El viernes 3 de febrero, el Primer Ministro interino, Ehud Olmert, prometió mano dura después de que un palestino matara a puñaladas a una israelí y de que un cohete Qasam hiriera de gravedad a un bebé.
El Ejército cumplió las órdenes, especialmente en Gaza, donde a los bombardeos se les sumó fuego de artillería sobre un puente y seis carreteras en Beit Janún desde las que, según fuentes militares, se disparan cohetes.
El contexto político de esta ofensiva contra los Qasam es delicado, ya que Abú Mazen negocia con Hamas la formación de un Gobierno que resulte aceptable para la comunidad internacional.
Los líderes de Hamas en Gaza y en el exilio se reunieron en El Cairo y, por primera vez, el número uno electoral, Ismail Haniya, afirmó que el primer ministro probablemente será islamista. Hasta el momento, Hamás había ofrecido a Al Fatah formar un Gobierno de unidad o de tecnócratas sin presencia de destacados líderes del movimiento.