El drama del cambio climático hace más vulnerables a los pobres

¿Qué debe hacer la humanidad después del coronavirus? Bernardo Kliksberg advierte la imperiosa necesidad de enfrentar urgentemente el cambio climático. Que sigue agravándose a diario, en múltiples dimensiones, especialmente para los más humildes. Es, junto a la pandemia, la más acentuada de las desigualdades que vive el mundo.
Por Bernardo Kliksberg *

Los datos recientes sobre el envenenamiento de la atmósfera por gases tóxicos son totalmente alarmantes. Al margen de las bajas de emisiones producidas por el paro económico, los desequilibrios creados llevan a que el registro de acumulación de gases invernadero en mayo de 2020 sea el más alto de la historia. Alcanzó 417.1 partes por millón según el Instituto Nacional de Oceanografía de USA. El calentamiento global se agudizó. La temperatura de mayo 2020 fue superior en 0.63C al promedio de mayo de 1981 al 2000.
Los efectos del cambio climático impactan a casi todos los sectores, pero golpean en una medida mucho mayor a los pobres del mundo. Muchos de ellos viven de los recursos naturales, y su deterioro rompe equilibrios de supervivencia históricos. Por otra parte, sus recursos para atenuar y mitigar los impactos climáticos son mínimos.
Se presenta asimismo la paradoja de que son quienes menos contribuyen a la emisión de dióxido de carbono, pero quienes más rápido y en más alta proporción son afectados por la lógica depredadora operante. Ella lleva, a través del calentamiento global, por un lado, a los deshielos, el crecimiento de los mares, los huracanes cada vez más potentes y dañinos, la inundación masiva, los acontecimientos climáticos extremos; y por otro, a la desertificación, las sequías y la reducción de las aguas. Además, destruye ecosistemas y produjo daños radicales a la biodiversidad, liquidando un millón de los ocho millones de especies vegetales y animales existentes.
El coeficiente Gini de vulnerabilidad ante el cambio climático crece aceleradamente con el agravamiento del deterioro ambiental. Nos proponemos poner el foco en algunas de las “víctimas del cambio climático”, tomando nota previamente de algunas de sus tendencias actuales.

Nuevas tendencias en cambio climático
En el Foro de Davos 2020, Greta, la líder del exitoso movimiento “Viernes contra el cambio climático”, que ha llevado a que millones de niños y adolescentes dejen la escuela los viernes para reclamar respuestas en la calle, dio cifras terminantes basadas en la ciencia más avanzada.
Señaló que para tener un 67% de probabilidades de evitar que la temperatura global suba un grado y medio solo pueden ser emitidos 420 gigatones de dióxido de carbono adicionales. Al ritmo actual, ello sucederá en 8 años más. Allí los danos serán trascendentales, y en diversos casos irreversibles.
En general, los nuevos informes del Panel de la ONU Premio Nobel de la Paz que monitorea el proceso, y muchos otros de organismos muy calificados, están poniendo el acento en que la velocidad del deterioro del medioambiente se ha acelerado, y los tiempos que quedan para actuar se han acortado.
Otra tendencia visible es el retroceso del “negacionismo” sobre el cambio climático, a pesar de las grandes campañas y las oleadas de fake news a su favor, financiadas por los intereses económicos que lucran con las emisiones contaminantes.
En Davos 2020, reunión cúspide de las elites económicas mundiales, al ser encuestados los líderes empresariales sobre cuáles consideraban los cinco riesgos globales principales, identificaron encabezando la tabla a las olas extremas de calor, la destrucción de ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y la polución.
Se observa además una interesante diferencia generacional. Los empresarios más jóvenes, nacidos después de los ‘80, percibían en un 90% que los problemas se agravarían en la década de los ‘20 y serían más catastróficos y frecuentes. Coincidían de hecho con la advertencia de Greta.
Una tercera tendencia es el aumento de los episodios cuasi imparables. En esa categoría ingresan el anticipo de los vuelos de los insectos, que lleva desde graves desajustes en los procesos de polinización de las flores, hasta el agravamiento serio de la malaria y el dengue. Una expresión de esos episodios son los macro incendios como los de Australia, y California. Cuando se juntan calores récord, el de Australia fue el mayor desde 1910, sequedad extrema y falta de lluvias, cualquier chispa externa puede incendiar los bosques y los vientos huracanados, propagar las llamas de inmediato y llevarlas a grandes distancias. En solo cuatro meses se quemaron en Australia 11 millones de hectáreas, murieron 500 millones de animales y el fuego polucionó las principales ciudades. Los métodos conocidos para frenar los incendios mostraron graves limitaciones.

