Golpe de Estado en Bolivia

Jorge Castro: “La senadora Jeanine Áñez se autoeligió presidenta de Bolivia”

Jorge Castro es un destacado analista internacional que se desempeñó como director adjunto del diario El Cronista Comercial y editor de Información Internacional de Tiempo Argentino, así como columnista de Perfil y La Nación. Actualmente escribe con periodicidad en Clarín. Sus enfoques atraviesan, además, la interrelación de aquellas variables con los procesos económicos y, últimamente, con los efectos de las profundas transformaciones que introduce el uso generalizado de las tecnologías avanzadas. En esta entrevista con Nueva Sion, Castro analiza los últimos acontecimientos suscitados en América Latina en un contexto en el que existe una “supremacía de Estados Unidos a nivel mundial total”, y en donde el mundo atraviesa una nueva revolución industrial en la que nuestro continente está sujeto a esa nueva forma de dominación.
Por Darío Brenman

-¿Cuáles fueron las causas del derrocamiento de Evo Morales en Bolivia?
-Las causas son estrictamente políticas y van en relación directa a la situación de rechazo que había en la Bolivia urbana, especialmente en la clase media, y el rechazo prácticamente unánime de la población de Santa Cruz de la Sierra, en relación a la intención del presidente Evo Morales de presentarse a un cuarto mandato, tercera reelección. Se hacía un desafío directo a los resultados del referéndum del año 2016 convocado por el entonces presidente para tratar la reforma de la Constitución Boliviana.
-¿Usted piensa que el desconocer la negativa de parte de la sociedad boliviana a una nueva reelección y la habilitación por parte del Tribunal Superior de Justicia para que si se presente pudo haber el principio del fin de su gobierno?
-En su momento, cuando el resultado del referéndum fue negativo, es decir que el “NO” triunfó por el 51% de los votos, Evo Morales recurrió al Tribunal Superior de Justicia para que lo habilitara. De modo que esta presentación se realizó con cuestionamientos generalizados. Y fue por ese tema que en la última elección obtuvo el menor resultado desde el 2006. Un 37% de los votos y con una diferencia de solo siete puntos respecto al candidato de la oposición, Carlos Meza. En estas condiciones la cuestión era extremadamente importante sobre si el conteo de esta primera vuelta era el definitivo, y en ese caso no había necesidad de segunda vuelta y podía triunfar. En un momento dado y ante los reclamos de fraude por parte de la oposición, se produjo una pausa de tres horas en el conteo provisorio. Con posterioridad a este hecho la ventaja fue de 10 puntos. Lo que significaba que no iba a ver segunda vuelta.
-Lo que estaba claro es que la oposición desconoció este resultado…
-El resultado ocasionó que la Bolivia urbana y el Comité Cívico de Santa Cruz de la Sierra presidido por Luis Fernando Camacho, generó un movimiento insurreccional actuando por encima de las instituciones logrando derrocar al presidente constitucional de Bolivia, Evo Morales. A esto se le sumó el amotinamiento de la policía boliviana en los nueve departamentos en que está dividida Bolivia. El resultado fue un colapso del poder político, una desintegración de las estructuras estatales, un vaciamiento del poder del presidente Evo Morales. La forma en que se manifestó esto fue el saqueo que se produjo en los domicilios de ministros, gobernadores, intendentes, integrantes del sistema de gobierno del presidente Evo Morales donde su propio domicilio fue saqueado por la policía amotinada. Hasta ese momento el Ejército no había intervenido. Es en estas condiciones que Evo Morales presentó su renuncia presidencial y con posterioridad lo que es público y notorio pide asilo en México.
-¿Es evidente que Bolivia después de muchos años de crecimiento de derechos sociales y económicos vuelve a un orden neoconservador?
-Cuando Evo se exilia, se nombra un nuevo gobierno presidido por la senadora Jeanine Áñez, que se autoeligió presidenta de Bolivia. Hay que tener en cuenta que el 80%de las bancas de la Cámara de Diputados y Senadores están en manos del MAS, y además esta presidenta autoelegida constituyó de inmediato un gobierno integrado por once ministros, donde cinco son figuras protagónicas del Comité Cívico de Santa Cruz, el Ministro del Interior es el abogado de Luis Fernando Camacho.
-¿Cuáles fueron las primeras medidas que tomó este nuevo gobierno?
-En primer lugar, desapareció del Palacio Quemado la wiphala, la bandera de los pueblos andinos, incorporada por la Constitución del 2009 como una de las dos insignias nacionales de Bolivia. Los policías amotinados comenzaron públicamente a sacarse del uniforme esta segunda bandera. Este nuevo gobierno, que se autodenomina “blanco”, desató las movilizaciones de las comunidades indígenas de Bolivia, las cuales salieron a defender por primera vez en su historia sus derechos adquiridos en los 14 años de gobierno de Morales. Hay que tener en cuenta que fueron parte de la estructura de poder gubernamental. Y que además fueron reconocidas sus 32 lenguas junto al castellano como idiomas nacionales. Las marchas multitudinarias van todos los días desde el norte de Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Las Yungas, que es el trópico cochabambino, para reclamar la renuncia de la presidenta Añez y la recuperación con Evo Morales en el poder político. Lo más importante es que no es solamente la reivindicación del expresidente de Bolivia sino que también están defendiendo sus logros y la dignidad que tuvieron estos últimos 14 años.
