Janucá y la lucha feminista

En Janucá el establishment machista enarboló valores abstractos como el nacionalismo y el puritanismo religioso. Sin embargo, residuos de otras historias llegan hasta nuestros días, demostrando que el ser humano no olvida fácilmente, y que nuestras luchas de hoy tienen raíces profundas en la rica y apasionante cultura judía.
Por Rodrigo “Afro” Remenik

La «historia oficial» de Janucá realza la hombría. El relato cuenta cómo un pequeño grupo de hombres se revelaron en armas contra el gran ejército griego, derrotándolo, purificando el Templo de Jerusalén y estableciendo un gobierno autónomo judío en tierra de Israel. Se nos cuenta la historia de Matityahu, el gran Cohen exiliado en la zona de Modiin, que junto a sus cinco hijos se levantan en armas para preservar los valores religiosos y nacionales del pueblo frente al invasor extranjerizante.
En especial se ensalza la figura de Iehuda HaMacabi, el tercero de los hijos de Matityahu, que asume desde un primer momento la dirección de la defensa armada de los judíos. Iehuda es representado hasta el día de hoy como el símbolo de la masculinidad: fuerte, valiente, carismático, alto, rústico, con una tupida barba y portando en su mano izquierda un escudo con el dibujo de un melenudo león y en su mano derecha una fálica y gruesa espada.
Sin embargo, existen tradiciones silenciadas o disminuidas a folclore en que la mujer es la protagonista. Historias que realzan características femeninas o más bien luchas propias de las mujeres, como son la lucha contra los abusos sexuales, la lucha a favor de los hijos y la lucha contra el abuso de poder.

Jana, la revolucionaria desnuda
Según una tradición menos conocida, uno de los decretos que los griegos impusieron a los judíos fue la «Ley de la Primera Noche». Esta ley exigía la violación de las mujeres vírgenes judías en su noche de bodas, por el gobernante griego local.
La historia de Jana, hija de Matityahu y hermana olvidada de Iehuda, cuenta que cuando ésta se encontraba en la cena de celebración con motivo de su inminente matrimonio, se levantó de su asiento, rasgó sus ropas y se desnudó frente a todos los invitados. Sus hermanos avergonzados decidieron quemarla viva. Jana los paro en seco, y gritando les dijo: «Y lo que yo me puse delante fue un justo desnudo sin ninguna transgresión, ¿me tienen celos a mí, y están sordos de él que quiere abusar de mí?», que en traducción libre quiere decir «¿No me pueden ver desnuda, pero me entregan a una violación segura y viven con ello en paz solo porque no fue hecho ante sus ojos?».
Más tarde, los hermanos llevan a su hermana ante el gobernante griego con el pretexto de entregarla, pero aprovechan el momento para matarlo. Con este acto comienza la revuelta de los Macabeos.

Míriam, siete veces Abraham
A pesar de la prohibición de la circuncisión impuesta por los griegos, las mujeres continúan practicando el Brit Mila a sus hijos (sí, son las mujeres las encargadas de este rito). Míriam, la única mujer que aparece por su nombre en esta historia tradicional de Janucá, es la madre de siete hijos que son asesinados por estar circuncidados. Ante la muerte de un hijo pequeño, Míriam ruega: «Dios, dile a nuestro padre Abraham: Tú has ceñido un altar, y yo he ceñido siete altares». Y después de esto ella se suicidó saltando de un techo. Este hecho le demostró al pueblo que el sacrificio que hacen las madres es siete veces mayor que el que hizo Abraham con su hijo Isaac y fue una de las causas que encolerizó al pueblo y lo hizo levantarse en armas.

Judith, contra el abuso de poder
Judith, una viuda joven y aparentemente muy hermosa, se rindió a los griegos que sitiaron su ciudad y se presentó ante su comandante. El comandante se enamoró de ella y la hizo su mujer. Ella aceptó con la condición que se le permitiera a ella y a su esclava salir del campamento todos los días e ir al manantial para ser purificadas. Un buen día, ella emborrachó al comandante y lo puso a dormir en su regazo, luego tomó su espada y le cortó la cabeza. Escondió la cabeza cortada en su pecho y salió del campamento como siempre al manantial, y de allí arrancó a la puerta de la ciudad sitiada. Cuando los griegos descubrieron lo que le había sucedido a su comandante escaparon aterrados abandonando el sitio y la ciudad se salvó de la ruina.

El heroísmo de la mujer
Según algunas tradiciones judías, el séptimo día de Janucá se acostumbra celebrar el heroísmo de las mujeres porque «ellas también son parte del milagro» (Talmud Bavli Shabat 23: 1). Este día se recuerda a las luchadoras que pelearon contra los abusos de una sociedad patriarcal y machista, en especial a Jana, Míriam y Judith, que iniciaron la revuelta, y también a Yael, quien según el libro de Jueces mató a Sísara, otro abusador.
Recuperar los nombres, las vivencias, los intereses y las voces de los oprimidos a lo largo de nuestra historia es esencial para continuar en la lucha por una sociedad libertaria. Estas historias son los troncos incombustibles que alimentan nuestras barricadas e iluminan nuestros cielos de chispas rebeldes. ¡Compañeras y compañeros a continuar el camino de Jana, Judith y Míriam, en aquellos días y en estos tiempos!

* Rabino laico.