Elecciones en Israel

Medio melón en la cabeza

Algunas pinturas en torno al clima electoral en Israel, en este tercer llamado a comicios que huele a hastío para buena parte del hombre de a pie. “Como la mayoría del electorado es de derecha –sostienen los analistas-, la oposición debe ocultar su carácter democrático, laico y dispuesto a avanzar hacia una resolución pacífica del conflicto palestino-israelí”, nos cuenta nuestro compañero Moshe Rozen desde el sur israelí.
Por Moshe Rozen, desde Nir-Itzjak, Israel

Yo se que estoy piantao, piantao…
Balada para un loco, Piazzolla-Ferrer.

En la estación central del ferrocarril en Beer Sheva, una multitud de pasajeros apuran el paso para entrar o salir pero, en la escalinata de acceso, un hombre, con remera y sombrero que proclaman “Bibi Rey de Israel”, detiene a todos repitiendo sin cesar esa misma consigna, con tal insistencia que no queda claro si está a favor de Netanyahu o es una irónica manifestación en contra, porque lo hace a los gritos, agitando los brazos a diestra y siniestra.
La pizarra de horario indica que el tren próximo partirá en un cuarto de hora, así que decido cruzar para un café. A los diez minutos vuelvo y descubro que el perseverante portavoz oficialista todavía clama su fervoroso lema, ante la absoluta apatía del público circundante.
Una señora que trata de evitar al agitador –digo agitador por sus constante movimiento, más que por su propaganda- murmura: “Un loco más, país de locos”, pero, mientras atraviesa el molinete, otro pasajero la corrige: “Seguro que es empleado del gobierno”, afirma.
La verdad sea dicha, el ruidoso panfletista contrasta con el clima de calle: la próxima ronda electoral –la tercera en menos de un año- encuentra a un país agotado ya del reiterado ritual propagandístico, las habituales consignas comiciales, el repetido teatro de enfrentamientos entre los mismos candidatos.
Según las encuestas electorales –un termómetro de discutible confianza- la derecha, comandada por el “rey” Bibi, obtendrá 56 de los 120 escaños parlamentarios; en tanto que la centro-izquierda encabezada por Gantz se asegura un mandato más, pero estos 57 mandatos tienen endeble textura pues incluyen a la Lista Arabe Unificada, que el el partido Azul y Blanco, a pesar de su apetito por desplazar al Likud gobernante, no se entusiasma en tomar como socio para aparentar un pérfil “patriótico” no menor del Likud gobernante.
Entre ambos bloques adversarios prosigue danzando Yvette Lieberman, con probables siete mandatos que promete fidelidad a la derecha pero desde el flanco laico, a diferencia de la alianza gobernante, de signo nacionalista pero con tinte religioso ortodoxo.
Para conquistar el trono que el señor de la estación promete nuevamente a Bibi, es menester –dicen los entendidos- quitarle votos a la derech, pero esto, amigos lectores, es un secreto mayor que el poder nuclear que se nos adjudica poseer: como la mayoría del electorado –sostienen los analistas- es de derecha, la oposición debe ocultar su carácter democrático, laico y dispuesto a avanzar hacia una resolución pacífica del conflicto palestino-israelí.
Claro está que si los votantes de la próxima vuelta comicial se llegaran a enterar de que ciertas promesas anexionistas –obsequio de Trump- representan una mera fachada electoral de Azul y Blanco de Gantz, ungirán nuevamente a Netanyahu, pese a los cargos de corrupción.
En tal caso, tendremos que reconocer que el hombre de la terminal ferroviaria, cercana a paisajes áridos en la región, no era “vox clamantis in deserto”.