Desigualdad en la pandemia

La pandemia está atacando principalmente a los que no tienen apropiados determinantes sociales de la salud, aquellos que -según los epidemiólogos- no reúnen “las precondiciones” para poder enfrentarla y que más serán cuanto más desigual es el mundo. Por eso el COVID se está cobrando una gran cuota en esa población. En esta nota se hace foco en esta brecha social en los tres países con mayores casos del mundo: EE.UU., Brasil y la India.
Por Bernardo Kliksberg *

Vivimos en un mundo de altas desigualdades. 26 personas tienen actualmente un patrimonio superior al que suman los 3.800 millones con menores recursos. El 1 por ciento de los propietarios de tierras concentran el 70 por ciento de la tierra para cultivo irrigable. Las distancias en esperanza de vida entre las naciones ricas, y las muy pobres, superan los 30 años. Hasta la altura promedio de las mujeres en los países más prósperos tiene una brecha creciente en centímetros con la de las mujeres pobres, como consecuencia de sus diferentes regímenes alimentarios, y otras dimensiones vitales. Pero a todas esas y otras desigualdades, las está superando la desigualdad en los impactos de la pandemia.
El razonamiento convencional da por sentado que el COVID afecta a todos por igual y que nadie está libre de padecerlo. En cierto que todos están en riesgo, pero los grados de vulnerabilidad son muy diferentes según la situación de cada familia y persona en lo que la Organización Mundial de la Salud llama “Los determinantes sociales de la salud”. El concepto original fue identificado por el investigador medico inglés Michael Marmot, quien observó que basta tomar el metro de Londres, para ver que la esperanza de vida baja fuertemente cuando se va de las estaciones de las áreas prosperas de la ciudad a las de las desfavorecidas. En estas últimas, dimensiones claves como predictoras de la posible salud de las personas van desmejorando. Lo mismo sucede en forma aún más aguda en otras ciudades de países ricos, y de países en desarrollo. La salud futura de una persona está muy vinculada a factores como la situación socioeconómica de su hogar original, la ingesta alimentaria a su alcance, el grado de precariedad y hacinamiento de la vivienda, el nivel de educación, el tipo de trabajo, si hay o no agua potable e instalaciones sanitarias adecuadas, si tiene acceso a una red hospitalaria decente. Si existen carencias en estos planos, puede fácilmente ser afectado por múltiples enfermedades, y tener un número limitado de años de vida saludables
La pandemia está atacando principalmente a los que no tienen apropiados determinantes sociales de la salud, aquellos que -según los epidemiólogos- no reúnen “las precondiciones” para poder enfrentarla y que más serán cuanto más desigual es el mundo: por eso el COVID se está cobrando una gran cuota en esta población. Observemos para verlo de cerca, el caso de tres países, con mayor incidencia del COVID del mundo: EE.UU., Brasil, y la India.

EE.UU, la población de color y los latinos en riesgo crítico
EE.UU tiene 27 millones de infectados, y 440.000 muertos. Según lo han destacado Informes de Desarrollo Humano de la ONU, al interior del país más poderoso del mundo hay por lo menos tres países diferentes: el EE.UU. blanco, el de color, y el latino. Tienen distintas condiciones de vida y esperanza de años saludables.
Así la población de color de menos de 50 años vive 4.5 años menos que los blancos. Tiene el doble de probabilidades de fallecer de un ataque de corazón. Ellos y los latinos tienen tres veces más de posibilidades de contraer el virus, y el doble de las posibilidades de morir de él. En el grupo de los latinos menores de 40 años, la probabilidad de fallecer por el virus es 12 veces la de los blancos, En los de color es 9 veces.
En la ciudad de Chicago de las 15 áreas postales con más casos del virus, 11 son predominantemente latinas.
Entre otros aspectos desfavorables, ambos grupos tienen elevadas tasas de obesidad. Se ven obligados a ingerir “comidas basura” como el fast food, llena de grasas ultrasaturadas y refrescos (plenos en azucares) porque sus magros ingresos no les dan para adquirir alimentos saludables. La obesidad genera diabetes y enfermedades circulatorias que los debilitan ante el virus.
Hasta los niños están sufriendo efectos desproporcionados. El 10% de los casos positivos son niños. Los de color y los latinos tienen de 5 a 8 veces las tasas de infección de los blancos. Los estudios dicen que entre las causas centrales están: la mayor obesidad, son víctimas de la malnutrición, los problemas ligados a la obesidad, y otros como los ambientes con polución en donde viven, y la mayor cantidad de partos prematuros.
A las deficiencias en las precondiciones se suman que en el mercado de trabajo estas dos poblaciones son las que tienen las tasas más altas de despidos. Desesperados por ingresos, han buscado masivamente empleo en sectores laborales normalmente mucho más expuestos al contagio, como la distribución de productos, el transporte público, u otras ocupaciones que nadie quiere.

