FICJA 2019

Un festival de cine judío con una pizca de acento francés

Este año tuvo lugar la edición número 16 del Festival Internacional de Cine Judío en Argentina, que contó en esta oportunidad con una selección de diez películas entre las cuales brillaron, con localidades agotadas, ¿Quién contará nuestra historia? y Solos en Berlín, pero en particular pueden destacarse las notables creaciones francesas de Una bolsa de bolitas y Promesa al amanecer.
Por Natalia Weiss

“He vivido”.
La promesa del alba (Romain Gary, 1960)

“Tengo la impresión de haber sido vivido por mi vida, de haber sido objeto de una vida más que de haberla elegido (…)”. (R. Gary en entrevista publicada póstumamente).

 

Con dirección de Roberta Grossman, y producida por Nancy Spielberg (hermana de Steven Spielberg), ¿Quién contará nuestra historia? se basa en la recuperación de las valiosas crónicas escritas sobre el gueto de Varsovia que fueron salvadas al ser escondidas bajo tierra, tal como describimos desde Nueva Sion en Documental sobre los archivos del gueto de Varsovia y La labor de Ringelblum en la construcción del archivo Óneg Shabat.
Otro film que puede subrayarse de la programación fue Solos en Berlín, con Emma Thompson y Brendan Gleeson (Alone un Berlin, Vincent Perez, 2016), basado en la célebre novela del escritor alemán conocido como Hans Fallada, que expone la resistencia civil de dos padres durante la Segunda Guerra Mundial una vez que se les informa la muerte de su hijo en el campo de batalla.
Por su parte, las creaciones francesas que son objeto de este artículo son Una bolsa de bolitas (Un sac de billes,Christian Duguay,2017 ) y Promesa al amanecer (La promesse de l’aube, Éric Barbier, 2017 ).

 

En primera persona
Ambos films están basados en sendos libros y poseen versiones cinematográficas previas. En el caso de Una bolsa de bolitas, se trata de la historia de supervivencia de dos hermanos, Maurice y el más pequeño “Jojo”, autor del libro homónimo y autobiográfico que se extiende desde agosto de 1944 hasta la fecha de la Liberación. El manuscrito nació por la necesidad de contar su historia a su familia, pero un amigo lo persuadió de publicarlo y se transformó en un best seller que fue traducido a casi veinte idiomas y es utilizado como material de estudio extraliterario en las escuelas francesas. El periplo de estos hermanos, que deben ser separados de sus padres y hermanos mayores, y que son refugiados en un campamento como cristianos, va de la Francia ocupada a la Francia Libre y representa, a la vez, la historia de muchos niños que fueron salvados de este modo en ese país. En 1975 se hizo una primera versión cinematográfica del libro, dirigida por Jacques Doillon, que tuvo la particularidad de contar con actores no profesionales. Entre ellos, en el rol del padre participó Joseph Goldenberg, que fue dueño del restaurante del barrio parisino Le Marais, Chez Goldenberg, hoy cerrado y que en 1982 sufrió un ataque con granadas en el que murieron seis personas y otras 22 resultaron heridas.
En el caso de Promesa al amanecer, se basa en el célebre libro del reconocido escritor francés Romain Gary, en el que ficcionaliza su propia historia, en la que la relación con su madre ocupa sin duda un lugar destacado. Existe también una versión cinematográfica previa del año 1970 (Promise at dawn, Jules Dassin, 1970). En el film de Éric Barbier, la construcción monumental da la impresión de intentar, por un lado, hacerle justicia a la vida de novela del escritor y, por el otro, mediante la voz off del protagonista, acercarse a la vibrante escritura de Gary. El inicio cronológico del relato se ubica en Vilna, Lituania, que, en ese momento, 1924, formaba parte de Polonia. Una emprendedora madre de origen ruso, con estudios dramáticos de actriz, vuelca grandes proyectos de vida en su hijo, al que le impone un horizonte épico a la altura de Luis XIV o Napoleón en el único país donde ve posible esa realización: Francia. Debe ser embajador de Francia, escritor, hacerse poseedor de la Legión de Honor, entre otros designios. Y de allí parten al encuentro de estos destinos, luego de una violenta requisa en su casa en donde destruyen una suerte de taller textil que tenía para confeccionar vestimentas, y esto frente a las risas despreciativas de sus vecinos que sólo ven en ellos a ciudadanos de segunda por su origen judío.