-¿Por qué el Ejército, que fue un aliado estratégico de Evo Morales en la estatización de los hidrocarburos, se sumó a la represión?
-La verdad es que no lo sé. El ejército intervino atacando estas movilizaciones y produjo 30 muertos en menos de una semana. Se estima que los heridos de un solo lado fueron 130 solamente en el Departamento de Cochabamba. Hace dos días en el Alto hubo nueve muertos y 200 heridos utilizando amas de guerra.
-¿Cómo analiza este golpe en el contexto de los fuertes cambios que estamos atravesando en América Latina, teniendo en cuenta lo que sucede en Chile, Ecuador y ahora Colombia?
-Lo que está ocurriendo en América del Sur es un aumento de la conflictividad en todos los países de la región. Esto forma parte de un fenómeno mundial donde se está experimentando uno de los grandes cambios de su historia. Es la convergencia de dos fenómenos. Por un lado, ha surgido una sociedad global creada por la revolución de la técnica que se guía por el criterio de la instantaneidad, y lo segundo es que dentro de la sociedad global, que se guía por este mismo criterio, lo que está en marcha es una nueva revolución industrial, que es la cuarta en la historia del capitalismo y que es la más disruptiva de todas. Es el resultado de un quiebre del status quo en todas partes al mismo tiempo.
-Las conflictividades en algunos países de la región son diferentes; tomando el ejemplo de Chile y Bolivia, no se movilizan por las mismas cuestiones.
-Lo que ocurre es que las tendencias de orden general solo se manifiestan a través de situaciones específicas nacionales.
-¿Usted piensa que Estados Unidos tiene injerencia en estos conflictos que atraviesa América Latina, teniendo en cuenta que todo comenzó agudizarse en la era Trump con un explicito apoyo a los sectores más conservadores de cada país?
-La realidad es lo que está a la vista. Lo que sucede en el mundo es que Estados Unidos, con Donald Trump, recuperó el liderazgo mundial. La razón es que este país experimentó un cambio extraordinario en materia económica, social y de creación de empleo en los últimos tres años. Entonces, su presencia en los acontecimientos sudamericanos es nada más que un aspecto de su presencia en todas partes del mundo. Hay que mirar la negociación que está llevando a cabo con China, que está en la etapa final, y que se realiza sobre la premisa de la supremacía estratégica de Estados Unidos. Cuestión aceptada por el gran país asiático.
-Pero China también quiere tener injerencia en América Latina en relación al tema alimentos y recursos naturales. ¿Cómo se dirime esa cuestión con Estados Unidos?
-Conviene ver esto en una forma más específica. El principal aliado del presidente Donald Trump en este continente es Brasil. La semana pasada estuvo en este país el presidente Xi Jinping en ocasión de la reunión de los BRICS. El Ministro de Economía, Pablo Guede, anunció que comienzan las negociaciones para establecer una zona de libre comercio entre Brasil y China. Segundo, el presidente Jair Bolsonaro explicitó al presidente chino que el año que viene cuando se realice la primera licitación pública en Brasil para incorporar la tecnología de las 5G, Huawei (tecnología china en comunicaciones) será invitada por su gobierno. Estamos en un mundo distinto donde el proceso de integración mundial del capitalismo es completo. Durante la guerra fría el comercio bilateral entre Estados Unidos y la Unión Soviética era de 2 mil millones de dólares por año. En el momento actual el comercio bilateral Entre Estados Unidos y China es esa cifra pero por día.
-¿Podría Latinoamérica ejercer una política más independiente con liderazgos progresistas? ¿O considera que estamos condenados a esos dominios mundiales?
-Este continente es parte del mundo. El principal aliado estratégico de Estados Unidos como dije antes es Brasil. En este momento, el segundo jefe del Comando Sur del Ejército norteamericano es un general en actividad del Ejército brasileño. Y al mismo tiempo comienzan las negociaciones entre Brasil y China para establecer un acuerdo de libre comercio.
-Vuelvo a la pregunta que le hice antes. ¿Usted piensa que si vuelven liderazgos progresistas en América Latina esto no puede cambiar? De hecho, la política de ascenso social de Lula fue muy buena; y cuando Evo gobernó, Bolivia fue el país que más creció en el continente… Por citar algunos ejemplos.
-No hay historia de lo que no existe, principio metodológico esencial. El presidente de Brasil durante los próximos cuatro años se llama Jair Bolsonaro. Esto me parece que es un punto especial.
-Es una mirada un poco pesimista de lo que va a suceder en el continente…
-Mire, los criterios de pesimismo u optimismo para el análisis de los acontecimientos históricos no parecen muy relevantes. Esto está en marcha, es un proceso histórico. Lo que se trata es de una acentuación de la globalización.