Descontento en las calles de Israel

¿Qué hay detrás de las protestas frente a la residencia oficial de Netanyahu?

Las manifestaciones son incluyentes, heterogéneas y multifacéticas, sin participación formal de partidos políticos, y sin plataforma elaborada. El mensaje, sin embargo, es unidimensional, homogéneo y personalizado: la defensa de las instituciones democráticas amenazadas bajo la conducción de Bibi Netanyahu.
Por Batia Siebzehner *

Miles de manifestantes frente a la residencia oficial del primer ministro Benjamín (Bibi) Netanyahu en la calle Balfour de Jerusalén, días antes de la festividad de Janucá, portaban lamparitas y velitas destinadas a «expulsar la oscuridad». «La oscuridad», iluminada en esta ocasión, pero vigente simbólicamente a través del nuevo movimiento «Banderas Negras» que, en los últimos siete meses, junto a otros grupos (Crime Minister, entre ellos) se manifiestan en la esfera pública contra lo que entraña la amenaza del quebranto de las bases democráticas en la sociedad israelí.
El descontento, que lleva ya más de 25 semanas consecutivas, es expresado por las decenas de miles de personas que salen a los 1.300 espacios de protesta organizados en todo el país en calles, puentes, cruces, plazas, y frente a las casas (privada y oficial) de Bibi Netanyahu. Las voces van más allá de la disconformidad por la deficiente conducción de la lucha contra el covid-19 y sus consecuencias económicas. El descontento se extiende a lo que los manifestantes consideran las bases ilegítimas de un líder acusado de fraude, soborno y deslealtad.
Los mensajes de la protesta se renuevan, se mantienen, se entrelazan, dan espacio a mensajes individuales y a mensajes colectivos. La protesta es creativa y expresiva, disfraces e instalaciones artísticas, símbolos carnavalescos y vulgares, vestimentas sofisticadas e imaginarias, mensajes pesimistas y mensajes esperanzados, nuevos cantos y lemas, todo se mezcla, todo fluye. Participan en ellas jóvenes familias con sus niños, jóvenes que no hubieran imaginado ser activistas políticos, artistas, profesionales, estudiantes, adultos con largas trayectorias de protestas, ancianos preocupados por el futuro de sus nietos. Participan sobrevivientes del Holocausto y ex miembros de la alta jerarquía de las fuerzas de seguridad y defensa, industriales y pequeños comerciantes, gente del mundo financiero, gente del mundo cibernético, trabajadores, ciudadanos identificados tanto con partidos de derecha y de izquierda. Están los que salen a manifestar a los puntos cercanos a sus casas y los que viajan largos trayectos para participar en las manifestaciones en Balfour, la residencia oficial de Bibi.

Proclamas por más democracia
La protesta es incluyente, heterogénea y multifacética; sin participación formal de partidos políticos, y sin plataforma elaborada. El mensaje, sin embargo, es unidimensional, homogéneo y personalizado: la defensa de las instituciones democráticas amenazadas bajo la conducción de Netanyahu.
En el juicio que ya dio comienzo contra el premier está planificado que en febrero se inicie la etapa de presentación de las pruebas, lo que exigiría su presencia ante la Corte de Justicia tres veces por semana. Esa situación, que sin dudas limitaría su capacidad funcional, acrecienta aún más la duda con respecto a las bases morales de un liderazgo basado en la manipulación de los objetivos colectivos en función de su propia defensa. La impunidad como meta es el eje que caracteriza en los últimos meses gran parte de las decisiones de Netanyahu en las esferas sociales, económicas y políticas. En oposición a ese eje se consolidó el mensaje común de todos los grupos de manifestantes: VETE/ANDATE.
Las políticas incitadas como medios para lograr la impunidad están orientadas a debilitar la independencia de los tres poderes. Por ejemplo, postergando el nombramiento de funcionarios claves en puestos del servicio público, prorrogando la aprobación del Presupuesto nacional, atacando al Poder Judicial, manipulando las fisuras culturales de la sociedad israelí, estimulando alegaciones contra todo crítico u opositor. Estas tendencias, acrecentadas durante los últimos años y reprobadas actualmente por los manifestantes, no parecieran afectar, según las encuestas, a la base consolidada del «bibismo». Las reacciones violentas contra los manifestantes son parte de la manera en que los «bibistas» ponen en claro sus posiciones.
El Covid-19 llegó a Israel en el mes de marzo, un momento de profunda crisis política dado que, después de tres elecciones consecutivas, no se había logrado formar una coalición tal como lo exige un gobierno parlamentario, y el país funcionaba entonces bajo un gobierno de transición. En el mes de abril entró a la coalición con Netanyahu el partido Kajol Laban (Azul y Blanco) bajo el liderazgo de Benny Gantz, quien se había presentado a las elecciones con la terminante promesa de no formar gobierno con Bibi bajo ninguna condición. Para el millón y cien mil votantes el vuelco de Gantz implicó una profunda decepción y llevó a la disminución de la confianza en los partidos políticos. Dentro de este trasfondo se desarrolló la protesta de manera paulatina pero tenaz.
En el mes de marzo, el manejo de la crisis alcanzó un punto crítico: Shikma Schwartzman, científica del Instituto Weizman y madre de 5 niñas, decidió junto con sus tres hermanos que era imprescindible actuar frente a la inaceptable conducción de la situación. Portando banderas de Israel y banderas negras como emblema, organizaron una pequeña caravana a Jerusalén expresando así la preocupación frente a la situación. Ellos no se hubieran imaginado que en poco tiempo llegarían a movilizar a centenares de miles que comparten la misma preocupación. Hoy, en las manifestaciones hay también banderas rosadas y hay proclamas contra la corrupción, y también las hay exigiendo otras investigaciones, hay proclamas esperanzadas y hay proclamas decepcionadas. Pero, por sobre todo, hay una gran pregunta flotando en el espacio: ¿será que la movilización se transformará en acción política institucionalizada o se disolverá en el horizonte como una ráfaga de luz y de esperanza?

* Doctora en sociología, investigadora adjunta del Instituto Harry S. Truman para el Avance de la Paz de la Universidad Hebrea de Jerusalén.