 

Caminos
Maurice y Joseph son entrenados por su padre (Patrick Bruel), que será el único de la familia que no sobrevive puesto que será asesinado en Auschwitz. Les enseña con énfasis algo que va a ser fundamental para sobrevivir en su camino durante la guerra: negar a rajatabla que son judíos. Como entrenamiento les pregunta a los dos hermanos, una y otra vez, si lo son, esperando la respuesta negativa de los mismos. Ellos responden a la consigna, sin embargo, el pequeño “Jojo”, al contestar negativamente cada vez, no entiende lo que hace mal cuando recibe fuertes cachetadas de parte de éste que necesita prepararlo para la violencia y que le indica que no debe contestar cuando la pregunta se formula en ídish. Luego lo abraza y le pide perdón.
Este aprendizaje será fundamental, puesto que entenderán también rápidamente que deberán recurrir a distintas ficciones sobre su origen en cualquier momento en que esto se vuelva un imperativo para sobrevivir; es decir, todo el tiempo. Para no generar sospechas, la familia se divide y ellos viajan separadamente a Niza, sorteando diferentes peligros hacia un reencuentro familiar que resultará ser sólo momentáneo. En un tren, en una situación de extremo peligro, son salvados por un cura que dice que están con él, lo que, como veremos, no será la primera vez que ocurra. En un campamento de niños llamado Moisson Nouvelle, controlado por las fuerzas de Vichy, en el que terminan escondidos, se dan cuenta que todos los niños se esfuerzan por negar que son judíos, aunque más de uno parece también haber sido entrenado para hacerlo.
Frente a la situación, consideran necesario perfeccionar los detalles sobre su supuesto origen, y para hacerlo toman el de un compañero del campamento. Aprenden con dedicación su nueva biografía, serán argelinos católicos. Este relato será el esgrimido cuando son detenidos al salir con un proveedor del campamento que resulta ser miembro de la Resistencia. En los diversos interrogatorios en el Hotel Excelsior en Niza, sede nazi de la zona, repiten la misma historia frente el descrédito del oficial de la Gestapo. Se destacan aquí dos momentos centrales. En el primero, son revisados por un médico judío que luego será deportado, quien les salva la vida haciendo constar en el informe que la circuncisión corresponde a motivos higiénicos de Argelia y no a preceptos religiosos; y en el segundo, le dan a Maurice 48 horas para salir a buscar sus supuestos certificados de bautismo, o el castigo caerá sobre su hermano.
En la historia real, Maurice se dirige a la Iglesia Saint-Pierre D’Arène, en donde encuentra al cura Victor Rua, quien acepta ayudarlo y convoca, además, al cardenal de Niza, Paul Rémond, que no sólo confecciona falsos certificados de bautismo y comunión, sino que adjunta una carta manuscrita en donde exige la liberación de ambos y ofrece acercarse en persona de ser necesario. Rémond es conocido por sus numerosos actos de solidaridad con la población perseguida de su país, como, entre otros, ayudar a salvar a más de 500 chicos de la deportación, concurrir a campos de concentración en donde pudo salvar algunas vidas y proteger a curas comprometidos con la Resistencia. Fue declarado Justo entre las Naciones y, según indica el diario Nice-Matin, su ataúd fue despedido por una multitud en su entierro.
El niño Romain Gary, o, mejor dicho, primero Roman Kacew, emprenderá la titánica tarea de conformar a su madre y consolarla así del mundo que la rodea. Esto, sin duda, tendrá costos altos. En el presente del film, la primera esposa del escritor tiene que hacer derribar la puerta de un hotel en México para poder rescatar a su marido (Pierre Niney, que el año anterior a este film había encarnado al “soldado” francés de la Primera Guerra Mundial en la excelente Frantz de F. Ozon). A partir de allí, el relato irá enlazando los flashbacks que recorren linealmente la vida del escritor. Su llegada a París será de la mano de su excéntrica madre, una impactante Charlotte Gainsbourg, devoradora y de impredecible omnipresencia en cuerpo y alma con sus permanentes e inesperadas apariciones (algunas en la mente del escritor) o de forma epistolar, como si fuera impulsada por una cierta energía de la locura, que vocifera con vehemencia sus imposiciones. En muchos momentos lo avergonzará, pero le generará, a la vez, una dependencia a ella que lo acompañará a lo largo de toda su vida.
Existe un fuerte temor al que refiere el escritor, el de desilusionar a su madre, es por ello que intenta por todos los medios llevar a cabo sus esperanzas y cumplir con sus mandatos. La relación se refleja simbiótica, indisoluble, absoluta. Escribirá con todas sus fuerzas para ser el escritor que ella soñó, y hasta se alistará en el Ejército francés durante la Segunda Guerra porque ella quiere que haga a Francia vencedora (una vez que abandona la idea de que debe ser él quien asesina a Hitler como única solución posible del conflicto). Pero su cualidad de judío empieza a ponerle frenos a esta épica, lo que se anuncia cuando su compañero le da un recorte del diario del afiche sobre el documental de propaganda antisemita El peligro judío (Le péril juif, Pierre Ramelot, 1941) y cuando le aclaran que este es el motivo por el que no recibirá el nombramiento a subteniente como todo el resto de sus compañeros. El argumento esgrimido es que aún no es considerado francés, dado que su nacionalización es menor a 10 años. Para que su madre pueda soportar esta noticia, cuando lo espera con una fiesta de regreso al hogar, le miente e inventa una historia de enredos amorosos que imprevisiblemente la entusiasman, lo que produce un gran alivio para él y para los espectadores. No obstante, seguirá luchando hasta lograr condecoraciones y ascensos porque, herido de guerra y en el medio del delirio, siente que su madre está con él exigiéndole no claudicar en su tarea. “¿Acaso Maupassant dejó de escribir por la sífilis?”, oye que lo interpela, o “¿Napoleón se frenó a causa del paludismo?”.