Las víctimas del cambio climático
Una buena parte de la población del planeta participa muy limitadamente del Producto Bruto Mundial. Allí están los pobres extremos y diversas formas de pobreza. Se estima que la mitad de la población gana menos de 5.5 dólares diarios. Con ello no puede cubrir todas las necesidades imprescindibles, ni ahorrar para imprevistos, como los que genera el cambio climático. Mucho menos tomar una protección básica como mejorar la calidad de su vivienda para hacerla antisísmica. En las áreas rurales, la gran mayoría de los campesinos son pobres, y su dependencia de la naturaleza para subsistir es muy aguda.
La vulnerabilidad de los pobres, y los que están en el borde de la línea de pobreza, ante el deterioro climático se evidencia en procesos muy concretos.

Los desplazados climáticos
Los eventos climáticos extremos se han hecho más frecuentes e intensos y producen el desplazamiento de cifras récords de familias y personas. En el año 2018 se estima que hubo 17 millones de nuevos desplazados. En 2019 las cifras de migrantes climáticos fueron 22 millones, una de las peores en las dos últimas décadas. Esta cifra duplica a la de desplazados por conflictos y violencia.
El nivel de preparación de los países incide decisivamente en el número de víctimas fatales. Así, en mayo de 2018 se produjo el ciclón Fani en India y Bangladesh. Fueron evacuadas a tiempo 3.400.000 personas; de lo contrario, muchas habrían perecido. En cambio, el impacto del ciclón Idal en marzo de 2019, en Mozambique, Malawi, Zimbabue y Madagascar, cobró 1.000 víctimas y 617.000 desplazados ante las débiles previsiones.
El calentamiento global genera sequías prolongadas, huracanes e inundaciones que dejan sin medios de subsistencia a la población de algunas de las regiones más desfavorecidas, produciendo migraciones masivas. La mayor parte se dan hoy en el África Subsahariana, Asia Meridional y el corredor seco de Centroamérica.
Nicolás Cristoff, Premio Pulitzer del New York Times, fue a Guatemala a buscar las causas del éxodo en gran escala de jóvenes de familias campesinas hacia el norte del continente con los graves riesgos de esas travesías. Sus padres le explicaron que no había alternativa. La tierra no producía más, las sequías y las lluvias torrenciales no lo permitían. Los ejemplos similares son innúmeros. En 1963, el lago Chad tenía 26.000 km2 y era la fuente básica de subsistencia de 3.6 millones de personas. Actualmente está reducido a 1.500 km2. El lago Uncuia, en Irán, el mayor lago de agua salada de Medio Oriente, se secó totalmente. Filipinas tiene el 10% de los arrecifes de corales del planeta. Pero no soportan el calor, y perecen. Son vitales para el equilibro ecológico del mar y para diversas especies pesqueras. Hay allí dos millones de pescadores pobres cuya subsistencia está amenazada, y muchos deberán emigrar.

