del enemigo de Carl Schmitt: no hay política sin un enemigo. Acá está claro, el enemigo no son los Estados Unidos ni los palestinos, sino Bennett. Y a este Bennett y a su partido, lo quieren hacer tambalear. Esto al punto tal que se ha visto, en el último debate sobre la cuestión de los casamientos, en la Ley de la ciudadanía, que es una ley muy problemática, en cierta forma racista, y que es una ley que el  Likud  viene votando hace 30 años.  Ahora el Likud votara en contra de mantener la ley no porque no la quieran sino simplemente para desafiar al partido Yamina. Es decir, muy probablemente el Likud vote con los partidos de izquierda, algo que es completamente inédito, fuera de lugar. Netanyahu, todo el tiempo está pensando en cómo poner en jaque a los diputados del partido de Bennett. Y a pesar de desafiarlos ideológicamente, es muy difícil tirar abajo al Gobierno, por lo mismo que mencioné anteriormente: la distribución de la torta. Todos están, en este momento, aferrados a una porción de la torta y, aparentemente, no hay nadie que hayan dejado sin complacer. Habrá que ver, en los momentos de mayor tensión, cuanto se pueda aguantar.

Otro de los temas a ver en un futuro no tan lejano son las acusaciones a  Netanyahu. En este caso, los juicios  pueden tardar muchísimo, 5 años aproximadamente. Y los cargos que hay, no sé si son demasiado fuertes. Los juicios pueden durar, paradójicamente porque Netanyahu está en la oposición. El miedo a Bibi es lo que provoca que aunque tenga la coalición miles de diferencias, necesite mantenerse; porque si no, sus miembros especialmente del lado más de derecha de la coalición  no tienen  a donde volver.

De todas formas, paradójicamente y a pesar de todo, puede darse un buen gobierno en aspectos sociales, económicos, inclusive en relación a los derechos de las mujeres y otros derechos progresivos. En esos puntos, al no estar en la coalición los partidos ultra ortodoxos y la derecha radical de los Sionistas Religiosos, se pueden lograr avances significantes.

En esa línea, una cuestión para abordar es qué implicancia va a tener la izquierda dentro de la colación gobernante en el hecho de repartir la torta con un criterio más social.  A esta altura veo difícil ese criterio ya que en estos momentos, el ministro de Economía es Lieberman, un neoliberal total. Un neoliberal nacionalista que va a tener un surplus, que es no tener que pagar a los partidos religiosos. Va a ser un surplus bastante importante.

Avigdor Lieberman

Lieberman tiene muchas cosas por resolver, producto de la situación que provocó la pandemia, pero básicamente este ministro no se diferencia mucho de Netanyahu desde el punto de vista económico. Tampoco en relación a la política internacional. Y en lo que le fue bien a Netanyahu, paradójicamente, es algo que se conoce muy bien en Argentina -el concepto fue inventado en la época de Menem, durante la década del noventa- y se denomina “populismo neoliberal”.

El gobierno de Netanyahu puede ser descrito como un “populismo neoliberal”. Y es un modelo que no murió, y puede ser explicado de manera muy sencilla: Israel tiene un sector moderno de la economía que es súper avanzado. Tel Aviv y derredores con sus high techs y startups son un avión a propulsión, de lo más desarrollado que existe en el mundo. Es una máquina, creo yo que a ciertos niveles incluso supera a Silicon Valley. En ese sentido, Netanyahu también fue responsable, no el único (como se auto adjudica Bibi).

Y este sistema genera mucha desigualdad, pero a Netanyahu eso le importaba muy poco. Entonces, ¿en qué consiste el elemento populista? En que los que están dentro de esa economía modernizante necesitan muy poco del gobierno. Ellos  se sitúan en la economía global. Y los que están afuera de esa economía moderna son los “clientes” de Netanyahu. Entonces, lo que hacía Bibi era pagarle a los partidos religiosos  que tienen producción cero pero el voto seguro, por un lado y a los allegados del Likud en las ciudades en desarrollo.  Precisamente ciudades en desarrollo en el sur de Israel, aprovecharon  inversiones que provinieron de gobiernos comandados por Netanyahu (aunque también de otros), porque son sus votantes. Así funcionaba ese populismo neoliberal.

Ahora bien, ¿de qué forma va a cambiar esto con el actual gobierno? Creo que los “clientes” religiosos ahora no están, pero vendrán otros, de manera que no creo que esto cambie demasiado. Puede ser que ahora los clientes puedan ser los partidos de izquierda. Pero el asunto es que la izquierda, y sus votantes, pertenecen también a la economía modernizante: desde los kibutzim, hasta los votantes de Meretz, que son de Tel Aviv, del centro, que están en el high tech. Son partidos de izquierda pero desde el punto de vista de producción, están en la punta de la tecnología. Este gobierno también puede aun acentuar  lo que ya había hecho Netanyahu antes en cuanto a las fuertes inversiones en la población árabe. Es interesante que nadie como Bibi ha invertido tanto en ese sector. Y ellos mismos lo dicen. En este sentido, puede que este gobierno lo haga incluso más. Todo depende de los surplus. Si la máquina de los startups sigue funcionando como hasta ahora, hay un futuro muy promisorio para Israel económicamente.

Otro de los temas que hay que seguir muy de cerca es si es posible o no que ingresen los partidos religiosos dentro de la coalición. En el momento en que Netanyahu decida salir de la carrera electoral, una coalición de derecha pura sin necesidad de la izquierda podría formarse.  Por esa razón es que  tanto a Bennett como a los partidos de izquierda, la presencia de Bibi como posición amenazante  les conviene.

Dentro de esta coalición, los partidos de izquierda tienen que hacer más concesiones; y los de derecha harán menos, porque ellos son los que son desafiados por la derecha de Bibi.  Dada la conflagración ideológica en Israel, los partidos de derecha tienen que intentar hacer política de derecha; y no sé si esto le puede alcanzar. En todo caso, de lo contrario, Bennett tendría que “cruzar el Rubicón”, como diciendo: “señores, la derecha no me va a perdonar esto, y voy a buscar el voto de centro izquierda”. No creo que lo haga. Entonces, lo que le queda es intentar hacer las políticas de derecha que pueda, sin arriesgar demasiado, sabiendo que quizás los que se opongan sean de la derecha, paradójicamente dado a que  lo único que quiere la oposición de derecha es que fracase cualquier iniciativa que tenga Bennett. En fin, es probable que se hagan políticas de izquierda que tengan que ver con los derechos de las mujeres, de género y diversidad.  Todo eso mientras no se toque el problema palestino

Respecto a política hacia la población árabe,  es posible que siga la línea anterior, que tuvo una fuerte inversión. En el último año, el año de la pandemia, la relación de los judíos israelíes con los árabes israelíes fue de idilio. Nunca estuvieron tan bien. Se trata de una población que ha crecido muchísimo económicamente, incluso a pesar de la discriminación. Pero todo eso se rompió en un día, con  el conflicto en Gaza. Ahí se acaba el idilio y aparecieron los enfrentamientos entre vecinos que un día antes mantenían relaciones amistosas, lo que muestra que hay algo que está en el fondo y que reaparece en estas situaciones críticas. Hay que ver qué va a suceder ahora, con un partido árabe en el Gobierno por primera vez.

Edición: Telemaco Subijana, Darío Brenman