 

Identidades
En Una bolsa de bolitas la Liberación finalmente tiene lugar. A Maurice lo encuentra trabajando en una panadería de un hotel en Niza en donde transmiten de forma clandestina algunos miembros de la Resistencia, y Joseph vive con la familia de un desagradable librero petainista con un hijo que está en la fuerza colaboracionista paramilitar francesa de entonces conocida como la Milicia. Como en el viejo film El viejo y el niño (Le vieil homme et l’enfant, Claude Berri, 1967), se muestra la relación de un hombre antisemita y ferviente admirador del mariscal Pétain que esconde un niño judío sin saberlo, aunque en el primer caso el señor fuera bastante más afable y cariñoso. Sin embargo, tal vez como símbolo de agradecimiento y de reencuentro consigo mismo, el pequeño hace un doble movimiento: por un lado, salva al librero y su mujer del ataque de los pobladores por haber sido colaboradores y miente al decir que él lo escondió a sabiendas de su secreto, y, al hacerlo, se pone de pie en la mitad de la librería y comienza a repetir a los gritos: “Soy judío”. La afirmación de su historia, con lo que conlleva también la posibilidad de conjurar el silencio impuesto y todo lo que su familia padeció en aquellos días. La liberación se entiende así en términos amplios e implica también la reapropiación de la propia identidad.
En cuanto a la historia de Romain Gary, como se vislumbra en Promesa al amanecer, se trata de alguien que supo hacer de su vida su mayor ficción. Escritor célebre, periodista con varios pseudónimos, combatiente, guionista y director de cine. Se casó en segundas nupcias, en su período hollywoodense (no llegó a ser nombrado Embajador, pero sí Cónsul General de Francia en Los Ángeles), con la actriz Jean Seberg, con la que tuvo su único hijo. Voló para la Fuerza Área Real durante la Segunda Guerra y fue condecorado con la Cruz de Guerra y la Legión de Honor al seguir combatiendo en distintos lugares como África con las fuerzas Aliadas cuando Francia firmó el armisticio. Se convirtió en Compañero de la Liberación y su combate en las fuerzas resistentes le permitió lograr cercanía con personalidades como Malraux, Camus y el mismo De Gaulle.
Para intentar plasmar en imagen algo de esta dificultad de discernir entre lo real y lo ficcional, y consciente de que, finalmente, el mayor logro del film es el de provocar el deseo de adentrarse en el universo vital y creativo de este hombre tan talentoso como esquivo, Barbier elige, en ciertos momentos, filmar o intervenir una imagen en blanco y negro. Por ejemplo, cuando un joven Romain se ve a sí mismo en una película del actor ruso Ivan Mosjouskine como comprendiendo el héroe que su madre espera como futuro para él, o en una imagen de archivo de un acto de De Gaulle, en el que parece que éste le entrega una condecoración a Gary (o Niney en este caso), que posa después con la novela Educación europea (sobre la Resistencia polaca, publicado primero en Inglaterra en 1944). Se trata, también, del único escritor que ganó dos veces el Premio Goncourt, lo que está prohibido en los estatutos del mismo, dado que una de las publicaciones fue realizada bajo el heterónimo de Émile Ajar. Para explicarlo dejó un libro que entregó a su editor de Gallimard, Vida y muerte de Émile Ajar, que fue publicado póstumamente y que concluye del siguiente modo: «La pasé muy bien. Adiós y gracias».
En su libro, como en la película, se narra que la madre no llegó a conocer todos estos logros que, paradójicamente, tenía reservados para él. Aunque él creyera que sí, porque, dice el relato, siguió intercambiando con ella una intensa correspondencia que ella había dejado para hacerle enviar periódicamente después de muerta. Sin embargo, muchos estudiosos de su vida y de su obra indican que se trata de un artilugio literario potente de su novela. En cualquier caso, tanto en sus escritos como en su actual y renovada popularidad, la ficción sigue intacta.