Países en estrés hídrico
Más de 2.000 millones de personas viven en países que están al límite en recursos hídricos, y su escasez afecta en primer lugar a los pobres. En 17 países donde reside más del 25% de la población mundial, la agricultura basada en el agua, la industria y las ciudades consumen anualmente 80% o más del agua dulce superficial y subterránea disponibles. Cuando hay periodos de sequía, que se han multiplicado por el calentamiento global, la provisión de agua se hace difícil, y los países más pobres se acercan al temido escenario denominado “el día cero”, donde de los grifos dejará de salir agua por haberse agotado las reservas. El presidente del Instituto de Recursos Mundiales afirma que: “El estrés hídrico es la mayor crisis de la que nadie habla”. Así, la India, el segundo país más poblado del mundo, tiene riesgos muy altos. Está en el lugar 13 del ranking de países en riesgo del Instituto. Su sexta ciudad en población, Chennal, sufrió en junio de 2019 una fuerte sequía que la dejó sin agua.
Brasil tiene del 12 al 16% de las reservas de agua mundiales; sin embargo, las sequías y la pérdida de manglares hacen que San Pablo, su mayor ciudad, se esté secando.
Chile sufre una de las peores sequías de su historia. Lleva 11 años con precipitaciones pluviales menores a las normales. Un 76% de su superficie está afectada por la sequía. En Santiago el déficit de agua es superior al 80%. El presidente chileno Piñeira dice que el país trasandino era considerado con abundancia de agua, pero “el calentamiento global y el cambio climático cambiaron la situación quizás para siempre”.
Un sexto de la población mundial vive del agua fundida de las principales cordilleras. Los aumentos récords de las temperaturas están fusionando glaciares y disminuyendo las reservas de agua.
El crecimiento sin parangón de los incendios en las selvas del Amazonas, incentivado por las políticas oficiales, está reduciendo “el pulmón del mundo” y contrayendo las lluvias. Uno de los efectos es la destrucción de los humedales. El millón de indígenas sumidos en la pobreza que viven en la región, tiene dificultades en ascenso para sobrevivir ante las condiciones ambientales cada vez más adversas.
En una visión de conjunto, la ONU estima que en los próximos 10 años 700 millones de personas, la mayoría pequeños campesinos, deberán desplazarse ante el aumento de los gases invernadero, sus impactos sobre la erosión de las tierras cultivables, y la disponibilidad de agua para la agricultura.

La vulnerabilidad es mayor en las mujeres
La mujer pobre está en primera línea de los afectados por el cambio climático, lo que acentúa las desigualdades de género. Se estima que el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. Por otra parte, dedican muchas horas diarias a la búsqueda de agua. Según Oxfam, en la zona subsahariana son el 75% de la mano de obra. Afrontan mayores riesgos en los desastres naturales. En el tsunami asiático de 2004, el 70% de las víctimas fueron mujeres.
La desigualdad en vulnerabilidad puede significar el derecho a la vida. Lo muestran los grandes desastres naturales que sufrieron en épocas muy cercanas Haití en 2010 y Japón un año después.
Haití tiene un 80% de pobreza y defensas muy débiles para proteger a la población. Se produjo un terremoto de gran intensidad. Los pobres quedaron sin protección alguna. Se estima que en el sismo hubo 316.000 muertos, 30.000 heridos y quedaron desplazados sin hogar un millón y medio de personas.
En Japón hubo un terremoto de intensidad mayor al de Haití, y un tsunami combinados. Asimismo, estalló una usina nuclear. Tiene un Estado muy organizado que ya había puesto muros marinos en el 40% de su costa, protecciones múltiples para estos casos, y muy eficientes servicios de emergencia. Hubo 16.000 muertos y 6.000 heridos.

Una conclusión
Lo que está sucediendo con el medioambiente decidirá el futuro de la humanidad. The Guardian, el prestigioso periódico inglés, ha dado un ejemplo de cómo debe ser transmitido. Ha suplantado en todas sus referencias al tema los términos “cambio climático” por emergencia climática, crisis climática. Su editora Katherine Viner explicó al hacerlo: “Tenemos que enfrentarlo ya y cada día cuenta”. Y fue más lejos: decidió no aceptar más avisos de las industrias que producen energía sucia. En el ámbito jurídico, la Corte Suprema de Justicia de Holanda tomó una decisión sin precedentes. Una ONG, Urgenda, demandó al Estado por las emisiones contaminantes. Después de varios años, ganó. La Corte obligó al gobierno a reducir para 2020 el 25% de las emisiones de dióxido de carbono de 1990. Dijo: “Los peligros del cambio climático pueden afectar el derecho a la vida de los habitantes de este país”.
Todos son afectados por el problema, pero, como se ha demostrado, en primer lugar los pobres. Su vulnerabilidad es mucho mayor. El calentamiento global y el deterioro ambientan exacerban aún más los altísimos niveles de desigualdad. El tema debe tener la más alta prioridad. Es una violación flagrante de los derechos humanos de los desfavorecidos, y de la ética mas básica.

* Autor de 66 obras de extendida difusión traducidas a diversos idiomas. Entre ellas, “Primero la Gente”, escrita con el Premio Nobel Amartya Sen (publicada en español, inglés, chino y portugués).