Brasil, negros, pardos, e indígenas golpeados por el COVID
Brasil, la mayor potencia económica de América Latina, tiene más de 9 millones de infectados, y 224.000 víctimas. Se lo considera uno de los países más desiguales de mundo, con un coeficiente GINI (que mide la desigualdad en la distribución del ingreso) de 0,52 (el de los países nórdicos es 0,25). La inequidad se manifiesta en lo más básico, De sus 210 millones de habitantes, 100 no tienen instalaciones sanitarias adecuadas, agua y jabón. El 40 por ciento de las escuelas públicas no tienen una pileta donde los niños puedan lavarse las manos. El 65 por ciento de la población está fuera de la economía formal o desocupado. Las muertes por COVID en las Favelas de Río duplican los promedios, en las de Sao Pablo las superan en los barrios pobres en un 60 por ciento. Los negros menores de 20 tienen el doble de posibilidades de fallecer de COVID que los blancos. La misma cifra se repite con las mujeres negras embarazas.
El millón de indígenas que viven en el Amazonas, tiene tasas de infección y decesos que multiplican varias veces los promedios.
La lucha contra la pandemia la han llevado a cabo los gobernadores y los alcaldes. El Gobierno Federal la ha desconocido. Bolsonaro ha insistido en expresiones como que no debe llevar barbijo porque no es de hombres, y que él no piensa vacunarse.

India: 800 millones en peligro
India tiene más de10 millones de infectados, y 154.000 muertos. Junto a su vigoroso desarrollo tecnológico, los productos de Bollywood, y los súper ricos, el 60 por ciento de la población está en pobreza.
La polarización social es aguda. El 10 por ciento de la población es dueño del 77 por ciento del Producto Bruto Nacional. Del otro lado, el 50 por ciento más pobre solo tiene el 4.7 por ciento. El 21 por ciento está en pobreza extrema ganando menos de dos dólares diarios. El 90 por ciento trabaja en la economía informal con ingresos muy bajos, volátiles, y sin protección social.
600 millones, casi la mitad de su población, se ven obligado a hacer sus necesidades básicas a campo abierto, ante la carencia aguda de instalaciones sanitarias.
La pandemia ha encontrado plenas condiciones para avanzar sobre la inmensa masa de excluidos urbanos y rurales.
Una investigación del Intitute for Global Health at University College London, agrega un problema agravante a los referidos en los países mencionados, aplicable a otros. Las personas que viven en sociedades en donde se las discrimina aumentan su carga de stress muy considerablemente. Los prejuicios de color, raza, y origen, el desprecio sistemático hacia los pobres, y otros similares, concluyen los investigadores, pueden dañar la salud de todos los discriminados aunque no hayan sufrido directamente esa experiencia.

Algunos interrogantes hacia el futuro
En los tres grandes países referidos, que suman 1.800 millones de habitantes (el 23 por ciento de la población mundial) es imposible afirmar que la pandemia es igual para todos. Es extremadamente desigual. Los niveles de inequidad preexistentes generaron precondiciones muy desfavorables para sus grupos más postergados.
Lo mismo ha sucedido en muchos otros países, como gran parte de los latinoamericanos que en los años recientes empeoraron la desigualdad y la pobreza. A fines del 2019, el 31 por ciento estaba por debajo de la línea de pobreza. La pandemia ha empeorado todas de estas condiciones. Ha disparado mucho más los coeficientes de desigualdad en esa región, y otras. La pobreza de A. Latina se estima para fines del 2020 en cercana a un 40 por ciento. Una investigación de la Universidad de Oxford señala que en la región hay 142 millones de personas en riesgo de contraer el Coronavirus. Entre los factores que más influyen resalta: las carencias de agua potable y saneamiento, el aumento de la desnutrición y la malnutrición, y la utilización de combustibles contaminantes en los hogares.
Ante estas perspectivas, en primer lugar urge tener en cuenta estas realidades para la campana de vacunación. Como lo exige la ONU y la opinión pública mundial, la vacuna debe ser accesible a todos y gratuita. Si no se hace así será una escándalo ético, y se consagrará una desigualdad gravísima en el derecho a la vida.
El Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, lanzó un significativo mensaje al respecto: anunció que “En Nueva York se dará prioridad en la vacunación junto al personal de salud, y los adultos mayores, a las personas de color y los latinos que han sido los más golpeados”.
En segundo lugar, las desigualdades han quedado al rojo vivo y funcionan de modo parecido en el cambio climático, que está recayendo principalmente en los pobres. Hasta el Presidente de la Reserva Federal de EE.UU. acaba de prevenir al respecto. Destacó Jerome H. Powell, compareciendo ante el Senado: “Hay un gran riesgo de que la pandemia empeore la desigualdad. Las minorías y las mujeres han sido especialmente atacadas por la crisis” y pidió políticas públicas activas de protección para enfrentar el problema.
¿Se podrá seguir así? ¿Cuánta desigualdad puede aguantar el planeta y la región? Puede haber economías diferentes a las predominantes actualmente. El Papa Francisco ha llamado a un simposyum multitudinario de economistas jóvenes para pensar en construirlas. Por otra parte, hay ejemplos a la vista las economías solidarias como las nórdicas, que son exitosas y es donde la gente vive más años, y con más derechos.
La gran pregunta pos pandemia es: ¿Cómo avanzar en dirección a economías con rostro humano en América Latina y el mundo hoy?

*Asesor de diversos organismos internacionales. Entre otras distinciones, Doctor Honoris Causa de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de la Universidad de Buenos Aires.